Por Guillermo Veira
Octubre empezó fuerte en Uruguay. El gobierno otorgó en los primeros días del mes las dos licencias que permitirán a empresas privadas la producción de la marihuana en el territorio nacional.
Licencias para abastecer legalmente a los ciudadanos y ciudadanas uruguayas que gusten y se registren para ello. El recientemente elegido presidente, Tabaré Vazquez, del mismo partido que su mediático antecesor, José “Pepe” Mugica, a pesar de mantener una férrea oposición a las drogas tanto legales como ilegales, siguió el plan trazado por el anterior ejecutivo. Con un: “Denle para adelante”, zanjó la reunión con el secretario general de la Junta Nacional de Drogas (JND) y el presidente del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA) dando un nuevo paso de la famosa regulación uruguaya, ya en la recta final para su total implantación en el territorio del llamado “paisito”.
La compra en farmacias es la tercera vía para el abastecimiento de los consumidores de Uruguay además del autocultivo y los clubes de membresía, que ya están funcionando.
Una regulación famosa
Desde que el ex presidente uruguayo y líder de opinión mundial, “Pepe” Mugica, anunciara la regulación de la marihuana en 2011 las especulaciones comenzaron. No fue hasta julio de 2013 que el parlamento uruguayo aprobó por mayoría la implementación de la ley. La nueva norma faculta al gobierno para la puesta en marcha de tres vías para la obtención de la marihuana: autocultivo, clubes de membresía y venta en farmacias.
Hasta ahora los aspectos de la ley que ya se estaban ejerciendo era en relación al autocultivo, donde los usuarios tienen un límite de seis plantas por hogar y los clubes de membresía, en los que un mínimo de 15 personas y un máximo de 45 pueden asociarse para organizar el cultivo de seis plantas por persona de manera coordinada, en la actualidad sólo hay uno habilitado, tres están en proceso de inspección y 18 a la espera.
Tanto para el autocultivo como para formar parte de un club de membresía es necesaria y obligada la notificación al organismo encargado de fiscalizar el uso del cannabis, el IRCCA. Éste es el lado oscuro de la regulación, una base de datos de usuarios registrados privada pero susceptible de ser monitoreada para detectar consumos “problemáticos”, un concepto que se menciona en cada comunicación del IRCCA pero que todavía no está detallado.
El paso llevado a cabo este mes permitiría en un plazo de 8 meses, según estimaciones del propio gobierno, la obtención de marihuana por la tercera vía regulada: la compra en farmacias.
No todos están de acuerdo
Uruguay es un país pequeño pero muy polarizado. Ideológicamente: el Frente Amplio Vs Colorados y Blancos; económicamente: amplia brecha entre ricos y pobres (aunque orgullosamente últimos en la región en este parámetro); también en la prensa: El País vs La Diaria. En todos estos ámbitos se ha llevado y se lleva de una manera explícita y en algunos casos grotesca el debate ante esta medida. Como ejemplo de ello uno de los vídeos que el candidato a la vicepresidencia del país por el Partido Nacional (“los blancos”) usó en las primarias de su partido antes de las elecciones generales de 2014, donde comparaba, ante un niño, los alfajores con la marihuana.
Tras el anuncio de la otorgación de los permisos para las empresas productoras otro colectivo, hasta entonces en silencio, quiso expresar su disconformidad. La Asociación de Química y Farmacia del Uruguay (AQFU), que reúne a los responsables técnicos de las farmacias en el territorio, publicaron un duro comunicado que el diario El País no quiso pasar por alto: “Las farmacias deben trabajar en favor de la salud de la población”. “El consumo de sustancias psicoactivas para uso recreativo, sean estas legales o no, es perjudicial para la salud”. Este colectivo apunta a la revisión de la ley como única alternativa: “Es imprescindible rever la ley que propone que la farmacia pase de ser un lugar de incentivo de una vida saludable y dedicado a la prevención de la salud y la mitigación y/o cura de la enfermedad, a ser un distribuidor de una sustancia psicoactiva de uso recreativo”.
En La Diaria hubo su contrapunto, pero a través de una columna de humor. En palabras de un supuesto “integrante de la asociación” la columna satírica destaca: “En las farmacias sólo vendemos cosas saludables, como medicamentos, chocolates y refrescos. Si alguien quiere algo que le peque para arriba, que se tome una bebida de cola, que entre la cafeína y las toneladas de azúcar que tiene es un estimulante maravilloso.”
La alternativa se abre paso
Más allá del debate, la decisión de la semana pasada otorga licencia para producir marihuana a las empresas Iccorp, de capital uruguayo y británico, y Simbiosys, de inversores uruguayos. Se desarrollará la actividad en un terreno estatal cerca del centro penitenciario de “Libertad” que será custodiado por el Ministerio del Interior y cada empresa podrá producir hasta dos toneladas de marihuana por año para distribuirla en las farmacias que acepten vender el producto.
El reparto del beneficio será del 60 por ciento para la empresa productora, 30 por ciento para la farmacia y el 10 por ciento restante para financiar el IRCCA. Todos ganan, incluso el consumidor, en lo que se refiere a calidad la variedad que se está barajando desde el gobierno es el llamado cannabis “Charrúa”. En palabras del secretario de la Junta Nacional de Drogas, Milton Romani: “La variedad cannabis Charrúa contendrá niveles de THC y también de CBD para equilibrar componentes protectores. Obviamente el mercado regulado pretende competir con el mercado ilícito en términos de calidad y precio. Eso significa que tenemos que ofrecer algún tipo de variedad. Lo que ya podemos afirmar es que en los estudios realizados en nuestros laboratorios quedó claro que el Cannabis Charrúa no tiene los 52 agentes tóxicos añadidos que tiene el prensado paraguayo, que es el que comercializa el narcotráfico”. La nueva política de drogas, a pesar de sus contradicciones, se abre paso en el continente americano.