Por Dr. Fernando Caudevilla
Señalábamos en el artículo anterior de esta serie sobre cannabis y Salud Mental, cómo una de las primeras referencias a los efectos mentales negativos de la planta se encuentra en un tratado de Medicina China de 4.000 años de antigüedad, en el que se señalaba que “el fruto del cáñamo si es tomado en exceso provoca visiones de demonios”.
Dosis elevadas de cannabis, variedades potentes o su uso por parte de personas inexpertas pueden producir síntomas desagradables que en general se manifiestan en forma de ansiedad. Pero en algunos casos pueden aparecer alucinaciones, ideas paranoides, delirios y otros síntomas que implican pérdida de contacto con la realidad habitual. Estos síntomas se denominan “psicóticos” dentro del campo de la psiquiatría.
Precisamente este fenómeno llamó la atención de algunos psiquiatras a mediados del s. XIX. El cannabis se había popularizado en Europa desde finales del s. XVIII a través de varios caminos. Uno de ellos fueron los estudios del psiquiatra francés Moreau de Tours, quien se centró precisamente en la posibilidad de usar el cannabis como inductor de “psicosis tóxica aguda” en el laboratorio con la idea de que podría servir como modelo de estudio aplicable a ciertas enfermedades mentales como la esquizofrenia.
Y es aquí precisamente donde conviene detenerse a hacer una puntualización, ya que los términos “psicosis tóxica” o “psicosis cannábica” aparecen frecuentemente en la literatura científica haciendo referencia a conceptos diferentes. Es un hecho conocido que el cannabis puede inducir un estado de conciencia alterado de características desagradables y duración limitada, que en ocasiones puede tener tintes psicóticos. Muchos usuarios de cannabis han sufrido alguna experiencia más o menos desagradable con esta sustancia, aunque en la mayoría de los casos la capacidad para analizar la realidad de los pensamientos y las percepciones (lo que define la “cordura”) permanece intacta. En las intoxicaciones agudas por cannabis sucede lo mismo que en las intoxicaciones alimentarias: los efectos perduran hasta que se elimina la sustancia y el organismo se recupera. En casos de intoxicación oral con dosis elevadas los síntomas pueden durar hasta 48 horas, pero una vez que la sustancia desaparece del organismo la persona vuelve a la normalidad. Hablando con propiedad, estas situaciones deberían definirse como “intoxicación aguda por cannabis” y, en los casos en los que hay síntomas psicóticos “psicosis tóxica aguda por cannabis”.
Existe otra forma de entender la “psicosis cannábica”: se trataría de una alteración mental crónica e irreversible que estaría causada, inducida o precipitada por el uso o el abuso de esta sustancia. En principio existen bastantes argumentos para dudar de la existencia de la “psicosis cannábica” como entidad propia y causada exclusivamente por el cannabis: en muy raras ocasiones la enfermedad mental es consecuencia de un único factor y no existen síntomas propios que la diferencien de la más común de las psicosis: la esquizofrenia. Tampoco se ha propuesto un mecanismo de acción de los cannabinoides que explique cómo se generaría esta enfermedad. Por otra parte, existe un extracto de plantas de cannabis comercializado como fármaco en el tratamiento de la esclerosis múltiple. En su ficha técnica oficial no se menciona que pueda producir “psicosis cannábica” sino:
“Se han notificado síntomas psiquiátricos como ansiedad, delusiones, cambios de humor e ideas paranoides durante el tratamiento con Sativex. Es probable que estos síntomas sean el resultado de los efectos transitorios sobre el SNC y, en general, suelen ser de intensidad leve a moderada y bien tolerados. Es de esperar que remitan al reducir o interrumpir el tratamiento con Sativex”
Posiblemente, la idea de la “psicosis cannábica” parte de la observación de que el consumo de cannabis entre pacientes esquizofrénicos es mucho más frecuente que en el resto de la población. La esquizofrenia es la forma más frecuente de las psicosis, una enfermedad crónica que suele iniciarse en la adolescencia o primera juventud. Su causa es desconocida, aunque existen factores genéticos y otros ambientales como el estrés. Un razonamiento posible es que el cannabis sea un factor que cause o facilite el inicio de la esquizofrenia. Pero ya indicamos en una entrega anterior que causalidad y relación son conceptos distintos. Volviendo al cannabis, en principio podemos considerar igualmente otras hipótesis que expliquen su mayor consumo entre esquizofrénicos. Es posible que los psicóticos consuman más cannabis que los no psicóticos por alguna razón (por ejemplo, como automedicación). O que se trate de una simple asociación estadística sin relación causa-efecto, ya que la edad en la que se manifiesta la esquizofrenia coincide con la edad de máximo consumo del cannabis.
En el momento actual, la idea más admitida es que el consumo de cannabis puede facilitar o precipitar el desarrollo de esquizofrenia en una pequeña parte de la población que es especialmente sensible. Dedicaremos la próxima entrega a desarrollar este argumento.