Por David Hurtado
¡Bloques y paneles aislantes de cáñamo y hongos!
La bioconstrucción es, dentro de la construcción y la arquitectura, una corriente que se extiende cada vez más por el mundo y que trata de unificar criterios para que los principios de ecología y respeto al medio ambiente se apliquen cada vez más, hasta lograr que nuestro impacto en la tierra sea globalmente lo menos dañino posible.
Se está generando un movimiento planetario realmente muy serio en torno a este objetivo de reducir la huella ecológica, desde un profundo sentido de responsabilidad y conciencia, sabiendo que simplemente heredamos la tierra por un tiempo, como tantas veces se ha dicho, para cederla a los jóvenes que van llegando. Este movimiento de millones de personas ya ubica al cáñamo como un salvavidas global.
Fukuoka advertía hace años sobre un colapso medioambiental, en el que la muerte de las abejas por múltiples causas, podría general una espiral de desórdenes del ecosistema, empezando por la reducción de la polinización, pero también la presencia de contaminantes está generando una terrible erosión genética y de la biodiversidad.
En este sentido, teniendo en cuenta que la construcción es una de las actividades más agresivas y contaminantes que ejercemos los seres humanos sobre el planeta, los materiales ecológicos de cáñamo representan una esperanza realmente muy viable para revertir el proceso, aunque muchos críticos y detractores lo quieran asociar a ingenuos sueños de idealistas doblemente verdes, verdes por ecológicos y verdes por amantes del cannabis.
Pues fíjense… señores, la gran oleada mundial de pioneros… ¡no están nada verdes!
Si acaso verdes de indignación porque no vayamos todos a una y el avance sea más lento de lo que debería ser, teniendo en cuenta que la urgencia la tenemos muy presente.
Cada vez más centros de investigación de todo tipo en el mundo están introduciendo el cáñamo en sus programas y presupuestos, para aportar sus propios avances en esta materia y posicionarse en el mercado, que desgraciadamente es el que manda en última instancia, de momento, para que las innovaciones sean viables.
Una de las innovaciones más sorprendentes, de los últimos años y en España este mismo año, son los materiales aislantes y estructurales basados en micelios de hongos y restos agrícolas.
Varios investigadores de la Facultad de Química y la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla han creado estructuras orgánicas 100% biodegradables partiendo de material vegetal de cultivos agrícolas, incluido el cáñamo, mediante un procedimiento de crecimiento de hongos.
La clave está en que tras colocar el material orgánico en moldes e inocular esporas, el hongo actúa como aglutinante dando cohesión a las partículas de carbono que de otro modo quedarían sin estructura, resultando un material con bastantes poros, y por tanto aislante, pero con unas propiedades excelentes de manejo en construcción, ligero y sin resinas químicas contaminantes.
Se puede partir de cáñamo o bien, paja de cereal, viruta de madera, cáscaras de arroz, hojas, y por otro lado especies de hongos tales como Pleurotus Ostreatus, Lentinula Edodes y Ganoderma Lucidum, usados por los investigadores.
En bioconstrucción un material así es realmente útil, al proporcionar un aislamiento muy eficiente, que reduce las demandas de energía del edificio, y la vez resulta completamente inocuo para la salud, comparado con otros.
También sirve para rellenar espacios de pared como módulos o bien unirse como paneles hasta crear la forma deseada. Los investigadores incluso indican que sirve como soporte de jardines verticales.
Ahora bien, si el cáñamo se planta masivamente, y abunda la cañamiza, ya sea mediante la adición de cal o bien por el hongo como aglutinante, el cáñamo será el material preferente de partida para crear estas estructuras para bioconstrucción, pero si el cultivo no despega se acabarán usando otros restos vegetales para crear tales productos.
Lo importante es que el impacto sobre el medio ambiente sea el menor posible, y sustituyan a los actuales derivados del petróleo, tan dañinos.
El investigador Eduardo Mayoral, responsable del proyecto cita: «Haciendo estos mismos paneles con micelio se evitarían todos estos problemas. El medio no reabsorbe una espuma derivada del petróleo, pero sí los residuos agrícolas y el micelio de hongo«
La posibilidad de que estos materiales lleguen a ser bienes de consumo, depende en gran medida de que el tejido empresarial apueste por patentes como éstas, ya que de otro modo quedan estancadas por muy positivas que sean.
En los ladrillos de cáñamo, es la cal quien hace de aglutinante, mientras que en este otro caso, son los millones de hifas del hongo compuestas de quitina, las que crean una red tridimensional que envuelve las partículas del material vegetal.
Esta técnica ya viene desarrollándose desde hace varios años en EEUU cuando los pioneros Eben Bayer y Gavin McIntyre fundaron Ecovative Design en 2007, quienes promocionan su invención diciendo: «Nosotros no fabricamos materiales, los cultivamos«.
Se cultiva el micelio, dentro de un molde con la forma deseada o entre dos tableros, conteniendo el material lignocelulósico (cáñamo, algodón, tallos de maíz, etc…) del que se alimenta el hongo, cualquier hongo filamentoso, que hace crecer sus hifas durante cinco días creándose un producto bien cohesionado con millones de pequeños filamentos aglutinando la mezcla de residuos agrícolas.
Cuando finaliza el proceso, se calienta hasta que muere el hongo y se evapora el agua que contenía la mezcla.
El mismo 14 de Mayo 2015, bajo el titular, «Ecovative Supports New York Industrial Hemp«, la empresa señala, como su tecnología está creando un tejido de soporte y una justificación para el incipiente pero explosivo desarrollo del cáñamo industrial en EEUU, concretamente en New York, aunque 19 estados más, están autorizando legislaciones para facilitar el cultivo.
Ellos han sacado un nuevo formato llamado Mushroom®Packaging antes llamado Greensulate, como material de embalado, que se suma a otros productos con ® que ya han comercializado en forma de acuerdos con varias empresas americanas de diferentes sectores.
Este embalaje, absorbe golpes, resiste el agua, es algo flexible aunque rígido y aislante térmico y acústico, pero por supuesto biodegradable y ecológico.
Es sorprendente como variando el material de partida, el tipo de hongo, y la condición ambiental, se obtiene una gama diferente de productos y propiedades. Por ejemplo, Myco Foam y Myco Board.
Myco Foam, es decir “micoespuma”, es de baja densidad, porque el micelio ha crecido de tal manera que acaba simulando a las espumas tipo poli/estireno/proileno/etileno, pero si bien estas últimas utilizan peligrosos químicos, el hongo sin embargo es inocuo, hasta el punto que sirve para abonar al descomponerse, si el cliente lo quiere enterrar en su jardín.
La compañía Puma, de material deportivo ya ha usado Myco Foam para transportar una edición limitada de tablas de paddle surf, y la multinacional Dell de equipos informáticos, también se ha sumado al apoyo del material al sustituir el polipropileno expandido por Myco Foam para la protección ante roturas durante sus envíos de ordenadores y accesorios.
No solo se queda aquí, ya desde 2007 Ecovative Design desarrolla una espuma fúngica para Ford, destinada a parachoques, puertas y paneles, para sustituir plásticos y otros sintéticos.
Otra aplicación peculiar de MycoFoam, ha sido para proteger las boyas que detectan los tsunamis en océanos, que se llaman DART-EDT y que el Pacific Marine Environmental Laboratory (PMEL) de Estados unidos deja caer desde sus barcos, de manera que van protegidas hasta destino y el revestimiento se deja descomponer en un plazo de 5 meses y sin contaminar.
También han sacado al mercado en octubre 2013, una tabla de surf basada en residuos agrícolas. La resistencia y rigidez se la confieren las quitinas para permitir que la tabla soporte el peso de una persona y la presión del esfuerzo, y de nuevo si se pierde, no representa una basura más en el mar.
Hasta la empresa Sealed Air quien inventó los plásticos de burbujas, y propietaria desde 2013 de la licencia para Europa, ha firmado un acuerdo para que Mushroom®Packaging se comercialice bajo el nombre de Restore®Mushroom® y la empresa de material de oficina Steelcase ya usa esta nueva marca de Sealed Air para sus empaquetados.
Por otro lado Myco Board o “micotablero”, que está en un rango promedio de resistencia, es muy parecido a los tableros DM para muebles, y se está aplicando como aislante en construcción bajo el nombre Mushroom®Insulation, con la singularidad de que son paneles rectangulares.
Estos materiales son muy adecuados para construcción porque reúnen varias características muy importantes, por un lado, como decíamos, son aislantes, pero también resisten el fuego sin poseer sustancias químicas retardantes, son eficientes para una vivienda desde el punto de vista energético, y son ideales para techos y paredes por ejemplo de locales comerciales.
Ecovative Design ha creado un pequeño prototipo de vivienda www.mushroomtinyhouse.com introduciendo su material entre dos capas de tablillas de madera, que cuando seca al cabo de un mes, genera un murito o placa muy muy fuerte, aislante, y como decíamos ignífugo y acústico.
Por eso la compañía acordó con la Fortiber Building Systems Group® en Noviembre de 2013 un acuerdo comercial bajo el producto MycoFiber® para crear unos tableros de hifas fúngicas para el enorme mercado americano, al que tanto le gusta este tipo de materiales ligeros muy adecuado para toda la industria del bricolaje y las viviendas ligeras autoconstruidas, para vender en grandes almacenes de construcción.
El prestigioso organismo «Cradle to Cradle Products Innovation Institute» de certificación de calidad medioambiental y humana, premió a la empresa con su certificado Gold Cradle to Cradle® o «Cuna de Oro» por la excelencia de sus productos.
También ha recibido muchos otros premios como uno reciente en Austria en 2014 por innovación.
Es más que evidente que en cuanto EEUU abandere el cultivo del cáñamo, esta empresa tan bien posicionada será líder utilizando la cañamiza a nivel nacional.
Los materiales de cáñamo comenzaron hace muchos años una andadura por conquistar el liderazgo de la sostenibilidad y van camino de conseguirlo, esperemos que comiencen a ser realmente competitivos para que el mundo entero se sume a esta ola de conciencia para salvar el planeta.
Ésa, y no otra, es la auténtica seña de identidad del cáñamo y la misión que ha de cumplir para beneficio de todos.