Por Larry Acr
Aquel muchacho que acudió a su primera clase de guitarra con un libro de partituras de Elvis Presley bajo el brazo y una guitarra quebrada en el otro, es hoy un músico que trata de defender su proyecto de blues, rhythm´n´blues, soul y folk en lengua inglesa de la mano de un sexteto de músicos curtidos en múltiples formaciones de la música afroamericana en nuestro país y dispuestos a aportar su visión.
Nada tiene que ver, ni en cuanto a experiencia ni en lo referente a los músicos implicados, con aquel álbum -“140”- que dejó grabado como testimonio de su experiencia formativa en Holanda. “Time Goes On” es un trabajo creíble, honesto y grabado en analógico que refleja la trayectoria reciente de la banda.
Tu música se sumerge de lleno en las profundidades de la cultura norteamericana, y concretamente en la música de raíz: blues, rhythm & blues, folk, rock… ¿Cuándo comenzaste a escuchar este tipo de sonidos, quién te introdujo en ellos y por qué llamaron tu curiosidad? ¿Cuáles son tus “bluesmen” de referencia y en qué medida te influyen a nivel personal y compositivo?
Mi padre era y es un gran aficionado a la parte blanca de la música norteamericana: country, música de cantautor…de John Denver a Cat Stevens, de James taylor a Willie Nelson. Y a los Beatles y otros clásicos de este lado del mundo. También tenía un vinilo de Ray Charles: “Modern Sounds in Country and Western Music”. Esa mezcla me voló la cabeza.
¿Recuerdas alguna anécdota o momento revelador en tus inicios escuchando estos sonidos?
Una anécdota: para mi primera clase de guitarra fui con una guitarra rota de mi padre en una bolsa enorme de grandes almacenes en una mano, mi madre en la otra y un libro de canciones de Elvis debajo del sobaco. Debía ser un fichaje de mucho cuidado…
En el periodo que transcurre desde la publicación de tu primer álbum “140” hasta la aparición de “Times Goes On” se produce una importante reestructuración de la banda. ¿A qué ha sido debida?
“140” se grabó con una banda con la que convivía en Holanda por aquel entonces. Yo volvía a Madrid después de acabar mis estudios y ellos seguirían allí, así que el cambio fue una necesidad. Sin embargo, ha resultado ser un gran aprendizaje tocar la misma música con distintos intérpretes. Entender cómo cada uno se hace con el material y comprender el nivel de musicazos que tenemos en España. Cuando el nivel de trabajo de una banda sube, la exigencia sube de manera natural. Lo que se espera de la banda en un escenario grande o la música que compondrá su siguiente disco. Todo ello debería influir en la manera y capacidad de trabajo de los miembros. En este caso, hemos pasado de ser una banda con un líder a ser, propiamente, una banda. 6 personas que trabajan juntas sobre el escenario pero, sobre todo -y lo que es más importante – en el día a día.
¿Qué le pides a un músico para que encaje en el proyecto Anaut? ¿En qué medida ayuda cada uno de ellos, con su cultura musical, forma de trabajo y sus consejos, a repensar el proyecto?
Generalmente, la característica común a todos los músicos que han pasado por Anaut, y los que componen la banda que somos hoy en día, es la capacidad para respetar la canción. Trabajamos juntos para convertir una composición que alguien lleva al local en una pista de un disco o un tema en un directo, pero siempre manteniendo la atmósfera, estilo, con el que la composición llegó al local. Procuramos escuchar lo que hacemos los demás y decidir qué tocamos cada uno entre todos. Honestamente, lo que mejor funcione y nos inspire a tocar nuestro propio instrumento. Esa mezcla de propuestas y humildad a la hora de hablar entre nosotros es fundamental: ¡Music first!
Para la grabación del nuevo álbum has elegido dos prestigiosos estudios -Brazil y Funkameba- con formas de trabajar entiendo que peculiares, si bien con un elemento en común que los define: ambos graban en analógico. ¿Por qué os habéis decantado por grabar en dos estudios tan diferentes? ¿Cuáles son las principales diferencias entre trabajar en uno y otro, y qué le aportada cada uno de ellos al álbum? ¿A qué se debe la elección del analógico en detrimento del digital?
Efectivamente, Brazil y Funkameba comparten el uso de un magnetófono de 2 pulgadas para sus sesiones. Y dos grandes técnicos: Javier Ortiz y Santiago Martín, respectivamente. Queríamos mantener ese sonido analógico para todo el disco. Me refiero a la importancia de la toma de sonido frente al retoque posterior, la tocata en directo, la importancia de la sala… Brazil y Funkameba tienen salas distintas pero se complementan estupendamente. Las baterías se grabaron en la sala grande de Brazil, así como el resto de la banda, tocando en directo. Otros “recordings” como percusiones, algún coro, la armónica de Antonio Serrano… se hicieron en Funkameba. Santi Martín es, además, un gran amigo, lo que ha facilitado mucho el proceso de grabar muchas cosas que, por H o por B, se dejan atrás en la locura que es grabar un disco. Quisiéramos reseñar el trabajazo que tanto Javier como Santiago han hecho. El amor que han puesto en esta grabación. También Toño Martínez, que ha sido nuestro mezclador. ¡Vaya trabajazo, chicos!
¿Consideras que es tan importante que el público vibre con tu música -aunque no la comprenda- como lo que se pretende transmitir a través de la letra?
Claro que me gustaría que el oyente lea las letras, las comprenda y se sienta parte de ellas. Por eso son canciones, y no puro groove. La letra es parte fundamental, al menos así me lo tomo cuando escribo las canciones. Y en “Time Goes On” he hecho un esfuerzo mayor en este sentido. En hablar de cosas que para mí son reales, esperando que también lo sean para el que las escuche. Las letras bajan a un grado de concreción que, creo yo, permiten conocer más profundamente al que las escribe que la música. Es, en este sentido, una apuesta más arriesgada. Cuando uno habla abiertamente del amor o de dejar atrás algo de su vida, se tiene que mostrar cómo es. Es un ejercicio de sinceridad que, musicalmente, se aborda más sutilmente (por ejemplo, grabando un tema a guitarra y voz). Sabemos que parte de nuestras ventas vienen y, esperemos, vendrán en mayor medida, de fuera de España. Tenemos en mente salir a tocar, claro que sí. Aunque, creo yo, nuestra música tiene suficientes elementos como para poder disfrutarla sin entender la letra.
Uno de los aspectos que mimáis en vuestras apariciones públicas es el componente estético, apareciendo elegantemente trajeados. ¿Hasta qué punto esto influye para dotar de credibilidad a la banda cuando te enfrentas a público y crítica?
Hemos tenido y tenemos opiniones diversas entre nosotros en este punto. La vestimenta y la actitud transmiten un mensaje que, si se usa bien, acompaña y refuerza al que comunica la música. Intentamos que sea acorde con la música y, sobretodo, con el lugar donde se va a desarrollar.
¿Sigue siendo necesario para complementar la música el adoptar una determinada estética que pueda ser identificada con ella?
Un traje permite interpretar desde música clásica hasta rock and roll. Es la actitud encima del escenario y el disfrute entre nosotros los que le dan sentido a vestir así. Aunque, claro está, la evolución para este “Times Goes On” pretende no ser solo musical.
fotografías: José Aguilar
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