Por Larry ACR
Sorprende bastante la manera en la que Javier Simón, uno de los puntales del r´n´b patrio -su álbum de debut en esta nueva etapa de su carrera, “Night Shift” (LRC, 2016), es un verdadero diamante en bruto-, se refiere a la música de este país.
Sus palabras revelan un halo de desafección hacia público (“adora a artistas que son iconos más por ser corporaciones globales que músicos”) e industria musical (“no me gusta en absoluto”), y el desengaño propio de un artista que conoce bien el entorno en que se mueve tras haber alcanzado su cuota de fama temprana con el trío 360Grados, haber ejercido como compositor para nombres relevantes del pop español (Marta Sánchez, Edurne, Tony Santos…) y haberse tenido que reinventar como artista en un par de ocasiones (de 360Grados a Oke, y de éste a Javier Simón).
Lo cierto es que tu relación con la música viene de lejos, y que ya siendo un adolescente tus composiciones son premiadas en concursos locales, lo que te hace plantearte la necesidad de comenzar con el trío 360 Grados junto a Manuel Navas y Salvador Jiménez, con quienes consigues firmar un contrato con Warner. ¿Veías claro la posibilidad de ganarte la vida con la música? ¿Por qué no terminó de cuajar el proyecto?
Por aquellos entonces era bastante más ingenuo, y al año de empezar ya firmas contrato con Warner, por tanto se presentan oportunidades que te hacen pensar que está todo hecho. Era un proyecto interesante, pero las bandas requieren del mismo nivel de compromiso y eso casi nunca se cumple. Siempre he tenido claro que podría ganarme la vida con mi música si hubiera prostituido mi arte, así que prefiero complementarla haciendo lo que me gusta.
Una vez disuelto el trío y agotada esta posibilidad, decides abrirte camino como Oke interpretando repertorio ajeno (Frank Sinatra, Police, Stevie Wonder, Michael Bublé) en el Casino Torrequebrada de Benalmádena (Málaga). ¿Viste necesario curtirte a través de piezas de otros antes de proyectarte como solista? ¿En qué medida marcó esta experiencia tu posterior desarrollo como artista?
Cuando empecé como “crooner” ya tenía repertorio grabado y era muy activo componiendo -nunca paro de componer-, pero sin duda necesitaba de esa disciplina, tablas y poner a ejercitar la maquinaria y fue la mejor forma de conocer mi instrumento, mis posibilidades y mis límites como vocalista, y, supongo, que eso ha servido para moldearme y avanzar unos cuantos pasos en la industria.
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Tras un tiempo retirado de los escenarios, pero en el que te mantienes activo como compositor, le presentas una maqueta al productor Erik Nilsson, quien se muestra interesado en Oke -tu alter ego de entonces- para estrenar el sello MMS, registrando en 2009, vía “streaming” y a través de la interacción con internautas de 52 países, tu álbum “Retrodisea” -con su secuela “Retrodisea Remixes Ep”-. ¿Qué puedes contarnos sobre esta peculiar experiencia, cómo se plantea y desarrolla, los antecedentes, etc.? ¿Volverías a repetirla si se diera la ocasión?
“Retrodisea” fue una de las mejores etapas de mi vida a nivel personal y profesional; el que la gente conozca y valore lo que haces, conocer a tantas personas que han dejado marca y que a día de hoy siguen en mi vida. Experiencias vitales para un artista como enfrentarte al público con tus creaciones y exponerte a la crítica, sin duda rompieron el cascarón y me hicieron reafirmar el “¡quiero más!”. Todo empezó como un experimento en vivo que al poco tiempo hizo popular Radiohead, era la eclosión del “streaming” y las redes sociales, los principios de la interacción y blogs vía Youtube…En definitiva, una idea novedosa que hoy en día para mí no tendría sentido, pero en la que me lo pasé como nunca.
Has estado trabajando como compositor para multinacionales como Universal, Warner o Sony en diferentes países y con artistas de cierta popularidad como Tony Santos, Edurne (OT), Beatriz Luengo (UPA Dance), Ketama, Abram o tu paisana Diana Navarro. ¿Cómo es el proceso de composición tipo de Javier Simón? ¿En qué medida adaptas tus composiciones en función del artista para el que recibes el encargo? ¿Cómo distingues las composiciones que te son útiles para tu proyecto de las que destinas a otros artistas?
He compartido productor y círculo de músicos y amigos con esos artistas que nombras, y he recibido encargos de adaptación de temas para Edurne o Marta Sánchez. La industria española no me gusta en absoluto, los artistas “mainstream” españoles tampoco me aportan nada, y solo ha servido para poner un pié dentro de la industria. Agradezco que sellos grandes hayan confiado en mí como artesano de los temas de otros, intento moldear el tema y ponerme en la piel del intérprete, pero me dejo el ego en el tintero y trabajo como una pieza del engranaje que conforma la industria. Cuando cuentan conmigo es porque quieren algo rápido y bueno en un plazo exprés.
En comparación a lo que ocurre en otros países en España se produce la paradoja de que al tiempo que adoramos e idolatramos para el paroxismo a artistas de r´n´b y nu-soul norteamericanos (Beyoncé, Rihanna) e ingleses, rara vez se concede una oportunidad para abrirse camino en estos géneros a talentos del panorama local (lo vimos con el ejemplo de Flavio Rodríguez). ¿Por qué crees que persiste este prejuicio generalizado? ¿Qué debe ocurrir para que podamos superarlo y tomarnos en serio las producciones locales? ¿Ayudaría el hecho de que las letras fueran en castellano, o no influiría en absoluto?
Cuando Flavio era el referente de la escena R&B española, la gente idolatraba a Timbaland, Black Eyed Peas, Mariah (Carey) y Beyoncé. Esos eran los referentes pop-r&b “Spanish friendly”, y aun así costaba que la gran mayoría de público nacional los conociera y consumiera. Hoy día esa cultura ha vuelto con fuerza y se ha expandido con gente que escucha trap, drum´n´bass, Pbrnb y hip hop actual, aunque el 80% sea postureo y el 20% conocimiento real del género. España emula las modas que vienen de fuera y en el caso de la música, hoy día va estrechamente ligada con el auge de la cultura urbana, “sneakers”, “social influencers” y la adoración a artistas que son iconos más por ser corporaciones globales que músicos. No necesitamos adaptar eso a nuestro lenguaje, al menos no en el R&B, porque la mayoría de veces queda ridículo y, la verdad, no encuentro la razón. También los jóvenes saben más inglés y están más cómodos escuchando música en inglés.
El r´n´b suele centrarse en letras que se refiere a la esfera más íntima, como si se tratara de una confesión descarnada o una forma de revelar en público la parcela de privacidad. ¿Temes exponerte en exceso cuando compones para ti mismo? ¿Consideras posible que este género aborde los conflictos colectivos para tratar, con ello, de aportar soluciones, o al menos una nueva perspectiva para abordarlos? ¿Por qué el soul actual no posee esa capacidad para la toma de conciencia colectiva que sí tenía con Marvin Gaye, Edwin Starr o Curtis Mayfield?
Soy una persona reservada, discreta y celosa de su intimidad, mis canciones tienen muchas dobles lecturas e intento desnudarme, pero aún creo que no he alcanzado mi plenitud como letrista honesto y comprometido. Me falta rasgar más a la hora de componer y ser más visceral, y a la vez más vulnerable, pero este disco me pedía hablar de lo que he hablado y estoy satisfecho con los mensajes. Cualquier género permite hablar de una realidad social y lanzar un mensaje al público, el problema es que el público no escucha para reaccionar, no sale a protestar, no lucha por sus derechos. La élite está haciendo muy bien su trabajo para lobotomizarnos y distraernos de mil maneras, y aunque yo hable en mi disco sobre ganarse la vida en medio de un circo mediático donde todo se desvirtúa, la mayoría preferirá quedarse con el mensaje banal de la canción pachanga de turno. Al fin y al cabo, tenemos ni más ni menos que lo que nos merecemos.
Fotografías de Iurdana de Prada