Por Drogoteca
El día de ayer, 4 de abril de 2016, es uno de esos días que casi nadie recordará especialmente. Murieron Manolo Tena y Chus Lampreave y era otro “Lunes de Aguas” en Salamanca -tradición que consistía en salir a recibir (cargados de comida, bebida y dinero) a las prostitutas expulsadas de la ciudad durante la cuaresma, y ahora repetimos gustosamente- pero seguramente no es un día de esos que marcarás en tu calendario.
Y sin embargo se estaba escribiendo historia y lo hacia a los ojos de todos: ha nacido -por fin- OpenBazaar, el hijo del nuevo paradigma del 100% libre y anónimo comercio online.
Ha nacido sin hacer mucho ruido, y no tiene a grandes empresas detrás apoyando la idea, por una simple razón: no está hecho pensando en las empresas sino en las personas, que son quienes se beneficiarán de su uso en primer lugar.
¿Qué es OpenBazaar? OpenBazaar es una plataforma P2P de comercio anónimo y descentralizado, internacional y sin barreras. Las únicas barreras -como bien indica el programa al instalártelo- son las de la ley local que te afecte y las que te marque tu propia conciencia, pero no hay que olvidar que vivimos en un mundo donde las leyes y las disposiciones sobre mercado y transacciones, están quedando obsoletas día a día con el desarrollo de la tecnología digital en combinación con el pago mediante criptomonedas, en este caso Bitcoin por ser la más sólida y segura de todas (además de la primera realmente sin autoridad central o emisora).
Quienes tengan idea de la historia de los medios de pago online y de los mercados de bienes ilegales, seguramente conocerán Liberty Reserve o les sonará de algo relacionado. Liberty Reserve era una moneda de tipo digital que había sido creada por un tipo llamado Arthur Budovsky, tras una experiencia previa con otra moneda digital llamada GoldenAge que le llevó a la cárcel. Al casarse con una costarricense y tras salir en libertad condicional, fundo Liberty Reserve en Costa Rica, a la que denominaba “un sistema privado de intercambio abierto al público”. En realidad era un tipo que decidía convertirse en emisor de su propia moneda, para no tener que darle explicaciones a ningún estado. Y por supuesto que tuvo éxito: fue el medio de pago digital de primer uso en los mercados online de drogas.
Eso molestó a los USA, quienes decidieron cerrarle el chiringuito a Arthur, y se lo cerraron haciendo uso de una ley que parece no venir a cuento -pero que sabemos que sirve para todo- como es la “Patriot Act” en el año 2013. Además, como USA es así de rencorosa con los que consiguen puentear sus sistema, emitieron una orden de captura contra el fundador, que fue detenido en Madrid en el año 2013, en el aeropuerto de Madrid-Barajas (ahora Adolfo Suarez, creo) cuando intentaba volver a Costa Rica. Fue encarcelado y extraditado de España sin hacer ruido, y la última vez que supe de él, se estaba declarando culpable ante un tribunal usano de haber colaborado en el blanqueo de 250 millones de dólares: le pinta negro al pobre emprendedor monetario.
El problema de Liberty Reserve -como de GoldenAge– es que detrás de la moneda, existía un emisor que hacía de “banco central” a quien dar caza. Con Bitcoin ese problema quedó totalmente resuelto al ser una moneda sin emisor central ni autoridad jerárquica de ninguna clase.
Algo así le ocurre a OpenBazaar frente a Silk Road (la creación de Ross Ulbricht y conocido mercado germinal de drogas y otros bienes en la darknet). Silk Road, como Silk Road II y otros mercados en la red Tor, fueron cazados -aunque el modelo se repitió hasta ser común hoy- porque tenían una persona detrás, que tomaba las últimas decisiones y un grupo de ayudantes -desde moderadores y traductores a médicos y especialistas en seguridad informática- a los que tenía en nómina para que le manejaran la comunidad online que existía alrededor del mercado. Había alguien a quien cazar, aparte de al vendedor y al comprador (si el esfuerzo y las leyes lo permitían en cada país), detrás del sistema: ¿quién es el dueño de este mercado?
En el caso de OpenBazaar, la respuesta a eso es NADIE. O puede ser tú. O vosotros. O todos.
OpenBazaar nace con la vocación de convertirse en la primera realidad digital de mercado 100% libre y autónomo de la historia, aunque existe un grupo de desarrolladores y personas trabajando para darte ese producto final que es el cliente de OpenBazaar. El cliente se trata de un sistema distribuido al modo de los conocidos programas P2P de intercambio de música, con lo que el “castigo penal” por alojar una web de venta un bien fuera de los circuitos regulados por la ley no puede aplicarse sobre nadie en concreto, y ni comprador ni vendedor tienen por qué dejar de ser anónimos: de hecho no se recomienda.
¿Es esto un mercado para drogas?
No. Decididamente OpenBazaar -al contrario que los mercados tipo Silk Road– no nace con ningún especial interés en los mercados de drogas. De hecho, sus desarrolladores se manifestaron algunas veces en contra del asunto, e incluso advirtieron que no iban a dejar a los vendedores de drogas “afinar” el sistema a su gusto y antojo. Pero cuando se les preguntó que cómo lo iban a evitar, la respuesta fue el silencio. En realidad es la expresión de una buena voluntad nada más. ¿Por qué? El proyecto originalmente surgió de las manos de un conocido hacktivista iraní llamado Amir Taaki y su “DarkMarket”, pero fue finalmente abandonado y el código se liberó para que la comunidad pudiera hacer uso de él. Los motivos del abandono de Amir fueron más ideológicos -contra el control del proyecto- que técnicos. Como dejó claro Amir: “No estamos aquí para encajar en el sistema, sino para retarlo”. Y su idea había surgido tras la caída del primer Silk Road, para impedir que pudiera volver a pasar.
La cosa es que pasó a manos de otro equipo, liderado por Brian Hoffman, cuyo origen y base radicaba en USA (el entorno del MIT y las agencias federales), que renombraron el proyecto y le dieron “otro sabor”. Ellos mismos tenían un tono cándido cuando decían que “les gustaría que la gente usase su sistema para vender cosas ilegales, pero no inmorales” y daban como ejemplo “leche sin pasteurizar” o “fuegos artificiales”. Lo cierto es que saben que ellos, con un sistema creado para ser autónomo, no pueden impedir que alguien venda drogas ni ningún otro tipo de bien, y que por lo tanto el paradigma de OpenBazaar -desde ayer por la tarde- es un animal vivo y en libertad del que no sabemos cómo será su desarrollo hasta que lo tengamos delante.
Os recomiendo que -si estáis en este mundillo de las nuevas posibilidades del mundo criptodigital- os bajéis e instaléis el programa. Aún tiene fallos y cuestiones a corregir, pero es el momento de coger vuestro nombre (bien sea como cliente o como vendedor de aros para la nariz) y de empezar a observar qué ocurre en un mercado 100% libre de acceso mundial.
Se puede elegir una instalación en castellano, y no resulta nada complicada (básicamente elegir un nombre y algunas opciones). Al momento de haberlo instalado, ya estaba recibiendo privados de los primeros experimentadores en este nuevo área digital, y también estrenando la función de bloqueo para imbéciles y spammers. Hay un aspecto a señalar que no conviene pasar por alto y al que será bueno que nos vayamos acostumbrando: la figura del moderador en las transacciones.
Si bien para comprar o vender sólo hacen falta dos personas, cuando la compra-venta se efectúa en el plano digital y no en el presencial, puede que el comprador no se fíe (de adelantar su dinero) o el vendedor no se fíe (de adelantar su producto) y para posibilitar los primeros contactos comerciales, se recurra a un mediador de prestigio. El mediador, que puede ser cualquiera que lo desee, es alguien que cobra un porcentaje (en mi caso un 3%, a lo catalán) por supervisar que la venta se produce de acuerdo a determinadas condiciones previamente pactadas y a una serie de puntos a los que se comprometen (o no) ambas partes. El ejercicio de esta mediación bajo normas acordadas y por un tercero imparcial de prestigio (la palabra prestigio adquiere un sentido concreto, como buen “juez de mercado” y persona de fiar, ya que se ponen en manos del mediador el sentido final del dinero que hay en juego. Aunque como casi todo -salvo el pago con Bitcoin– en este mercado es opcional, y no tienes por qué necesitar un mediador si tu vendedor es alguien honesto y tú lo eres como cliente.
Es un nuevo paradigma al que acostumbrarse como nos acostumbramos a Ebay en su día, o a Bitcoin posteriormente, que nos permite destapar -por primera vez- la utopía de un mercado totalmente libre, sin interferencia de ningún estado o autoridad, y verla burbujear desde sus primeros momentos de vida llenándose de clientes y vendedores de todas las partes del mundo.
Ayer ha nacido alguien que seguramente te interesará conocer: OpenBazaar.