por Dr. Fernando Caudevilla
La llegada de los europeos a América dio lugar a la incorporación al mundo occidental de multitud de plantas psicoactivas hasta entonces desconocidas para el “hombre civilizado”.
La represión farmacológica llevada a cabo por la Iglesia Católica durante los siglos XVI y XVII declaró “satánicas” al peyote o los hongos psilocibios entre otros pero algunas de estas plantas han permanecido ocultas casi hasta nuestros días. La Salvia Divinorum ha sido usada de forma ancestral en rituales de adivinación y curación por parte de los Indios Mazatecas del Estado de Oaxaca en México. En 1962, la planta fue caracterizada e incorporada al mundo occidental por R. Gordon Watson y A. Hoffmann (el padre de la LSD) en el transcurso de sus investigaciones sobre las phantastica en México.
La Salvia Divinorum presenta unas características únicas que la hacen especialmente interesante. Pertenece a la familia de las mentas, ampliamente distribuida y sin otros representantes conocidos en el mundo enteógeno. Desde un punto de vista químico, no pertenece a una familia psicoactiva habitual sino a una nueva clase de compuestos sin actividad previa conocida: los diterpenos. Además, los principios activos de la Salvia Divinorum son eficaces en la escala de los microgramos, lo que lo hace el enteógeno natural conocido más potente sobre la faz de la tierra (tan solo la LSD, sintética, es eficaz a tales concentraciones). Actualmente no está fiscalizada en la mayor parte del mundo, y tanto su cultivo como su venta o consumo son legales, al menos por el momento.
La Salvia Divinorum es una planta semitropical, perenne de la familia de las Labiatae (mentas) nativa de ciertas áreas en la Sierra Mazateca de Oaxaca, en México. En América existen más de 500 especies similares agrupadas en el subgénero Calosphace. La planta adulta es verde, supera fácilmente el metro de altura con hojas grandes y un tallo cuadrado carnoso y distintivo. Las flores tienen el cáliz morado y la corola blanca, aunque la floración es dificultosa y en nuestro medio suele reproducirse por esquejes.
El uso tradicional de la Salvia por parte de los Indios Mazatecas comprende una faceta terapéutica y otra adivinatoria. Como fármaco en sentido médico es usada como tónico general, laxante, diurético, antirreumático, para el dolor de cabeza o curar a los “adictos al alcohol”. Los curanderos la utilizan sobre todo durante las épocas en las que no hay hongos psilocibios disponibles. Es eficaz en el panzón de barrego, una enfermedad causada por la maldición de un brujo que coloca una piedra en el vientre del enfermo, lo que en la medicina occidental podría corresponder a la acción de un diurético sobre retención de líquidos en el organismo.
Como vehículo enteógeno, la Salvia Divinorum es tomada por el curandero, el paciente o aprendiz o ambos, según la situación, con el objetivo de inducir visiones, encontrar la causa y el remedio de una enfermedad y obtener respuestas a preguntas sobre amigos, enemigos y parientes. El aprendizaje de su manejo es, además, el primer escalón en el aprendizaje chamánico, como paso previo al manejo de sustancias con efectos más fuertes. Las tradiciones mazatecas aparecen mezcladas con las cristianas, de forma que la Salvia es una encarnación de la Virgen María, a través de la cual la planta posee sus propiedades mágicas. La planta es conocida por los indios como ska María, ska Pastora y es tratada con respeto y devoción.
Los principios activos y el mecanismo de acción sólo han comenzado a ser estudiados recientemente. A principios de los 80 se extrajeron y caracterizaron las dos primeras moléculas responsables de los efectos psicoactivos de la planta: Salvinorina A y Salvinorina B y a principios de la presente década se ha caracterizado un tercer compuesto, Salvinorina C. Estas sustancias (denominadas diterpenos) tienen en común una estructura química completamente distinta a la de otros enteógenos, que suelen estar relacionados de una u otra forma con los alcaloides. El THC, principio activo del cannabis, es el otro psiquedélico bien conocido no alcaloideo, lo que no quiere decir que comparta el mecanismo de acción con la Salvia. De hecho la forma en la que la Salvia produce sus efectos sigue siendo un misterio: los estudios llevados a cabo hasta el momento no han encontrado acción sobre sitios habituales para otros psicoactivos en el cerebro (neurotransmisores, inhibición de la MAO, canales iónicos…). Los experimentos llevados a cabo con Salvinorina A pura muestran que los efectos de esta son muy similares a los obtenidos con la planta entera, por lo que, por lo menos hasta el momento se cree que es el principio activo fundamental. Estos mismos experimentos muestran que la Salvinorina no es activa por vía oral y que se elimina completamente por el tracto digestivo sin apenas absorción: los efectos sin embargo son notables por vía transmucosa (a través del contacto con los tejidos del interior de la boca) y pulmonar.
La experiencia con Salvia Divinorum es completamente distinta a la que se consigue con otros psiquedélicos; aunque presenta efectos paralelos a los de algunos alucinógenos (la despersonalización experimentada con ketamina, la rapidez y corta duración de la DMT fumada…) supone una experiencia de características únicas. En un intento de clasificar la potencia de sus efectos se ha propuesto una escala de efectos progresivos según la dosis.
EFECTOS DE LA SALVIA DIVINORUM |
Subtle: Suave relajación. |
Altered perception: Amplificación sensorial visual y auditiva. |
Light visionary state: Ilusiones visuales con ojos cerrados, frecuentemente fractales y patrones geométricos bidimensionales. |
Vivid visionary state:Escenas complejas tridimensionales, viaje chamánico. |
Immaterial existence: Pérdida del “yo” y del contacto con la realidad. |
Amnesic effects: Estados de sonambulismo, agitación y amnesia. |
Existen temas comunes en las visiones y experiencias descritas: transformarse en objetos, visión de superficies y membranas bidimensionales, visita a momentos del pasado (en particular la infancia), pérdida del cuerpo y la identidad, sensación de movimiento, percepción de estar en varios lugares al mismo tiempo, risa histérica… Con dosis altas se ha descrito frecuentemente cuadros en los que la persona deambula, aparentemente sin sentido ni control, seguidos de amnesia.
Si los testimonios coinciden en señalar las especiales características de la experiencia con Salvia, también coinciden en que no hay nada interesante en el estado amnésico inducido por altas dosis y en que todos los que han llegado a él no tienen interés en repetir.
Las formas tradicionales de administración de la Salvia Divinorum, según han revelado los chamanes, son dos: la infusión de las hojas (alrededor de 10 hojas como fármaco, entre 20 y 80 hojas como vehículo de adivinación) y el mascado de hojas. Es necesario emplear un número muy elevado de hojas para alcanzar los efectos: como ya se ha señalado, la eficacia de los métodos tradicionales va a depender más del tiempo que estén los principios activos en contacto con la boca que con la cantidad que se trague.
Los efectos tardarán en aparecer alrededor de 30 minutos, pudiéndose prolongar la experiencia a lo largo de 1,5-2 horas.
Fumar las hojas de Salvia, directamente o a través de una pipa es uno de los métodos “modernos” de utilizarla. La dosis activa media es entre 200 y 500 microgramos, que se podrían alcanzar con entre 100 y 200 mg de hojas. Los efectos se comienzan a notar rápidamente, alcanzando un máximo a los 10 minutos y extendiéndose a lo largo de una hora. En general la vía pulmonar produce una experiencia más intensa que los métodos tradicionales. La Salvinorina A se vaporiza con altas temperaturas, por lo que es conveniente utilizar una pipa de agua, realizando inhalaciones profundas y rápidas. Debido a la gran cantidad de humo que es necesario inhalar, existen preparados de hojas a los que se ha añadido extracto de Salvinorina (extractos x5, x7 y x10) para los que teóricamente habría que usar entre 5 y 10 veces menos cantidad. Asimismo, se encuentra disponible desde hace poco tiempo extracto de Salvinorina A pura.
No existen datos que indiquen toxicidad, contraindicaciones, potencial de adicción ni efectos adversos físicos o psicológicos a corto o largo plazo en su uso tradicional. Ya que el principio activo parece ser único, cualquier hipótesis es pura especulación. Sin embargo, el hecho de tratarse de un compuesto relativamente nuevo en Occidente, utilizado de forma minoritaria y sobre el que se sabe todavía relativamente poco hacen prudente adoptar una actitud conservadora: todavía no sabemos qué efectos adversos pueden producirse, por lo que las personas que decidan experimentar con la Salvia deberían aplicar medidas encaminadas a reducir riesgos. La experiencia nos muestra que al cambiar una droga de su “entorno natural” y variar la vía de administración la aparición de problemas es más probable (la hoja de coca es un buen ejemplo). Así, el uso de métodos tradicionales sería, al menos de forma teórica, más seguro que los modernos, a costa de perder psicoactividad.
Se ha descrito que existe susceptibilidad individual a los efectos de la Salvia Divinorum, de forma que algunos individuos alcanzarán grandes efectos con dosis pequeñas y viceversa. Además existe una gran variabilidad en el contenido y pureza de distintas hojas. Por estos motivos es importante la presencia de un cuidador que pueda ayudar en el caso de que aparezcan problemas. Esto resulta indispensable durante las primeras experiencias, si se está utilizando una vía más potente o si hay posibilidad de autolesionarse (presencia de vaporizadores, pipas encendidas…)
Las características del viaje con Salvia la hacen muy poco indicada como complemento para “ir de fiesta”. La experiencia debería tener lugar en un sitio tranquilo, conocido, sin posibilidad de ser molestado y en buena compañía. El viajero debería de permanecer tumbado y con los ojos cerrados. El desconocimiento de su forma de acción hace que tampoco sea prudente mezclarla con otras sustancias, especialmente con depresores (alcohol, GHB) o disociativos (ketamina).
Comenzar siempre con dosis bajas hasta conocer la susceptibilidad personal, espaciar las experiencias, abstenerse del consumo si se está bajo tratamiento médico, psiquiátrico, o simplemente mal de ánimo… son medidas que entran más en el campo del sentido común que en la reducción de riesgos, aunque nunca esté de más recordarlo.