Por Drogoteca
Tengo un especial cariño a Ross Ulbricht.
No le conozco, aunque tengo la impresión de que debe ser un gran tipo que ha tenido la mala suerte de estar muy por delante de su tiempo.
No le conozco como me gustaría, porque realmente llevo en contacto con cosas que han nacido de su mano un tiempo. Desde el primer artículo sobre Ross o sobre su creación –Silk Road– hasta hoy, creo que he escrito unas 30 veces sobre el asunto y he hablado incontables ocasiones con sus padres, amigos y otras personas que “tenían algo que ver” en todo este circo generado alrededor de Tor, el Bitcoin y un nuevo paradigma como mercado de drogas en Internet salido de la mente de este joven.
Creo que desde el primer día, sabía que esto llegaría: que tendría que escribir sobre su muerte o su prisión. Y así ha sido. Es el momento de ajustar cuentas y ver que sobre sus espaldas ahora pesan 2 cadenas perpetuas a cumplir consecutivamente. Por si te mueres y vuelves a nacer; no es broma.
Siempre disfruté pensando que Dread Pirate Roberts saldría adelante sin ser capturado, que los “buenos” no ganarían esta vez, que se haría justicia por otras vías. Pero no pudo ser.
A Ross le cogieron, y está jodido. Dos vidas jodido.
He querido esperar el máximo posible antes de escribir este texto, por ver si pasaba algo, por ver si alguien levantaba la voz un poco más para quejarse de un destino injusto a todas luces dado contra alguien sin sangre en sus manos. Y que lo quieren llamar justicia. Pero no. No ha podido ser.
Sin embargo me ha servido para entender que, a pesar de su carta de “arrepentimiento” que es necesario leer varias veces y con detenimiento en todas las palabras, Ross no midió bien el dolor en sus carnes, pero tuvo claro cuál sería el destino actual de quien osase cruzar la linea que él estaba dispuesto a cruzar. Lo tuvo claro desde que eligió su pseudónimo para Silk Road: Dread Pirate Roberts. El pirata inmortal que o era capaz de sobrevivir a la propia vida o tenían que ser varias personas, pero era suficiente para que la leyenda continuase. Ojo de buen cubero: el barco partió cuando Ross lo botó y, a pesar de su captura, su creación sigue surcando los mares y las aguas de las redes, en manos de otros capitanes que han tomado su relevo. Hoy no existe un Silk Road, existen decenas de ellos contra los que nada puede hacer la policía salvo desear tener suerte.
Si bien lo que Ross hizo, a un primer vistazo, es abrir un mercado de drogas que apenas funcionó un año y pico… ¿por qué 2 sentencias a cadena perpetua? No es nada normal, ni siquiera contra grandes capos de las drogas con muchos muertos en su haber y controlando auténticas organizaciones criminales, que hablan mediante narcomantas -mensajes escritos sobre los cadáveres o con la sangre de los cuerpos de los asesinados y difundidos por las redes- como ejemplo de la atrocidad disponible.
A Ross no le condenan por las drogas, como se ha vendido en los medios que no paran de repetir en inglés “drogas duras como la heroína, cocaína y LSD” a modo de clavos en el ataúd de Ross. El pecado de Ross ha sido echarle un pulso al sistema con una idea que estaba pensada para saltarse todas las leyes, regulaciones e impuestos sobre un mercado libre en personas libres. Y encima conseguir que cientos de miles de personas de todo el planeta se pusieran de acuerdo para usar navegadores especiales, acceder a una red oculta a los buscadores como es Tor, aprender seguridad y a usar el Bitcoin, dejando inaugurado un paradigma que seguirá con nosotros mucho tiempo.
Cuando Ross se dio cuenta de que las drogas eran una mercancía que levantaba muchas cuestiones no resueltas, como su pureza o falta de ella y los riesgos para el consumidor del mercado negro, empezó a poner soluciones, instaurando la valoración por parte de los usuarios, un control a los vendedores, e incluso contó con el Doctor X dando consejos de reducción de riesgos a quien lo solicitaba.
Este punto es objeto de controversia, ya que por un lado la juez se ha despachado a gusto contra la defensa por haber intentado usar este asunto como una prueba a favor. Ha dicho que el argumento de la reducción de riesgos es una tontería y del doctor ha dicho que es un personaje despreciable, tras achacarle unos textos incorrectamente. ¡Qué boquita tiene la juez! Pero en ese aspecto, hay una parte de razón para ambos. La defensa ofrece ese aspecto como encomiable labor, y lo es. Pero la juez lo ve más como “integración dentro del servicio de la banda criminal”. Y lo es.
De hecho era uno de los detalles que podía hacer preferible la existencia de Silk Road frente a otros, y no recuerdo que a nadie se le pidiera una prueba de compra para hacer uso del mismo: estaba abierto a todo el mundo. Yo creo que es lo correcto, y creo que el modelo de tener un médico dando consejos sobre “como no matarte con las drogas” -reducción de riesgos- es mucho mejor que el de tener a un tipo vendiéndote heroína con la punta del cuchillo con el que está comiéndose un filete. Las cosas como son. Creo que es un paso positivo el que -por fin- alguien se plantee hacer las cosas con cabeza, si lo que pretendemos es que no se mate nadie sin buscarlo. Moralmente me parece un avance.
Pero en USA la perspectiva es distinta. Allí consumir drogas es un delito. Incluso si llamas para salvar la vida de tu amigo en una sobredosis estando juntos, estáis cometiendo un delito. No una falta. Delito, con lo que eso significa en “el país de la libertad”.
Allí no pueden imaginar que -como ocurre en Europa- existan grupos que en fiestas y lugares de marcha, trabajan con drogas, dan consejos sobre como tomarlas y no están todos presos.
Allí AiLaket o Energy Control no podrían existir tal y como les conocemos.
Allí resulta inmoral que un médico diga algo sobre las drogas que no sea “NO”.
Allí, que han legalizado la marihuana para uso común, médico y lúdico.
Aunque incluso salvando el salto cultural, la jueza tenía una parte de razón (la única que de momento he encontrado) al poner la cosa sobre papel y números. Si Silk Road en esa fase movió unos 1200 millones de dólares en drogas, ¿cómo pueden intentar vender que gastarse 500 dólares a la semana -lo que pagaban o donaban para ese servicio- durante unos meses sea reducción de riesgos? Eso de la matemática es casquería cruda, pero es. Yo entiendo la buena voluntad de Ross en ese aspecto -porque es un tipo muy inteligente- y de los que intervenían en ello, pero le faltaba mucho peso para poder esgrimirlo como defensa o atenuante en este caso. También comparto que si yo hubiera sido Ross, o Lyn -su madre- o su abogado, hubiera usado todo lo que pudiera porque es lo correcto legalmente hablando (y de cara a futuras apelaciones es lo correcto procesalmente hablando).
¿Es eso un ataque a la reducción de riesgos? Pues no. Es un desprecio y nada más. Es parte de la ceguera cultural que sufren con su guerra contra las drogas. Pero he podido ver en las redes cómo algunos usaban el argumento de que la reducción de riesgos era atacada y otros ofendidos por ese mismo argumento. Señal de que está viva y que necesita más trabajo y, desde luego, mucho más dinero que 500 dólares a la semana. El dinero de Ross podría haber financiado decenas de organizaciones de reducción de riesgos. Tenía aparentemente más interés en cambiar el mundo que le rodeaba que en amasar pasta, y no me parece descabellado ni exagerado pensar que -si hubiera podido llegar a una vida funcional manteniendo Silk Road y no caer preso- hubiera puesto más dinero en el asunto. Ross no buscaba enriquecerse a costa de otros sino crear algo que sirviera para todos.
El pecado de Ross ha sido no tolerar la mediocridad de un mundo que le parecía asfixiante, y hacer algo para cambiarlo. Antes decía que estaba por delante de su tiempo, porque mientras el gobierno USA le condena a perpetuas, en el tiempo que existió Silk Road con Ross Ulbricht, pasaron de tener prohibida la marihuana a desarrollar amplios planes de inversión legal para amasar fortunas vendiendo porros… legales.
Nadie puede pretender que un chico de 30 años -que ha creado un experimento online que modifica la vida real- pueda tener las respuestas a todo. Menos aún, las de una guerra no resuelta pero perdida como la de las drogas.
Mientras tanto, entre los señores de los nuevos mercados -los demás jugadores- que han estado atentos para no cometer los errores de los anteriores, y han aprendido mucho, dicen que no piensan rendirse. Comentaban hace unas horas que todos saben que si les cogen, les van a “follar vivos”, y que eso lo conoce cualquiera que haya estado en el mercado de la droga. Los mercados de drogas en internet no los inventó Ross, y existían mucho antes del Bitcoin y de Tor. En todos los países. De España he comprado drogas en varios, hace muchos años. Sigue la partida, con la ventaja de las nuevas herramientas a favor del anonimato en una guerra perdida de antemano.
No quiero cerrar sin anotar que he visto mucho odio hacia Ross, incluso entre personas relacionadas con las drogas, la reducción de riesgos, los mercados online de la darknet, etc. Pero no había fundamento detrás: la peor crítica es la ideológica y no perdonan a Ross su bandera libertaria con la que jaleó el espíritu de la gente.
Como me decía un conocido personaje y médico de este mundillo de la drogas, residente en USA, “si Ross Ulbricht fuera apolítico, le odiaría un poco menos, pero aún así seguiría siendo temerario, irresponsable y peligroso”.
No le falta razón: las mismas razones por las que esta persona le odia, a mí me hacen amarle. Distinta perspectiva.
La tragedia de Ross es el último espejismo en el que hemos caído.
La tragedia es nuestra, si no tenemos mejor destino que un agujero para una mente capaz de imaginar cambios viables sobre la realidad, como el que fue Silk Road aún con todos sus fallos.
La tragedia es nuestra mediocre sociedad, deletreando J-U-S-T-I-C-I-A con esa sentencia.