Por David Hurtado
El intento de emular a la naturaleza.
La permacultura, que enseguida definiremos, lleva años inmersa en el contexto del cultivo de cannabis, sobre todo en California, que es territorio de vanguardia desde hace décadas, tanto por la ideal configuración de su clima y latitud para el cannabis como por la gran cantidad de especialistas en esta corriente filosófica de cultivo.
Vamos a comenzar por profundizar en la permacultura como concepto, que no solo abarca la agricultura sino también la ingeniería del paisaje o paisajismo, y la arquitectura.
Fueron Bill Mollison y David Holmgren, ambos australianos, quienes en 1978 comenzaron a enfocar la agricultura desde este término, hacia unos principios basados en la misma lógica y realidad que la propia naturaleza utiliza, y pensando en el autoabastecimiento de una familia en el entorno silvestre. Un pensamiento muy australiano.
La palabra permacultura, quiere reflejar el carácter de longevidad o de permanencia en el tiempo que se desea para los suelos y las especies que conforman la explotación realizada bajo esta filosofía pragmática. Totalmente en contraste con la agricultura química, rápida y destructora de ecosistemas.
Se trata de que, aunque se produzca una merma en la cantidad producida (algo que no siempre ocurre, sino al contrario en muchos casos), dichos rendimientos agrícolas sean mejores gracias a la calidad superior de sus productos por supuesto libres de patógenos, contaminantes, químicos de síntesis, transgénicos o plaguicidas y herbicidas.
Por tanto, es una lógica y un pensamiento que trata de educar y propagar los ideales de justicia y equilibrio hacia la naturaleza y el ecosistema planetario, siendo el ser humano el primer beneficiado en su salud y calidad de vida.
Agricultura permanente, agricultura que permanece en el tiempo, un sistema productivo que trata de naturalizar al ser humano y de integrar nuestra actividad y presencia en el planeta, pero sin olvidar también la integración social, es decir una especie de justicia ecológica que armonice finalmente Hombre versus Biosfera.
Pero el auténtico padre de la Permacultura, aunque ese término no haya sido acuñado por él, y que encarnó en su ser, más allá de la congruencia si cabe, esa forma de sentir la naturaleza silvestre en su vida, fue Masanobu Fukuoka.
La agricultura sostenible que tanto se habla ahora, es apenas un pequeño término o burdo reflejo respecto al enorme catálogo de soluciones y sabidurías pragmáticas que ya han sido legadas a la humanidad por este Japonés, un ser absolutamente natural e integrado con el medio ambiente como muchos indígenas del planeta, pero que como científico y profesor metodizó a favor de todos nosotros. Sólo falta que seamos capaces de emular su vida o al menos tratar de acercarnos pobremente a su ejemplo existencial, todo un reto, en este esclavizante mundo moderno.
Gracias a la observación de los procesos naturales, del suelo, de las plantas y de los animales, junto con el clima y los procesos de fertilidad del humus y el suelo, Fukuoka y también los australianos, han logrado por su tenacidad y constancia en esta observación, arrancar algunos secretos claves del orden natural que mantiene la vida en marcha en la tierra, un proceso autónomo y lleno de «inteligencia», basado en millones de años de experiencia.
Por ejemplo, cada especie produce varios productos útiles, pongamos por ejemplo el Nogal, que provee de nogalina, colorante obtenido de la nuez, una madera extraordinaria, unos frutos altamente proteicos y ricos en aceite, e incluso hojas medicinales para muchas enfermedades.
La pluralidad de usos, es una de la medidas lógicas de aprovechamiento racional, que la permacultura trata de transmitir, como aleccionamiento sobre la generosidad y enormidad de bienes que cada especie puede proveer, no digamos ya un orden armónico de varias especies. Comprender la naturaleza y huir de los monocultivos, y los procesos mono-productivos. Por tanto el cannabis sería el ejemplo perfecto de planta al que aplicar los fundamentos de la permacultura, obviamente orgánica y ecológica etc., etc., al ser tan polifacética.
El objetivo final de ella, como sistema organizado de medidas productivas y ecológicas es reducir la huella ecológica del ser humano, y contribuir a ahorrar materias primas no renovables prescindiendo de ellas al ser sustituidas por otras similares menos agotadas.
Por ejemplo, en lugar de tener casas mal aisladas y quemando maderas valiosas para calentarse, una casa de permacultura, usaría abundantes aislantes naturales y lograría la máxima eficiencia calórica, quemando materiales pajosos de desechos de cosechas, como llevan haciendo las glorias en Castilla durante muchísimos años.
Nos quedamos aquí en cuanto a lo que se refiere, explicar el mundo de la permacultura desde sus orígenes, y su entramado conceptual, y finalizamos introduciendo la temática central de esta serie explicativa de la permacultura del cannabis, en el contexto de consumo lúdico y medicinal, como el que se produce en el que llaman «Triángulo de Esmeralda» de California.
El uso de suelos abonados por las raíces de otros cultivos, o la fertilización previa al cultivo mediante el enterrado de residuos llamados abonos verdes, entra de lleno en la aplicación de la permacultura en el cultivo del cannabis.
Los estiércoles naturales muy crudos o de procedencia dudosa, no digamos ya los minerales de síntesis, son excluidos en este modelo, por no ser formas «naturales».
Los suelos silvestres contienen nutrientes, pero han sido procesados por lombrices, plantas, microorganismos variados, insectos, y un etcétera larguísimo… y es precisamente en ese contexto de equilibrio donde sería cultivado el cannabis de permacultura.
Como no podemos copiar a la naturaleza trataremos de replicar sus procesos, por ejemplo en bancales, donde durante el invierno, a ser posible de dos temporadas, acumulamos todo tipo de residuos orgánicos, lo más heterogéneos posible, asegurándonos así una Tierra Natural, que por cierto, también añadiremos.
De este modo se logra una fertilidad muy adecuada para conseguir unas plantas que si bien no tienen tal vez esa exagerada producción que logran los abonos solubles minerales, si producen flores muy sanas, libres de hongos, y de una calidad organoléptica extraordinaria, y libre de contaminantes que esta planta tan extractora hubiera podido captar e incorporar en suelos convencionales o no tutelados y mimados.
Como dije antes, otro aspecto sería evaluar el cannabis sativa como planta tradicional que proporciona fibra, proteína, madera y aceite, como modelo ideal de la variabilidad que la permacultura, trata de implementar a todos los procesos productivos tendentes a mejorar e integrados en la «Lógica Natural».
Id preparando sendos bancales, porque esta técnica da para mucho, y una vez viváis la experiencia de copiar a la naturaleza, difícilmente podáis desengancharos de tan sanísimo vicio. La permacultura es en verdad la esperanza última, de la vida contra el mal progreso y todos los daños a la salud que estamos viendo. No dejéis de pensar en Glauco.