Por Dr. Fernando Caudevilla
El Doctor Fernando Caudevilla es Médico de Familia y Experto Universitario en Drogodependencias.
Desde hace 15 años trabaja en distintos proyectos de investigación y divulgación relacionados con el uso recreativo de drogas, el uso terapéutico del cannabis y las nuevas sustancias psicoactivas. En esta sección abordaremos distintos aspectos que tienen que ver con la salud y las drogas, desde una perspectiva de uso responsable y disminución de riesgos.
Como sucede con cualquier otra sustancia los efectos y los riesgos del cannabis vienen determinados por distintos factores. En principio es necesario considerar el tipo de producto (resina o aceite de hachís, marihuana…), la dosis administrada, la vía de administración (fumada, oral…) así como características de la persona (experiencia previa con la sustancia, rasgos de personalidad…), el entorno y las circunstancias en las que se utiliza. Es frecuente hablar de “los riesgos de las drogas” en abstracto pero un abordaje sensato de la cuestión implica considerar los riesgos en función de estos factores, así como diferenciar entre aquellos peligros que se presentan con frecuencia elevada en las pautas de consumo más frecuentes en la población y aquellos que son poco frecuentes, que aparecen de forma excepcional o no están demostrados en humanos. A nivel didáctico, repasaremos los efectos por órganos y aparatos.
1.- Sistema cardiovascular:
1.1.- Hipotensión ortostática:
Es posiblemente el efecto adverso más frecuente del uso del cannabis. Consiste típicamente un cuadro de mareo de inicio brusco, acompañado de sudoración y taquicardia que puede llegar a la pérdida completa del conocimiento (síncope). Se conoce de forma coloquial como chungo, amarillo, chino, blanca, pálida, pájara, blancazo…. En la creencia popular se asocia a “bajadas de azúcar” aunque se trata de una idea falsa, pues no existen datos que indiquen que el uso de cannabis disminuya los niveles de glucosa en sangre (de Pasquale et al, 1978). El corazón debe bombear sangre con suficiente fuerza para llevar sangre al cerebro, que se encuentra en una posición más elevada que éste. La sangre debe mantener unos niveles de presión (tensión arterial) que depende, entre otros muchos factores, de la fuerza con la que el corazón bombea y de la resistencia de las arterias. El Sistema Cannabinoide Endógeno contribuye a la regulación de estos mecanismos y, al activarse, produce una relajación de los vasos sanguíneos que disminuye la presión arterial (Jones, 2002). De la misma forma que cuando hay una fuga de agua en un edificio ésta no llega a los pisos superiores, la caída de la tensión afecta en primer lugar a los órganos que están por encima del corazón, principalmente el cerebro. Para intentar contrarrestar la caída de presión el organismo genera una serie de respuestas compensatorias (el corazón late con más fuerza y rapidez, y se liberan hormonas que colocan al organismo en estado de alerta, lo que produce temblor, frío y sudoración).
El conocimiento de estos fundamentos nos permite deducir cual es la primera medida que debe de tomarse cuando una persona ha sufrido un episodio de hipotensión relacionado con cannabis. Al tumbar a la persona, mejor con las piernas ligeramente elevadas, favoreceremos que la sangre llegue al cerebro de forma adecuada y el problema se solucionará en pocos minutos. Si es posible, giraremos ligeramente su cabeza hacia un lado para evitar que se atragante si tuviera ganas de vomitar. La medida también es válida cuando es uno mismo quien nota los síntomas: sentarse, agacharse o tumbarse ante las primeras señales de un mareo son la mejor prevención para evitar golpearse en la cabeza. Un golpe en la cabeza o peor: roturas de dientes, heridas sangrantes en el cuero cabelludo… son las complicaciones más frecuentes después de sufrir un mareo ya que en ocasiones la disminución de tensión es brusca y produce la pérdida total de conciencia durante unos segundos. Podría darse la circunstancia de que, tras unos pocos minutos de haber tomado las medidas básicas, la persona no mejore o incluso empeore. La relación entre el blancazo y la tensión arterial es tan clara que, ante esta situación, deberíamos plantearnos que quizás a la persona le esté pasando otra cosa y sea prudente el buscar ayuda especializada.
1.2.- Enfermedad cardiovascular:
Existen casos aislados de enfermedad cardiovascular como infartos de miocardio (Caddilcot et al, 2005) o arteritis (inflamación de origen inmunológico) de las arterias que irrigan el corazón (Combemale et al, 2005) asociados al consumo de cannabis. Este tipo de eventos son muy poco frecuentes y no existen evidencias de que el uso de cannabis sea un factor de riesgo cardiovascular independiente, al menos en personas sanas. Es posible que personas con patología cardiovascular establecida (hipertensión arterial, angina de pecho, infarto de miocardio, fibrilación auricular u otras arritmias…) puedan presentar un mayor riesgo al utilizar cannabis. La evaluación de este tipo de situaciones debe hacerse por personal médico especializado en el tema.
2.- Órganos de los sentidos:
La sequedad de boca es un efecto adverso muy frecuente, sobre todo con determinadas variedades de cannabis. Excepto en afectados por algunas enfermedades (xerostomía o síndrome de Sjögren) es un efecto leve y de poca trascendencia que puede aliviarse con chicles o bebiendo líquido.
El enrojecimiento de las conjuntivas (parte blanca del ojo) es otra circunstancia muy común después de utilizar cannabis y es uno de los pocos signos externos que pueden indicar consumo reciente (aunque no es específico y puede aparecer en otras circunstancias: conjuntivitis, irritación ocular…)
En la próxima entrega, hablaremos sobre los efectos del cannabis sobre el aparato respiratorio y su relación con enfermedades como el cáncer de pulmón y la bronquitis crónica…