Por Drogoteca
Dicen que los perros, domesticados y domésticos, acaban pareciéndose a sus amos con el paso del tiempo.
O al revés: que los amos se van pareciendo más y más, al perro que les acompaña, a lo largo de su existencia. Son de esas cosas que todos hemos escuchado -o pensado- alguna vez ante algún caso concreto: ese perrito pequeño -chucho mestizo y apaleado por la vida- que es amable con todos igual que lo es su ama y cuidadora, esa señora que suele pasear tranquila y sonreír a todo el mundo. O el del niñato inseguro que adquiere un perro -preferiblemente con mucho “efecto social” como pueden ser ahora el rottweiler y el pitbull, o lo fue durante los años 80 el omnipresente pastor alemán- al que convierte en un animal asustado (de su propio amo) pero agresivo con los demás, igual que su amo, solamente si les ve más débiles.
Son de esas cosas que no resulta difícil notar pero que, con el transcurso de los años y el reposo que el tiempo le da a los pensamientos, se perfila como un dibujo que, borroso desde lejos, gana en nitidez y detalles. Es raro que un perro supere los 15 años de edad, aunque no imposible. Pero aunque pasan los años, los perros de nuestro entorno se renuevan, ocupando -como las personas al morir- unos el lugar de otros.
La FAD celebra 30 años viva. Para mí, que ando en los cuarentaytantos, ha sido como esa mascota amiga que me ha acompañado durante “esos años difíciles de la juventud”. Una mascota, siempre presente, pero que no es mía ni tuya; la FAD es de sus amos. La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción es una fundación privada, no un organismo público como suele creer la gente.
Ser fundación privada quiere decir, entre otras muchas cosas como importantes “ventajas fiscales”, que ellos deciden lo que quieren hacer, las campañas que quieren lanzar, y los mensajes que han estado introduciendo en las mentes de los individuos de toda España desde hace 30 años, con la anuencia de los medios de prensa, radio, televisión e Internet. Pero son una de esas “fundaciones privadas, a la española”: privadas a la hora de gobernarse, pero públicas a la hora de sacar la pasta para sus acciones.
La FAD se montó en 1986 a partir de una idea del notorio General Gutiérrez Mellado -surgida de su relación con un amigo que tenía dos hijos enganchados al jaco- por la que, en aquella España que salía de la fosa séptica del ataúd de Franco, había que enfrentarse y oponerse radicalmente a “la droga” que hacía que nuestros jóvenes se autodestruyeran. Y esa idea coló y cuajó, por desgracia para todo el país. La perspectiva -no cuestiono la buena intención o no- de un militar sobre el problema de un amigo con sus dos hijos, inició en la España de Felipe González la organización privada con mayor influencia sobre la opinión pública y que -servilmente- suele reunir el aplauso ignorante y carnavalesco de todos esos que están “contra la droga”, o de los que simplemente han aceptado el discurso creado por esta gente, embutido en todos los medios posibles con campañas que -dinero público mediante- bien las envidiarían Coca-Cola o Mercedes.
No les fue difícil arrancar el asunto, ya que España se encontraba en plena “crisis de la heroína” con los medios de comunicación usando a los usuarios de drogas, de la misma forma que hoy usan “tronistas”, para hacer telebasura. Manteniendo la visión del militar, la FAD nacía para culpar a las drogas de los problemas de la juventud. No es que las drogas -la heroína intravenosa sobre población que no tiene información- no puedan resultar dañinas, pero se enrocaron en explicaciones simplistas del problema juvenil, en el que dibujaban un cuadro centrado en ese ente genérico que manejan todavía: la droga. Era la droga, más el paro. Era la droga, más el abandono escolar. Era la droga, más una educación deficiente. Era la droga, más una familia desestructurada. Pero sobre todo, era la droga.
Debo reconocer que el trabajo que hicieron fue excelente. Durante muchos años, “la droga” fue unos de los 3 problemas en cabeza a la hora de que los españoles expresaran sus preocupaciones. La triada habitual eran “la droga, el terrorismo y el paro” en lo que, el organismo de turno del gobierno, nos contaban sobre nosotros como ciudadanía. Lo habían logrado: el espacio que ocupaba la preocupación por “la droga”, no era ocupado por otras cosas y resulta más sencillo culpar a una “bestia negra”, creada ad hoc, que enfrentar un conjunto de razones y argumentos. Y nunca perdieron de vista su objetivo: la propaganda pura y dura contra las drogas. La pasta captada de fondos de origen público mediante partidas y subvenciones que, todos los gobiernos, han ido dándoles sin falta año tras año, es una de sus huellas históricas: campañas de origen y elección privada contra “la droga” pero sostenidas por el dinero de todos.
Y es que en esos años, uno de los grandes “pelotazos”, fue la droga a todos los niveles y eso incluía la manipulación de la opinión pública para agudizar -ad libitum- la “preocupación social de la droga”. El dinero empezó a salir de las arcas públicas con el nefasto y dañino “Plan Nacional Sobre Drogas” (PNSD) y sus esperpénticos personajes, y a caer en proyectos y campañas de la FAD. ¿Acaso había alguien más preparado que ellos? ¿Acaso había otros a los que darles la pasta “para que arreglasen ellos el problema”? Era el momento y el lugar justo para ser un antidrogas profesional, y eso estaba muy claro para los medios de comunicación, viendo el juego que daba -y sigue dando hoy día- cualquier noticia que lleve la palabra droga. Ese hecho, más la obtusa manipulación de recursos emocionales -como lo de la droga que se vende a la puerta de los colegios- para conseguir lectores, acabaron creando una maquinaria casi perfecta “contra la droga”, y eso era el binomio FAD-PNSD: las ideas privadas y el dinero público, juntos contra las drogas y sus usuarios. Eran las siglas de la “War on Drugs” creada por Nixon para perseguir disidentes políticos, pero en su versión hispana y adaptada a eso que salía de ser “una, grande y libre”.
Por si fuera poco, todos los medios de comunicación (sin ninguna excepción notable) fueron conminados a colaborar “contra la droga”, que empezaba a ser un eufemismo de “trabajar de gratis” para las campañas de la FAD. Y lo hicieron, por pura presión “de grupo”: nadie en aquel momento podría salir bien parado de “ganar” alguna clase de dinero en la moralmente justa y necesaria “guerra contra las drogas”. Todos, unos por concordancia, otros por interés, y otros porque todos los demás lo hacían, acabaron publicando de gratis las campañas de la FAD contra las drogas.
¿Y el dinero? Pues el dinero -como en otras tantas organizaciones- se pierde básicamente en los sueldos y pagos realizados a todos esos “profesionales” que trabajan contra las drogas, y al supuesto destinatario final (el pobre adicto al que dicen querer ayudar) le llega menos de un 10% de los fondos inicialmente pensados para ese problema y derivados del dinero de todos. El otro 90% se pierde en el camino, porque se lo come la estructura montada sobre el problema que dicen querer atajar; la pasta se desintegra en gran parte antes de llegar al que lo necesita.
¿Y quién da la cara? Pues el fundador era el militar, pero la Presidenta de Honor (lo que es Aznar al PP) es la ex-reina Sofía desde hace 30 años. Todo ese tiempo, era la que salía en las fotos chulas, entregaba premios y leía discursos moralmente energizantes contra la lacra de la droga. Nadie lo cuestionaba y era de esas cosas que recibía los aplausos y alabanzas de la izquierda y la derecha por igual (salvo la constante excepción de Izquierda Unida, con otra política de drogas que hacer). La droga era mala. Y la droga sigue siendo mala. Ya lo dijo nuestra querida Cospedal, a voz en grito, para que lo escuchase bien Albert Rivera: “la droga ES mala”. Y ella, es buena. Claro, si la propia reina del país está contra las drogas, cómo iba a ponerse “a favor de ellas” alguien que no sea un terrorista que quiere destruir España.
Nadie parece haberse planteado lo estúpido de estar “a favor” o “en contra” de las drogas. Nadie está “a favor” del ácido sulfúrico ni “en contra” del permanganato potásico. El cloruro de sodio -al igual que la heroína, la aspirina, los antibióticos o la anestesia- no es ni bueno ni malo, porque es inerte. Las drogas, como sustancias, se limitan a existir y carecen de voluntad propia ni acción autónoma.
Pero nuestra ex-reina estaba oficialmente “en contra”. ¿Qué os parece, eh? Y la Casa Real tiene la función de representación del país, como función constitucionalmente definida. ¿Puede alguien imaginar un mejor sello de garantía que tener a un personaje de la Casa Real al frente? Fueron posiblemente los inicios de lo que acabó siendo el “Urdangarín Style”, que eso sí que se ha convertido en una de las claves de la “Marca España”, con el mamoneo institucional -y su corrupción asociada- al más alto nivel.
Y de eso iba este historia: la FAD ha dado un premio a su propia presidenta, con el aplauso de la Casa Real y del Plan Nacional Sobre Drogas. La FAD premia los 30 años al frente de la“fundación privada” de esa señora -nacida en Grecia- que se casó con un hombre -nacido en Italia- y cuya unión un dictador -español- bendijo, para que reinaran en España. La FAD, que hace poco “era acompañada misteriosamente” en su última campaña #Construye por 170 cuentas cuentas falsas en Twitter lanzando -todas coordinadas- su mensaje. Y algunas de ellas, con imágenes de drogas porque para luchar contra la droga todo vale. Quien quiera verlo, que visite el hashtag #EscándaloFAD.
Eh, ahí no queda la cosa sino que es peor aún.
Además de darse el premio, han aprovechado para advertir que la cosa no ha terminado aquí.
Anucian que la saga continua, que van a hacer la segunda parte.
Que siguen, que no se piran y que se dan el relevo. Como las personas y sus perros, que con el parecido adquirido con el tiempo, una vez muerto uno de los dos, el espacio que deja sólo podría ser ocupado por otro exactamente igual, y que sepa “de qué va el baile” y no tengan que explicárselo. Y lo han conseguido en este caso.
En breve se supone, en base a las declaraciones, que Letizia ocupará el cargo “honorífico” de front-woman para la FAD, sustituyendo a la ex-reina. El negocio de la droga y de la prohibición, mueve tanto dinero que no se puede dejar en manos de cualquiera: imaginad que se legalizase y -repentinamente- sobrasen el enorme número de parásitos sistémicos que soportamos, chupando del cuento de la guerra contra las drogas. Esos mismos parásitos que el “cuñado Pedro Sánchez” del PSOE, llama “progres” y dice que le aconsejan “no legalizar la droga”.
Y claro, cómo no les va a hacer caso si hasta una reina avala con su presencia que la mascarada continúe. ¿Y de que sirve una reina, si no está para estas cosillas? No toda la política se hace desde los partidos, ni todos los negocios desde las empresas.
Votad, votad todos con rabia justificada.
Votad… que estos siguen por encima de lo que, de momento, podéis derribar.
#VotaMARÍA