Ethan Nadelmann, fundador de la Drug Policy Alliance, se retira como director ejecutivo de la organización, en la que según sus palabras, ha sido ‘la decisión más difícil que he tomado nunca’. Acabamos de conocer su carta de renuncia de la dirección de la DPA y no podemos más que lamentar este hecho, no porque no consideremos que no ha llegado su momento, si no porque su papel en la lucha contra la guerra de las drogas ha sido crucial.
Ethan Nadelmann, comenzó su andadura en este ámbito hace veintitantos años en el Centro Lindesmith, que más tarde se fusionó con la Drug Policy Foundation para crear DPA. La DPA partió de una idea y hoy se ha convertirdo en una organización sólida para la defensa de la atención a las drogas, que ha definido un nuevo movimiento político y cultural. Su misión actualmente es tan relevante como cuando se fundó, y se asiste a un panorama con nuevos desafíos y oportunidades.
El movimiento de reforma de la política de drogas de la DPA alcanza a otros movimientos por la justicia social y la libertad individual – en particular los derechos de la mujer, los derechos civiles y los derechos de los homosexuales – y constituye una lucha de varias generaciones.
‘Es hora de que una nueva persona asuma la dirección de la DPA y tome esta organización y nuestra causa por bandera’, ha declarado Nadelmann. ‘Hace más falta que nunca, ahora que lamentablemente Donald Trump es nuestro presidente’, asegura, ‘y que su administración seguramente va a obstaculizar nuestro progreso a nivel federal y socavar nuestros avances y perspectivas en los estados y ciudades donde se ha centrado gran parte de nuestro trabajo’, prosigue.
El presidente, Ira Glasser, y Ethan Nadelmann, han acordado la fecha límite de finales de abril para su renunciar, y en ese momento, el ex director ejecutivo adjunto de la DPA, Derek Hodel, ha aceptado servir director ejecutivo interino hasta que encuentren un sucesor para Nadelmann, que se despide de su experiencia instando a la DPA a hacerse cada vez más poderosa como defensora de las políticas de drogas basadas en la ciencia, la compasión, la salud y los derechos humanos.
En una reciente charla audaz, este reformista de la política de drogas hizo un apasionado alegato para acabar con el movimiento «retrógrado, despiadado y desastroso» para erradicar el tráfico de drogas. Da dos grandes razones de por qué deberíamos centrarnos, en cambio, en una regulación inteligente.
No os perdáis su charla para comprobar qué gran luchador por un cambio de paradigma en las políticas de drogas abandona de momento su lucha al frente de DPA, y cuáles son los motivos por los que desde Cannabis.es lamentamos su marcha.
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