Por Dr. Fernando Caudevilla
Una de las complicaciones asociadas al consumo de cannabis es el denominado “síndrome amotivacional”. Según algunos científicos, el consumo muy frecuente de cannabis puede llevar a un cuadro caracterizado por apatía, indiferencia ante las cosas, pérdida del espíritu de superación, falta de interés…
En definitiva, un cambio en estilo de vida en el que se pierden las ambiciones y las motivaciones convencionales que impulsan a la mayoría de las personas.
Existen muchos motivos para dudar de su existencia. A lo largo de la Historia y en relación con el cannabis, las referencias a algo parecido al síndrome amotivacional brillan por su ausencia hasta principios de los años 60, cuando se empiezan a comunicar los primeros casos procedentes de universidades de EE.UU. Este dato es sorprendente ya que el uso del cannabis como psicoactivo tiene más de ocho mil años. Ninguna cultura ha comunicado o dejado registrado a lo largo de la Historia que las personas que utilizan cannabis con fines recreativos o terapéuticos sufran problemas con su motivación.
Los datos científicos sobre el síndrome amotivacional son antiguos y escasos. Una búsqueda en cualquier base de datos médica sobre términos como “cannabis y psicosis” o “cannabis y memoria” arroja cientos de estudios científicos como resultado. Pero al buscar “síndrome amotivacional” sólo aparecen unos pocos estudios fechados a mediados de los setenta y de muy baja calidad científica. Las observaciones sobre el síndrome amotivacional proceden de estudios descriptivos y series de casos en población escolar y universitaria, realizados en su mayoría en los años 70 (Kolansky, 1971; McGlothin,1968;Smith, 1968; Brill, 1974), con un diseño metodológico muy poco riguroso. Como ya sabemos, el cannabis puede producir alteraciones en la memoria y la atención, capacidades intelectuales necesarias para un rendimiento escolar o académico adecuado. El uso de cannabis está asociado con peores resultados escolares, absentismo y actitudes negativas hacia la escuela, pero estos resultado se explican mejor por el contexto social de uso que por un efecto propio de la sustancia (Lynskey 2000, Fergusson 2003 ). Es evidente que los consumos frecuentes de cannabis pueden tener repercusiones negativas significativas sobre el rendimiento escolar de algunos adolescentes, pero rara vez el fracaso escolar es la consecuencia de un único factor.
No hay duda de que muchas personas pueden experimentar cambios en sus valores o actitudes coincidiendo en el tiempo con el consumo de cannabis. Muchas personas comienzan a fumar cannabis durante la adolescencia o juventud, precisamente las etapas de la vida en las que con más frecuencia se presentan cambios en la personalidad. Así, tener motivaciones o inquietudes distintas a la de los adultos puede considerarse más como un síntoma de una etapa normal de la vida (la adolescencia) más que como una “enfermedad asociada al cannabis”.
Otro de los problemas que plantea este síndrome es su definición. Para diagnosticar una enfermedad mental es necesario cumplir una serie de criterios universalmente aceptados y recogidos en clasificaciones internacionales de asociaciones profesionales de psiquiatría (DSM-IV,CIE-10). El síndrome amotivacional no aparece citado en ninguna de estas clasificaciones y ni siquiera se ha definido de forma concreta cuales son los criterios para diagnosticarlo.
Así, cualquier profesional o grupo de profesionales puede escoger los términos que le vengan en gana para definir el síndrome amotivacional por cannabis. Un ejemplo significativo lo tenemos en el Manual de Drogodependencias de la Agencia Antidroga de la Comunidad Autónoma de Madrid (2002) que lo define de la siguiente manera:
“El uso crónico de marihuana se ha asociado con una entidad denominada síndrome amotivacional, caracterizado por apatía, pérdida de eficacia en el desarrollo de trabajos complejos, frustración fácil, pobre concentración y sobreestimación de la propia productividad. Tales pacientes suelen tender a ser menos compatibles con familiares y amigos, desarrollar una conducta menos religiosa, más independiente, menos involucrados en instituciones convencionales, más problemáticos en sus reglas y costumbres sociales, tienen mayor tolerancia hacia las conductas desviadas y se ven envueltos con más frecuencia en acciones, cuando menos, problemáticas”
Lo de la “conducta menos religiosa” parece que está claro pero no sabemos a qué se refiere el autor con la “tolerancia hacia las conductas desviadas” y las “acciones problemáticas”. ¿Será que los fumadores de cannabis no defraudan a Hacienda como el resto de los mortales? ¿o que no se alegran cuando La Roja gana un partido?¿o que no van los domingos a los centros comerciales?.
Bromas aparte, el ejemplo nos sirve para valorar el nivel científico de muchos supuestos profesionales que trabajan en drogas, así como su afán en presentar como ciencia sus prejuicios y postulados de tipo moral.
Referencias:
McGlothlin WH, West LJ, The Marijuana Problem: An Overview, American Journal of Psychiatry, 125(3), pp. 370-378, 1968.
Smith DE, Acute and Chronic Toxicity in Marihuana, Journal of Psychedelic Drugs, 2, pp. 37-47, 1968.
Kolansky H. Moore W.T. «Effects of marihuana on. adolescente an young adults«. JAMA. Vol. 216, No. 3,. 1971.
Brill, N.Q., & Christie, R.L. (1974). Marihuana and psychosocial adjustment. _Archives of General Psychiatry, 31, 713-719.
Carlin AS and Post RD, Drug Use and Achievement, International Journal of the Addictions, 9(3), pp. 401-410, 1974.
Lynskey M, Hall W. The effects of adolescent cannabis use on educational attainment: a review. Addiction. 2000 Nov;95(11):1621-30.
Fergusson DM, Horwood LJ, Beautrais AL. Cannabis and educational achievement. Addiction. 2003 Dec;98(12):1681-92.