Por Drogoteca
Vamos a poner, antes de nada, las cosas en perspectiva. Tú eres un chaval, o una moza, o un padre de familia, o una madre -da igual- que, por ejemplo, llevas unos gramos de cannabis encima.
U otra droga para tu consumo, no hablo de tráfico.
Caminas por las calles de una ciudad de USA (donde su magnífica policía mata más gente en un unos meses que el Reino Unido en 100 años de historia) viéndote sorprendido por uno de estos agentes armados que quiere hacerte “una inspección a fondo de tus agujeros y cavidades porque la ley se lo permite al sospechar que llevas drogas” -y de una u otra forma tienes la suerte de no acabar con un balazo en el cráneo que te saca del bolsillo, o del interior de tu cuerpo con vagina y/o ano incluidos, un poco de marihuana o de hashís o de opio… te conviertes en un “drug offender” que ha cometido un delito por el que puede cumplir prisión. Te tocó.
Vamos un poco más allá.
Cultivas en tu huerto unas plantas de cannabis para las dolencias de la epilepsia de tu hija pequeña, que parece que no mejoran con nada excepto con la planta de la marihuana. Una señora un día se te acerca en un parque cuando te ve con tu hija, y te comenta algo sobre su sobrina, que sufre también trastornos relacionados con la epilepsia. Hacéis algo de trato, y con unos días le comentas que a tu hija le das cannabis porque es lo único que funciona. ¡¡La has cagado!! Era una policía de paisano (o el familiar de uno que se escandalice) y acabas de delatarte en varios delitos, de drogas y contra los derechos del menor. Puntúas para “drug offender”. Pa’ dentro, por mala madre.
Venga, hablemos de los malotes de las drogas.
Eres un malote, un rebelde que no sabes qué cojones hacer con tu vida. Pero descubres que eres bueno con la química y que tienes unas manitas de oro. Decides ponerte a aprender síntesis y, ya que te gustan las drogas, sintetizas una ilegal para tu consumo privado. Con esto ya entras en la cárcel, pero vamos a ponerlo algo más feo.
Como resulta que eres un crack de los matraces, te atreves con una síntesis de LSD y te sale bien. Tanto que te juntas con unos gramos (muchas dosis) y le vendes por el precio de coste la mitad a un amigo psiquiatra que quiere experimentar con la sustancia. ¡¡Eres un jodido químico clandestino y narcotraficante!! Te pilla la policía, y aunque encuentran la LSD a la primera (porque va en una bolsa que lo pone, dentro de un vial sellado) te hacen de todas formas una revisión de agujeros corporales por si te has metido un contenedor de barco por el recto que traiga inmigrantes ilegales al país. Y luego, por si te hubieran metido ya poco, te mete un juez y un jurado una condena de por vida, porque a los que andan con drogas, cadena perpetua porque somos civilizados. Si es Irán o China, te ejecutamos en público con música y cantos. Eres todo un “drug offender”, chavalote. Un enemigo público que, aunque no hayas causado daño a nadie, ni obligado a nadie a hacer nada, ni tu sustancia haya causado daño a ninguna persona, mereces no volver a ser un ser humano en libertad.
Esto es el panorama de lo que se considera “drug offender” en USA: no hablamos de mafiosos con armas que organizan un tiroteo con 10 muertos, aunque sea por drogas. Y sí, con cualquiera de los 3 ejemplos anteriores -hasta ahora y veremos por cuánto tiempo más- ibas preso y por un delito que quedaría marcado de por vida en tus registros y datos. ¿El peor sitio del mundo? No lo tengo claro, porque en otros países cortan los dedos a los jóvenes que fuman -tabaco- para que no fumen, y a los que andan con drogas los cuelgan en grúas a la vista de todos, con dinero que también financia la ONU con sus programas de lucha contra las drogas en esos países: ¿pena de muerte? Bueno… si no hacéis mucho ruido… a nosotros nos da igual. ¿Es mejor estar en USA que en Irán o China? ¿Prefieres morir asesinado por el estado o cárcel toda la vida?
Hoy he visto -otra vez más- la ejecución de un hombre (negro) desarmado y de espaldas con 8 tiros disparados a placer y sin inmutarse por un policía (blanco) que luego simulaba haberlo hecho en defensa propia y alegó haber sido atacado. Un vídeo que alguien grabó y filtró a la familia y los medios, ha sacado valientemente la verdad a la los ojos de todos, de manera que el escándalo está servido de nuevo. Ser negro en USA cuesta caro, de hecho además de ser los más asesinados por la policía (qué cosas, no?) les toca ser los más hostigados con el tema de las drogas, y casualmente son los que tienen todos los récords en condenas. Ser policía blanco y matar negros por afición, sale mucho mejor.
Extorsionar a gente por llevar dinero (ganado legalmente en un casino) y restos de cannabis en un grinder bajo surrealistas leyes de lucha contra el narcotráfico está de moda, si eres madero en USA. Y viendo que disparan por placer, es mejor quedarte quieto según te roba o te violan en una de esas inspecciones: ¿prefieres que te robe, te viole o te mate directamente?
Para rematar el cuadro -acojona, el país de las libertades- la tasa de encarcelación de los USA sobre sus propios habitantes es la mayor del mundo. Sí. No les engaño. Miren en Wikipedia que lo sabe todo (o casi). Yo no me atrevo a pasar ni por el espacio aéreo de semejante país, de la misma forma que evitaría Corea del Norte, Arabia Saudí o cualquier otra satrapía peligrosa para sus propios habitantes.
USA es la vergüenza de occidente. Todos tenemos ese conocido “grande físicamente” que no tiene casi cerebro y lo suple con fuerza bruta, hasta aplastar a quienes tiene cerca. La administración -el estado- en USA es directamente medieval con sus ciudadanos, aunque como ellos carecen de historia previa a la aniquilación de los indios, se sienten más pistoleros del salvaje oeste. Y a la cabeza visible, Obama.
Este buen hombre -negro también pero de tez más clara que los que suelen matar- lleva ya una larga temporada de presidente. Demasiado, como todos. Y dado que las leyes en USA no le permiten volver a intentarlo, sabe que está al final de su carrera: debe hacer los gestos que un “Premio Nobel de la Paz” ha de escribir en la historia. La “paz” con Cuba será uno posiblemente para apuntarse el tanto del final de partido, y otro es el perdón a algunos “drug offenders”. En concreto ha anunciado el perdón a una veintena de ellos, pero han puesto bajo examen a 215.000 posibles candidatos. Tienen las cárceles petadas y el negocio de las cárceles privadas va cuesta arriba chupando dinero que el estado empieza a no tener como antes, así que la esperanza de muchos es que -aunque sea de 20 en 20- siga perdonando a gente que no ha hecho daño a nadie como “drug offenders”.
Prefiero no echar la cuenta de cuánto tiempo haría falta para sacarles a todos a ese ritmo.
Medidas cosméticas de final de mandato como ésa y como otras que vemos en nuestro país, son bastante inútiles cuando son gestos aislados y no enfrentar el problema de un estado voraz que en su locura ha fagocitado -como Saturno- a sus propios hijos. Algunos analistas lo pretenden comparar con “los perdones de Carter a los desertores e insumisos de Vietnam” y no les falta razón: en ambos casos se trata de absolver de penas de prisión a personas que no han causado daño a nadie -y que no querían matar en el caso de Vietnam- y que ahora la conciencia pública opina que “ya han pagado su deuda con la sociedad”. ¿Pero acomete el estado esa posible salida de presos sin delitos de sangre con la misma celeridad que mata gente o los mete en la cárcel por motivos espurios? No lo parece.
El gesto de un “perdón” sobre un error propio como es el caso de la administración USA y de sus presidentes, Obama incluido y ahora mismo al mando, al meterse en una guerra contra las drogas que es una guerra contra sus propios ciudadanos, me parece repugnante.
¿Imagináis “conceder el perdón” como jefe de estado a los “delincuentes homosexuales” porque “ya han pagado suficiente para el gusto popular”? ¿Perdonar a una mujer para que no vaya a la cárcel o sea lapidada por “haberse dejado violar”? Pues algo así con los “drug offenders”, un perdoncito de buen rollo…
Me recuerda mucho a un gesto que hacían los emperadores romanos con el dedo, dando gusto a la marabunta y ofreciéndoles sangre (o perdón) en la arena del circo. Y me provoca otro gesto con un dedo, pero con más “corazón”. Una gran peineta, sin acritud.
No, Obama. No llega. No vale. No sirve. Ni de lejos.
Tu perdón apesta a mentira y al retiro político-histórico que te quieres marcar.
Métetelo por donde amarga el pepino.
No buscamos perdón, exigimos justicia.