Criados en la música de raíz jamaicana, crecidos entre singles de northern soul o de bandas españolas de los 60 con claras inclinaciones hacia la música afroamericana –Los Canarios, Los Pop Tops, Henry & the Seven-, británica -Los Bravos- o la psicodelia -Shelly y la Nueva Generación-, y educados en la escena modernista barcelonesa asistiendo con cierta regularidad a conciertos y “allnighters”, lo lógico y normal era que la banda terminara por encontrar su hábitat natural en el soul con denominación de origen ibérico. No es casual, por tanto, que el videoclip de “Mentiras” -tema que abre su segundo trabajo “Sonido Joanic”– sea un simpático guiño al cineasta vasco Iván Zulueta y su largometraje de culto “Un, dos, tres…Al escondite inglés” (1969).
La banda comienza como una evolución natural de un proyecto skatalítico de El Masnou llamado The Cutties con una clara transición hacia el soul, el pop y otras sonoridades 60´s. ¿A qué se debió esta evolución?
Todo va relacionado con la evolución de los gustos musicales. Empezamos haciendo una banda de música jamaicana porque era la música que más nos flipaba con 17 años, y a medida que íbamos creciendo y ampliando gustos, fuimos dejando de lado el ska, campo en el que habían un montón de bandas que nos daban mil patadas, y empezamos un camino propio más bien inexplorado, el soul ibérico.
Dado que buena parte de los componentes de la banda procedéis de formaciones como The Penguins, The Aggronauts o The Kinky Coo Coo´s. ¿En qué medida marca vuestra militancia en lo jamaicano el sonido de Los Retrovisores?
Sin duda la obsesión con el sonido vintage viene del gusto por los singles jamaicanos e ingleses de los 60’s grabados con una pista o 4 en el mejor de los casos. Ese muro de ruido nos conectó más tarde con el rollo Motown y el Northern en general. La conexión con el público y la importancia que damos al baile, también nos identifica con la pasión de la música negra, alejados como estamos de la actitud intelectualoide o fría del pop blanco, del indie o de la música conceptual.
Aunque hay bandas que se limitan a interpretar estilos añejos sin más, vosotros habéis decidido complementar vuestro sonido con una propuesta estética acorde, adoptando vestimentas de los 60. ¿Hasta qué punto es necesario preocuparse por este aspecto para hacer una propuesta creíble? ¿Qué patrones seguís a la hora de seleccionar el vestuario de la banda?
Nosotros no impostamos nada, no forzamos una estética ni una actitud. Salimos en la portada del disco o en los conciertos con la ropa que nos gusta vestir por la calle, quizá más bien peinados de lo habitual, pero con nuestro estilo diario. Aunque el campo estético es muy importante para definir bien un propuesta, preferimos hablar de música y cultura que de moda.
En los 6 años transcurridos entre el primer álbum y el actual habéis ido dosificando vuestras canciones con la publicación de sendos Ep´s en el sello BCore -“En el surco” y “Alma y pisotón”-. ¿Qué os ha llevado a publicar en este formato?
Los Ep´s y los singles permiten muchas veces sacar material más fresco para tus fans, canciones que quizá dentro de un Lp perderían vitalidad debido a los largos periodos que pueden darse entre la composición de un disco y la salida al mercado del susodicho. El single es más directo… ¡Pam! Quiero decir esto: ensayo, entro al estudio y lo edito. A veces el Lp puede demorar demasiado los tempos. Por suerte, no ha sido el caso de “Sonido Joanic”, donde la frescura se mantiene intacta, pero sí que nos pasó con nuestro primer Lp “La nostalgia ya no es lo que era”.
¿Sigue siendo necesario reivindicar el vinilo como soporte para difundir la música?
En la posmodernidad individualista e inmaterial que nos toca vivir, volver al objeto y la materia es algo más que un simple ejercicio fetichista o de postureo vintage. Es una forma de entender el mundo, de querer tocarlo, de querer vivirlo. Queremos ser conscientes del espacio que ocupa nuestra cultura.
En algunas de vuestras canciones habéis despreciado de manera rotunda la presunta modernidad -que no modernismo- de vuestra ciudad natal, Barcelona, lo que imagino no habrá sentado bien en según qué sectores y os habrá granjeado no pocas enemistades. ¿Qué puertas se os han cerrado por ser críticos en vuestras letras?
Pues la verdad es que el moderno barcelonés es bastante paradójico: hemos rajado de actitudes y personas que precisamente gracias a ello nos han respetado y venerado.
¿Qué os parece lo más repudiable de vuestra ciudad a nivel cultural?
Lo que más nos jode de Barcelona es toda la movida rumba-reggae-punk-fusión de proporciones “mainstream”. Y que los pocos centros culturales tengan enormes dificultades para salir adelante, caso del Heliogàbal, bar, sala de conciertos y centro cultural del barrio de Gràcia.
Vuestra labor como músicos la complementáis con el hecho de que algunos de los componentes de la banda ejercéis también como pinchadiscos o selectores. ¿En alguna ocasión habéis aprovechado vuestras sesiones para comprobar la reacción que generaban temas de la banda -estuvieran publicados o no-?
Hay una estrecha relación entre ser dj y ser músico. En nuestro caso cuando empezábamos a pinchar, soñábamos en poder tocar algún día los rompepistas que seleccionábamos. Al cabo de pocos años se hizo realidad, primero con las bandas a lo jamaiquino y luego con Los Retrovisores. Pero, a su vez, no sólo pinchamos o versionamos, también creamos nuevas obras. Ahí está la principal diferencia: una cosa es coleccionar y otra hacer canciones. Por lo demás, pinchar o tocar para nosotros tiene un mismo sentido, crear un espacio-tiempo de fraternidad e igualdad humanista.
¿En qué medida cambia el planteamiento de cara al público entre un “setlist” de la banda y un repertorio de una sesión si la finalidad de ambos es hacer bailar?
Como dj’s y debido a la estricta moralina dandy que nos caracteriza no hemos pinchado nunca nuestros propios temas, pero cuando otros los pinchan sí que estamos muy pendientes de ver la reacciones que se dan en la pista de baile.
“Sonido Joanic” evoca a grabaciones de bandas españolas de las décadas de los 60 y 70 (Los Canarios, Los Bravos, Los Buenos, Los Pop Tops, etc.) y parece como si en el fondo desearais haber nacido en dicha época para formar parte de aquella escena musical. ¿Por qué esa fijación en recrear aquel sonido tan característico?
La fijación se debe a que se trata de nuestra música preferida.
¿Qué puede aportar una banda actual que no aportaran las mencionadas en su momento?
En cuanto a nuestra aportación es clara: los jóvenes de hoy pueden disfrutar de una banda actual y enérgica que interpreta en el escenario dichos patrones. Mantenemos la llama viva del mismo modo que lo hace las bandas actuales de punk o heavy.
Habéis confiado la mezcla y producción de vuestro segundo trabajo a Mike Marikonda, todo un seguro de vida para una banda de sonidos añejos como la vuestra. ¿Por qué lo habéis escogido a él en detrimento de otros productores? ¿De qué modo os habéis coordinado con Mike para conseguir que el sonido del álbum llegara a buen puerto? ¿Qué pautas o directrices os ha marcado Mike?
En esta ocasión, Mike y Marc Tena participaron en los ensayos finales antes de entrar a grabar, aportando más dinámica y algún arreglo estructural. Cuando entramos a grabar teníamos muy claros todos los arreglos de la base.
En la actualidad la escena española de música afroamericana parece vivir un momento de cierto esplendor, con multitud de propuestas centradas en el rhythm&blues, el soul o el funk. ¿Os sentís parte de dicha escena o más bien os integráis en la actual escena modernista catalana? ¿Hacia qué otras bandas os sentís afines a nivel musical?
Hay días en los que te despiertas queriendo tener vida propia fuera de cualquier escena o etiqueta. En otras en cambio amaneces cantando “Somos los mods”.