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Mi experiencia menstrual con el cannabis

Mi experiencia menstrual con el cannabis

Por Adhara Star

Poco o nada se puede leer sobre los efectos de un medicamento tan extendido y polivalente como es el cannabis sobre los inconvenientes que trae consigo ese mal trago que todas las mujeres debemos pasar cada mes durante bastantes años de nuestra vida.


Efectivamente, a priori cuando hablas de los efectos beneficiosos de la marihuana, nadie, o casi nadie, se plantea enumerar los que específicamente nos afectan a nosotras, y menos aún los que afectan al ciclo menstrual. Y es que, aunque a algunos (sobre todo a algunas) pueda parecernos obvio, la marihuana es una gran aliada contra ese terrorífico monstruo que puede llegar a ser el síndrome pre-menstrual.

El que un factor tan relevante para gran parte de la mitad de la población haya sido completamente nublado entre las masas de desinformación que forman el conocimiento general que hoy tenemos del cannabis, ni siquiera parece algo difícil. La prohibición, y su correspondiente demonización de las drogas, crea una gran barrera intelectual, y por desgracia también científica, al no permitirse la investigación con cannabis.

DYSMENINE OK

Evidentemente, la comunidad médica no te dirá nada sobre el cannabis y los dolores menstruales o las jaquecas que acompañan a este periodo, (no es que tu doctor vaya a saber mucho de su farmacología de todas formas), pero las farmacéuticas que ahora se tiran de los pelos si les nombras la marihuana, hace unas décadas la comercializaban, y uno de sus formatos en los EEUU hasta poco antes de la prohibición fue el Dysmenine.

El Dysmenine, como reza su embotellado, estaba indicado para la dismenorrea y los calambres, un medicamento para mujeres consistente principalmente en extractos vegetales cuyo principal componente era el cannabis, no era nada nuevo a su tiempo. Si nos paramos a hacer un repaso de los usos históricos del cannabis, podemos encontrar muchos más ejemplos de este tipo de uso, escondidos entre las sombras del colonialismo, el machismo, la prohibición y la religiosidad.

La historia del cannabis como fármaco en general se puede remontar a Mesopotamia y el antiguo Egipto, y siendo éste la farmacia del mundo, consta que se prescribió cannabis para todo tipo de dolores del útero. Así lo recoge el renombrado doctor Ethan Russo, experto en cannabinoides, en su artículo Cannabis Treatments in Obstetrics and Gynecology: A Historical Review. Un manuscrito en el que aborda los registros históricos del uso de la planta para tratar afecciones como la menorragia y la dismenorrea, así como los desajustes en el periodo, que parecen corregirse con el consumo regular en bastantes ocasiones. Pasando por China, el mundo árabe, la vieja Europa y hasta los más recientes usos estadounidenses, el doctor refleja el uso del cannabis en estos asuntos y lo hace marcando su convicción de la efectividad de los mismos. Además, se acompaña con la correspondiente crítica profesional de los médicos de la época a cada tratamiento, en los que rara vez algún doctor pone objeciones al uso del cannabis.

pentsao

El conocimiento de esta aplicación fue recurrente, así lo recogen el testigo de libros como el Dispensatorium Parvum, una de las primeras guías médicas árabes, allá por el siglo IX, en el que se habla del uso intranasal de marihuana para estos fines, o su equivalente chino, el Herbal, Pen Ts’ao.

A partir de aquí existen registros de este tipo de usos a muchos niveles en el mundo antiguo y moderno, desde Roma hasta Inglaterra, donde nos encontramos con una de las mujeres consumidoras de cannabis más famosas del mundo, la Reina Victoria, que lo consumía precisamente porque padecía de dolores agudos en el periodo.

El método de uso contemporáneo no está recogido en ninguna parte accesible, yo misma busqué cuando empecé a consumir si existía alguna contraindicación, si era adecuado mi consumo de cannabis para intentan combatir esos malditos dolores que me hacían sentir víctima de un alien parásito con mucho rencor hacia mis ovarios. Ni que decir tiene que tardé poco en abandonar la búsqueda académica e iniciar la ciencia experimental. Al fin y al cabo, la toxicidad del cannabis es irrisoria, y yo ya estaba bien hecha a un gran espectro de sus efectos. Y así, con la visita de la dama de rojo cada mes, he ejercido mi papel de farmacéutica loca con suficiente eficacia y soltura como para crear este pequeño ritual que ahora comparto con vosotros.

El dolor del periodo es un viejo conocido de muchas de nosotras y cuando viene de visita suele avisarnos, de uno u otro modo, ya sea con pequeños dolores que anuncian la tempestad que ha de venir o con otros síntomas de menor o igual molestia, nuestro cuerpo nos avisa de que hay que sacar la artillería pesada o perderemos un día de nuestra vida (en el caso de las más afortunadas) entre terribles sufrimientos de índole uterina. Aquí el señor doctor ya te ha prescrito que te tomes pastillas desde cuando más o menos hayas calculado que te va a bajar, durante un periodo fraccionado de cada 8 horas, hasta que creas que ya no te va a doler más. Esta es la especificidad del ginecólogo medio. 
Cuando se trata del cannabis la cosa cambia, el efecto paliativo es mucho mayor que el preventivo, aunque si eres una habitual del ‘wake & bake‘ y cuando te has dado cuenta de que debería estar doliéndote ya estás super ‘blazed‘, tampoco pasa nada, chica.

Pero para las despistadas, y también las que tiran de su planta favorita antes que de la farmacia, unas caladas de buena índica en cualquier momento de la experiencia agónica, serán un remedio eficaz a la vez que delicioso, ya que ésta actúa más a nivel corporal y actúa sobre el dolor en contraposición con el subidón mental de las sativas.

Para mí el tratamiento empieza con un Ibuprofeno de 600mg, éste me ayuda a asegurarme que ningún otro dolor de cualquier tipo será magnificado subjetivamente por los efectos del cannabis (cosa que rara vez pasa con los dolores menstruales, pero de la que no está mal guardarse). A continuación, si ya estoy rabiando de dolor, procedo a cagarme en los muertos de algo, mientras me lío uno de los porros más ansiados que se puedan concebir. A los poco más de 10 minutos de haber besado ese porro, los efectos ya se hacen manifiestos. El dolor empieza a disolverse en una masa caliente, que con el tiempo y las caladas se acaba derritiendo en el vientre, sin dejar detrás más que un cuerpo completamente sumido en la experiencia de la fumada. 
En esta situación, que llega a los 30-40 minutos de empezar la sesión en la que cada fumadora (o vapeadora) irá consumiendo cannabis según le pida el cuerpo para aplacar sus demonios, se entra en un estadio bastante psicodélico a la vez que íntimo y familiar. Todos nuestros receptores cannabinoides, sobretodo los CB2, están bailando de felicidad por su satisfacción. Y en esta situación no es difícil dejarse llevar por los caprichos del cuerpo. El yoga se convertirá en la herramienta más accesible para rematar nuestra cruzada contra todo tipo de dolor de carácter ginecológico, así como, llevadas por el efecto afrodisíaco de la índica, muchas chicas no tendrán reparo en acogerse a la masturbación, la cual no está en ningún caso contraindicada. Y por una vía o por otra el dolor se hace muy pronto un espectro del pasado.

Al cabo de unas 2 horas y media de sesión cannábico-hedonista (o simplemente cannábica si te has querido restringir en las dosis y el disfrute/alivio de tu cuerpo) las entrañas se sienten renovadas, el vientre mucho más ligero y las nauseas o las jaquecas son historia. Eso sí, en este estado es difícil volver a la vida cotidiana, o interactuar con demasiadas personas muy rápido. La sinergia de la yerba con el cóctel hormonal de temporada crea este ambiente íntimo que no apetece romper con brusquedad, por lo que en la mayoría de los casos acabaremos perdiendo gran parte de nuestro día de todos modos inevitablemente, sobretodo las que padecemos dolores muy agudos. Sin embargo, el cambio del sufrimiento desgarrador por el abrazo del humo y sus amables efectos, se hace cuanto menos apetecible, al menos a esta que escribe, que ahora pasa esos días del mes en experiencia extática en lugar de en el jodido infierno.

Y si ésta es la receta para sobrevivir un día (sí, un día, con estas 3 horas de sesioncita ya no te duele más en todo el día, si ves que te apetece alargarla, se hace y ya tienes garantía 100%) en mi caso también lo es para que al día siguiente los dolores sean mucho menores y en ocasiones que ni los tenga.

Maravilloso néctar del ingenio humano es tener el cannabis en mi botica.

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