Por Eme
El acceso democrático al cannabis, una utopía más cercana…
La Fundación Daya está dirigiendo el que ha sido el primer cultivo de cannabis medicinal de Chile y de Latinoamérica, un hito que ha sido posible gracias a la voluntad de esta institución y cuyo desarrollo ha sido autorizado por el Servicio Agrícola Ganadero (SAG), la Intendencia Metropolitana y la Municipalidad de La Florida. La plantación tiene como objetivo cosechar 75 kilos de cogollos, destinados a pacientes oncológicos.
En Chile está prohibido el cultivo, la cosecha, la venta y el transporte de la droga, y las penas por infringir la ley llegan hasta los 15 años.
Tras superar algunos problemas burocráticos -la ley sólo permite el uso medicinal del cannabis con el permiso expreso de varios ministerios-, la Fundación Daya sembró el pasado mes de octubre 850 semillas en un terreno cedido por el ayuntamiento de La Florida, en el extrarradio de Santiago de Chile. La plantación está situada en un recinto muy protegido, con altas paredes metálicas y alambres de púas, custodiado por guardias de seguridad. Las 400 plantas recolectadas se cosecharon hace unos días y de ellas se extraerán 7,2 litros de aceite analgésico de cannabis que se administrará gratuitamente a partir de enero de 2016 para aliviar el dolor a los pacientes de cáncer, que hasta ahora se sometían a tradicionales y costosos tratamientos privados.
Un cultivo complejo con grandes resultados
La cosecha tuvo lugar la semana pasada, y durante la jornada el personal médico, junto a la presidenta de Daya, Ana María Gazmuri, y el alcalde de La Florida, Rodolfo Carter, cortaron las ramas, separaron las hojas de los tallos y luego dejaron en la punta los cogollos, de los que se extrae el aceite paliativo.
Actualmente, los cogollos y hojas, sometidas a óptimos controles de temperatura y humedad, se han transportado a un “laboratorio médico muy serio”, aunque no ha trascendido su nombre comercial, donde se producirá el fitofármaco siguiendo una regulación estricta y el protocolo ISP. El proyecto incluye la realización a su vez de un estudio clínico que permitirá analizar los efectos del cannabis en los usuarios y que según los responsables de la Fundación abrirá un nuevo camino en el estudio sobre los usos terapéuticos de los cannabinoides.
Pocos días antes de que se hayan recolectado las hojas de la plantación de La Florida, de las que se obtendrán 160 kilos de aceite medicinal, pudimos visitar la plantación y os queremos mostrar las hermosas plantas de cannabis que la componen, que superaban el metro y metro y medio. Una vez comprobada in situ la magnitud del cultivo quisimos conocer algunos detalles sobre su desarrollo. Los responsables de la plantación nos confirmaron que los fertilizantes usados en este proyecto son de la marca española Top Crop, que escogieron por su gran concentración, ya que para un cultivo con tantas plantas se hubieran tenido que emplear cantidades muy grandes de fertilizantes con mayor desembolso y resultados iguales o inferiores. Las variedades que han usado son híbridos feminizados principalmente índicos y caracterizados por su estabilidad y alto rendimiento.
La siembra de las 850 plantas de cannabis se realizó en octubre de 2014, luego se redujeron sólo a las hembras, que son las que producen el aceite, por ahora destinado sólo a pacientes de cáncer mayores de edad.
Durante el cultivo, han surgido distintos inconvenientes que amenazaban con echar a perder la cosecha y que han tenido que superar uno a uno, entre otros las tormentas épicas en marzo. Pero los jardineros de Daya fueron capaces de reducir el daño, y el resultado salta a la vista.
Un hito histórico que siembra el futuro de la despenalización en Chile
Este cultivo se ha podido desarrollar gracias a la Fundación Daya, una organización chilena sin ánimo de lucro que investiga y promueve terapias alternativas. Daya ha contado con el sorprendente apoyo de un edil conservador, Rodolfo Carter, que se ha atrevido a dar un paso que otros políticos más progresistas habían rechazado.
Aunque en Chile se puede consumir marihuana, su cultivo o venta llevan aparejados penas de hasta 15 años de cárcel. La cosecha en La Florida ha coincidido precisamente con el inicio de un debate institucional sobre la despenalización del cultivo de marihuana para consumo privado o fines terapéuticos, un debate que inició la pasada semana el parlamento chileno. La nueva medida admite el cultivo de hasta seis plantas por hogar y el porte de 10 gramos por persona, sin embargo, prohíbe su consumo en la vía pública en cualquiera de sus formas. En la práctica, esta iniciativa supondrá retirar la marihuana de la lista de estupefacientes ‘peligrosos’ (una clasificación promulgada por la presidenta Michelle Bachelet en su primer mandato 2006-2010), y trasladarla a la llamada zona dos, que aglutina las drogas menos ‘agresivas’.
Una modificación a la actual ley con la que comulgan los impulsores del proyecto de La Florida para quienes «claramente la marihuana no está al mismo nivel que la cocaína». La presidenta de Daya, Ana María Gazmuri, ha hecho una valoración positiva del inicio de esta experiencia: “creo que vamos en la buena dirección con el debate que se ha iniciado en el Parlamento chileno sobre la despenalización: bajo mi punto de vista es lo sensato porque además la Ley 20.000 chilena trata a los usuarios como delincuentes y vulnera los derechos humanos de los consumidores, medicinales, recreativos o espirituales- no olvidemos que en Chile hay etnias y grupos que usan el cannabis con fines espirituales o religiosos-”. Según ha calificado Gazmuri “mantener una ley como esta es una irresponsabilidad, y más teniendo en cuenta que en Chile hay 15.000 niños que padecen epilepsia refractaria y cuya única vía paliativa es el cannabis medicinal”. A juzgar por los movimiento sociales que se están afianzando en Chile, esta es una reivindicación que cuenta cada vez con más respaldo social. Sin ir más lejos, hace dos semanas una marcha multitudinaria recorría las principales ciudades chilenas bajo el lema ‘Ponte en mis zapatos’. En ella, diferentes asociaciones de usuarios de cannabis terapéutico y algunos colectivos sensibilizados hicieron llegar al Gobierno una carta en la que piden empatía y un trato justo para estos pacientes.
En Chile, que según Naciones Unidas es el tercer consumidor de marihuana en Sudamérica, también existe un grupo de madres agrupadas en “Mama Cultiva», que cultivan cannabis clandestinamente porque sus hijos padecen epilepsia refractaria, es decir, rechazan los anticonvulsivos, y sólo logran detener las convulsiones con el aceite de marihuana.
Con el avance legislativo hacia la despenalización del consumo de cannabis y la primera cosecha de este psicotrópico para fines medicinales, se abren las puertas de la esperanza para muchos enfermos chilenos quienes hasta el momento eran criminalizados por intentar aliviar su sufrimiento. Sin embargo, el proyecto debe aún ser aprobado por la cámara baja y el Senado.
Planes de expansión para el cannabis medicinal en Chile
Un día después de que en la comuna de La Florida se realizara la primera cosecha de esta plantación, la Fundación Daya manifestó públicamente su intención de amplificar la iniciativa para así alcanzar a un mayor número de pacientes oncológicos (con la actual plantación se beneficiarán unos 200 pacientes oncológicos de La Florida).
Según informó entonces la presidenta de la Fundación Daya, “ya se está trabajando en el diseño de un proyecto de mega plantación en la zona central”, que espera presentar durante el próximo mes de mayo al Servicio Agrícola y Ganadero para acceder a la autorización respectiva. «Este segundo proyecto va a beneficiar a 4.000 pacientes de todo Chile», dijo Guzmuri. Daya reveló que están trabajando con varias localidades: «Ya hay 12 que están en el proceso de entrar en el proyecto», y se quiere ampliar el número a 20, entre ellas Quilicura, Independencia, Rancagua, Concepción, Calama, Melipilla, Arica, Punta Arenas y Puerto Natales.
Si se consigue un cultivo que involucre y beneficie a 20 municipios, se logra el objetivo de bajar considerablemente los costes de la producción del aceite y que éste llegue a más personas.
Desde los distintos estamentos participantes pretenden evaluar los resultados del primer proyecto antes de ampliar la iniciativa: comprobar primero que el trabajo de La Florida es efectivo y da resultados médicos. Y si fuera posible les gustaría contar con la participación de una universidad.