La coherencia tiene su recompensa, y, aunque a finales de los 90 se hartaron de recorrerse el país -y parte del extranjero- a lomos de su rhythm&blues de gusto añejo, es ahora, tras su retorno a los escenarios -15 años después de su provisional despedida-, cuando reciben la recompensa por su longevidad y perseverancia.
Cierto es que la coyuntura ha cambiado, y en buena medida para bien: predican en un terreno fértil, con un buen puñado de bandas afines y un público, el del rock´n´roll, que ha dejado atrás esa mochila de prejuicios que le impedían disfrutar de su propuesta más “negroide”. Su cuarto trabajo, “Everything Is Changing”, abunda en lo de siempre, si bien con un matiz: la producción en analógico de Jorge Explosión (Circo Perrotti) le hace ganar enteros respecto a los precedentes.
Vuestro tercer álbum “Ten Long Years” (Al.leluia, 1998) pone fin a la etapa inicial de la banda en la que los conflictos personales y el choque de egos hicieron imposible su continuidad. ¿Qué os llevó a retomar la banda en 2013 para actuar en el Mojo Workin´ donostiarra? ¿Qué rol debe asumir cada músico para evitar reincidir en los conflictos del pasado?
Sí, en la última época hubo roces, normales al cabo de diez años de convivencia. Son muchas horas en el local de ensayo, furgoneta… -son espacios muy pequeños tanto el local de ensayo como al furgoneta-, y en cuanto empiezan a surgir ciertos roces o diferencias personales, es complicado, porque aquello es como una olla a presión. No estás un poco yo aquí y tú aquí; tienes que colaborar, tienes que estar todos los días juntos. Sí, al final hubo ya cansancio de estar todo el día peleándonos, y aunque el momento artístico, de crítica y de público era muy bueno el 98, la época mejor -además, en aquella época comenzamos a salir al extranjero: tocamos en Francia, en Italia, en Alemania-, se marcharon de la banda un par de personas, y en aquel momento buscar nuevos músicos para continuar, nos apreció complicado. En Vitoria en aquel momento no había mucha gente que nos cuadrase para el proyecto, y tampoco teníamos presupuesto como para andar trayendo músicos de Madrid o de no sé dónde. Era un poco complicado, entonces al final lo dejamos. Y luego, con el tiempo las cosas se maduran, la gente madura, y las relaciones personales otra vez volvieron a estar muy bien, volvimos a ser amigos.
Para la grabación de vuestro recién publicado álbum, habéis optado por ser producidos por Jorge “Explosión” Muñoz-Cobo en Circo Perrotti, uno de los estudios dotados de aparataje vintage por los que suelen apostar aquellas bandas que persiguen un sonido orgánico, añejo. ¿Qué facilidades habéis encontrado para transmitir el concepto de la banda y el sonido que buscabais en comparación a los estudios donde grabasteis las maquetas -“It´s Fab”, “All Night Long”- y los primeros trabajos de la banda?
A nosotros siempre nos ha gustado el sonido que hemos conseguido ahora, pero en las dos primeras maquetas y el primer disco no lo conseguimos. Luego, con Fernando Pardo nos acercamos bastante, aunque era un estudio digital. Y esta vez, ha sido ir a tiro fijo: queríamos un sonido así cálido, de válvula, como tiene que ser una banda según la entiendo yo. Respeto a la gente que quiere sonar súper moderno haciendo soul o rhythm&blues, tipo Incognito, pero a nosotros nos gusta bastante el sonido añejo. Y la verdad es que ahora, como Jorge, que es amigo nuestro de toda la vida, tenía los estudios estos, fue muy clara la elección de apostar por él. Conoce a la banda, hemos tocado juntos Doctor Explosión y The Allnighters no sé cuántas veces… La primera actuación de Doctor Explosión fue teloneando a los Allnighters en Oviedo en el año 89 o 90. Habíamos tenido relación toda la vida. Nos conocíamos muy bien, él conocía nuestro sonido, nos había tirado los tejos cuando volvimos –“oye, si pensáis en grabar, tío, venid aquí”-, se puso como muy a tira, y a nosotros nos apetecía también. La experiencia ha sido muy buena, un poco apretada de tiempo. Hemos grabado en un fin de semana el Lp entero, lo cual es un palizón horroroso, porque llegamos el viernes a las 6 de la tarde y salimos el domingo a las 4 de la madrugada, y entre medias metimos 30 horas de estudio. Y encima yo curraba el lunes por la mañana, así que fue coger el coche a las 4 de la madrugada, llegar a Vitoria a las 8, ducharme y a currar. Compensó. Los metales los grabamos luego en Vitoria, porque no daba tiempo a todo y era un lío, pero todo lo demás estaba grabado en Perrotti entre viernes, sábado y domingo.
Os habéis mantenidos fieles a aquello que os motivó a lanzar una banda: el rhythm&blues y estilos allegados como el soul, el blues, el boogie o el pre-funk. ¿Qué recompensa tiene para una banda haber sido coherentes con el transcurso del tiempo?
Yo siempre digo que las bandas que son coherentes y mantienen su línea, en algún momento la moda -por decirlo de alguna manera- se acerca a ellos. Creo que nosotros ahora estamos en un momento muy dulce, porque en aquel momento -que nos fue bastante bien, porque hicimos 300 bolos, 3 discos, salimos al extranjero- no era muy entendido aquí. No había festivales del género. Había festivales de blues, pero para los festivales de blues éramos demasiados rhythmandbluseros o souleros -aunque hicimos varios: tocamos en Cádiz, en Catalunya, en Euskadi en algunos festivales de blues-. Digamos que ahí éramos rhythm&blues tirando el soul y ellos buscaban un blues más blues. Solamente había festivales de blues, porque en los de jazz no encajábamos. En aquel momento los festivales de jazz eran más puristas de jazz.
¿Qué evolución percibís tanto en las bandas que han seguido vuestros pasos, como en la receptividad que el entorno tiene hacia vuestro género musical?
Ahora, entre la gente de rock´n´roll está asumido dentro del menú el rhythm&blues y el soul como otra plato más junto con el hard-rock… Y la gente es más abierta hoy día, escucha más cosas, hay menos etiquetas, hay menos tribus urbanas… La gente es un poco más amplia: te gusta el reggae y el soul, y además te pueden gustar los Who. No pasa nada. En los 80 y principios de los 90 estaba más parcelado todo, había más militancia, no salías de tu zona. Era bueno en cuanto que la militancia te apoyaba a muerte, pero malo en que sólo te apoyaba la militancia. Entonces iba a tocar a un sitio en el que no había ningún tío mod/60´s que le gustara el rhythm&blues, y no iba a verte nadie la primera vez. Como a los 2 que habían ido les flipaba, la siguiente vez ya iba gente. Pero nos hemos pegado primeras veces en algunos sitios de decir: jooooder. Y ahora, la verdad es que hay muchísimo más campo, hay más salas, hay más festivales, hay más cultura de este tipo de música, pero también hay mucha más competencia, entonces hay que estar peleando. Ahora mismo, en Madrid, ¿cuántas bandas habrá de música negra? ¡20! Y en Barcelona otras tantas. En Euskadi 4 o 5. En todos los sitios hay bandas. Ya no es: ¿quiero una banda de rhythm&blues? Pues los Allnighters. Ahora: ¿una banda de rhythm&blues? Pues tienes una lista. ¿Una banda de soul? Más lista todavía. De rhythm&blues sigue sin haber demasiado. No hay tantos.
¿Consideráis que en la actualidad existen más o menos prejuicios, y más o menos facilidad para llevar a cabo esa labor de divulgación del rhythm&blues?
Más facilidad y menos prejuicios. La gente es más abierta, tiene más cultura musical, ha escuchado más música. Por culpa por una parte, pero gracias por otra, la gente tiene más acceso a la música a través de Internet, con lo cual es más fácil que te escuche alguien antes de ir al concierto, que se meta en tu Bandcamp y escuche tu música. Mientras que antes, o lo escuchabas en la radio, o alguien tenía el disco, y si no, no sabías ni quiénes eran estos tíos. Ahora hay más facilidad.
Fotos: Dospordos