Por Dr. Fernando Caudevilla
Entre las diferentes terapias alternativas y complementarias existen diferencias importantes.
Algunas como la acupuntura o la musicoterapia tienen cierta base científica y otras como la homeopatía carecen de ella. Uno de los conceptos más extraños es el de “medicina natural”, que se presenta como una alternativa a la “medicina química”. Pero medicina sólo hay una y es la que utiliza el método científico como base. Es cierto que en ocasiones se producen excesos y perversiones de lo que debería ser el método científico aplicado a la salud, pero la superioridad de lo natural sobre lo químico constituye un sistema de creencias que no tiene una base racional.
La botánica es una de las bases de la farmacología y muchas plantas han sido y son utilizadas en la actualidad por la medicina. La mayoría de las personas consideramos que para tratar la fiebre o una inflamación, es más eficaz tomar un antiinflamatorio que chupar la corteza de un sauce. Pero algunas corrientes sociales sostienen que “lo natural” es, por definición, más sano o asimilable por el organismo que “lo artificial o lo sintético”. La simpleza de esta argumentación es fácilmente desmontable si pensamos en el estramonio, la Amanita phalloides o la estricnina, ejemplos más evidentes de la letalidad que puede encontrarse en el aparentemente idílico mundo vegetal. Por otra parte el mundo de “natural” es en sí mismo cruel y despiadado (pensemos en los fenómenos meteorológicos o las pautas de comportamiento animal). El dominio de la naturaleza ha dado lugar a la cultura y la civilización, fenómenos intrínsecamente “artificiales”.
En la planta del cannabis aparecen moléculas como el tetrahidrocannabinol (THC) o el cannabidiol (CBD) de forma natural. Estos compuestos también pueden obtenerse a través de procesos de síntesis química. No existe ninguna diferencia entre el THC o el CBD extraído de una planta o creado en un laboratorio y las dos pueden ser absorbidas y asimiladas de la misma forma por el organismo y ejercer sus efectos recreativos o terapéuticos.
Hasta mediados del siglo XIX se creía que los compuestos orgánicos tenían una naturaleza distinta a los inorgánicos y algunos filósofos-químicos de la época como Berzelius consideraban que los primeros estaban impregnados de “fuerza vital”. La síntesis de la urea (una molécula orgánica que se produce en la orina de los animales) en 1824 a partir del cianato de amonio (compuesto químico inorgánico) demostró que los compuestos que aparecen en los seres vivos pueden sintetizarse a partir de compuestos inorgánicos. La urea obtenida en laboratorio tiene las mismas propiedades físicas y químicas que la que aparece en los riñones de los animales y no existe forma de diferenciar una de otra.
De la misma forma, el THC, que es un compuesto orgánico que aparece en la planta del cáñamo puede obtenerse a partir de moléculas inorgánicas en un laboratorio. La molécula de THC tiene tres anillos de carbono entrelazados entre sí, lo que hace que su síntesis química sea muy compleja, requiera de múltiples precursores e implica trabajar con aparatos sofisticados que utilizan presiones y temperaturas muy elevadas. El desarrollo de las técnicas de síntesis química del THC se produjo durante los años 70 del siglo pasado. A esta forma sintética de THC, patentado y comercializado, se la conoce con el nombre de dronabinol.
El THC sintético está disponible en forma de cápsulas de 2.5, 5 y 10 mg. Las cápsulas tienen una base gelatinosa y están recubiertas de una película de aceite de sésamo, con el objetivo de evitar que el fármaco se destruya si alguien pretende fumarlo. Esta forma de presentación y el elevado coste de la síntesis del THC sintético hacen que se trate de un fármaco muy caro: el coste de un tratamiento mensual puede oscilar entre los 200-800 Euros dependiendo de la dosis. Así, la única diferencia entre el THC que se obtiene en un laboratorio a partir de su síntesis química y el que aparece en la planta es la del precio, que es mucho más elevado en el primer caso. En el resto sus propiedades son indistinguibles.
Desde un punto de vista técnico, las presentaciones farmacéuticas como las pastillas, los jarabes o las cápsulas son preferibles a extractos vegetales. Disponer de estas presentaciones permite una dosificación correcta que no puede conseguirse con variedades de plantas que en muchas ocasiones presentan concentraciones distintas de distintos componentes.
Pero en la planta del cannabis se encuentran de forma natural más de 400 sustancias diferentes. Los ya mencionados THC, CBD y el cannabinol (CBN) son los tres más conocidos y los que se expresan en mayor cantidad en las plantas, aunque la lista de cannabinoides que pueden aislarse en la planta del cannabis no para de crecer. Si en el año 2000 se habían descrito 15 cannabinoides, en 2012 son ya más de 80 sustancias diferentes: cannabicromeno (CBC), cannabiciclol (CBL), cannabigerol (CBG), monometileter del cannabigerol (CBGM), cannabielsoina (CBE), cannabinodiol (CBND), cannabitriol (CBT)…) las que se encuentran en la planta. Además se han descrito más de 100 terpenoides y flavonoides y algunos (como el citroneol, terpinol o el alfa-terpineno) podrían tener efectos psicoactivos o terapéuticos.
Una solución intermedia entre la síntesis química de fármacos y el uso de la planta en bruto es la obtención de extractos estandarizados, es decir, que contengan exactamente todos los componentes en la misma proporción. Para ello es necesario obtener plantas clonadas de cannabis (es decir, con una genética idéntica) y cultivarlas en unas condiciones de idéntica luminosidad, humedad, riego y sustrato. Después se extraen los principios activos y se presentan en una formulación farmacéutica determinada. Este es el principio que subyace en el espray de tetrahidrocannabinol y cannabidiol que está patentado y comercializado para el tratamiento sintomático de la esclerosis múltiple. Muchas personas creen de forma errónea que el contenido de Sativex ® es producto de síntesis química aunque en realidad está mucho más cerca de los métodos clásicos de extracción en aceite o en alcohol y de la elaboración de tinturas.