Por Drogoteca
La heroína ha sido, para varias generaciones de este país, el paradigma de “la droga” por antonomasia.
Su vinculación con marginalidad, delincuencia, violencia y adicción configuraron la representación social de “la droga” desde finales de los setenta hasta principios de los noventa del siglo pasado. Su asociación con la epidemia del VIH/SIDA contribuyó a complicar más el problema, dando lugar a la crisis sanitaria más importante en España a finales del siglo XX. Las camas de Medicina Interna de los hospitales dejaron de llenarse de ancianos para verse ocupadas por cientos de jóvenes condenados no sólo a la muerte, sino a la exclusión social. Y a otros muchos fueron las sobredosis y adulteraciones las que se los llevaron antes de tiempo.
Al respecto, convendrá puntualizar que no hay nada en la molécula de la diacetilmorfina, la heroína, que produzca SIDA o ninguna otra enfermedad infecciosa. Una gran parte de los problemas que causó la heroína tienen que ver más que ver con las condiciones de su uso que con la propia sustancia: un derivado del opio que cuesta pocos céntimos de producir está en manos de mafias y narcotraficantes a precios astronómicos. Las sobredosis y adulteraciones son una consecuencia directa del mercado negro y su asociación con el SIDA tiene que ver con el hecho de compartir jeringuillas, es decir, con condiciones sociales que fueron consecuencia de una determinada política de drogas. De hecho no existe duda de que los programas de reducción de riesgos (intercambio de jeringuillas, inclusión de los usuarios en programas de tratamiento independientemente de que siguieran consumiendo, generalización del uso de metadona…) fueron las primeras medidas eficaces para atajar el problema.
En definitiva, “la droga” (es decir, la heroína) ocupaba los primeros puestos en las preocupaciones de los españoles en las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas a principios de los ochenta, pero en la actualidad ha desaparecido de este ranking. Y algunos medios de comunicación han decidido agitar el fantasma de la heroína en las últimas semanas, probablemente porque las noticias sobre nuevas drogas y otras leyendas maravillosas están perdiendo su efecto de tanto ser repetidas.
“El País”, ese periódico que un día fue serio pero que ahora escribe sobre drogas con la calidad del “Cuore”, nos contaba el pasado 5 de Junio en portada que la heroína regresa a España por la masiva oferta mundial de esta droga. El único dato objetivo que sustenta el titular a cuatro columnas es un incremento en las incautaciones policiales del 4% entre 2014 y 2015 (de 244 a 256 kilos). Aunque la gráfica que acompaña al artículo lo explica claramente, los periodistas han pasado por alto que entre 2012 y 2015 el descenso en los decomisos es del 10% y entre 2013 y 2015 del 13%. ¿Son los doce kilos de más incautados en un año suficientes para advertir sobre “el regreso silencioso de esta sustancia que enciende las alarmas” como sostiene el diario de PRISA? ¿O podría explicarse por otros factores como una mayor eficacia policial o simple fruto del azar y la variabilidad estadística?
Porque no existe ningún otro dato oficial que “encienda las alarmas”. Repasamos algunos datos a simple vista y que están extraídos de la web del Plan Nacional sobre Drogas:
• La tendencia de las admisiones a tratamiento por drogas inyectadas es de caída en picado: de 30.000 en 1996 a alrededor de 10.000 en 2013 (pag 129)
• Las admisiones a tratamiento por heroína por primera vez en España han caído en picado entre el 2001 y el 2013. (pag 134)
• Las urgencias hospitalarias en relación con la heroína suponían el 50% de las urgencias por drogas en 1996, en 2013 menos del 10% (pag 143)
• Las frecuencias de consumo de heroína en población escolar son despreciables a nivel estadístico en la última Encuesta Escolar del año 2014 (diapositiva 16)
• Las frecuencias de consumo de heroína en población general están en torno al 0.1% en la última Encuesta General del año 2013 (diapositiva 4)
Es cierto que este colaborador está acostumbrado a manejar bibliografía sobre el tema y no he tardado más de 10 minutos en recopilar los datos. Supongo que un periodista sin conocimientos necesitaría algo más, pero no ha sido necesario acudir a complejas bases de datos especializadas en el tema y todo se encuentra a un par de “clicks” de la página de entrada de la web del Plan Nacional sobre Drogas.
No es “El País” el único medio que ha agitado el fantasma de la heroína en las últimas semanas y otros como “El Mundo” o la Agencia EFE han divulgado titulares similares basándose en datos poco fiables para nuestro medio. Las frecuencias de consumo de heroína en España no han mostrado ningún cambio significativo.
Si los medios están preocupados por el tema de la heroína, en lugar de lanzar titulares amarillistas basados en hipótesis podrían poner el foco en aspectos reales. Reflexionar sobre las causas y circunstancias que siguen llevando a los adictos a buscarse la vida en poblados del extrarradio de las grandes ciudades. O investigar sobre los recortes presupuestarios que azotan los Centros de Desintoxicación desde hace años.
Menos espectacular pero más real.