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La Fibra de Cannabis: ¿El nuevo rey?

La Fibra de Cannabis: ¿El nuevo rey?

Por Ianis Ferenczy

El algodón es el rey”. Este fue el título del elocuente discurso pronunciado por el senador y empresario algodonero, James Henry Hammond, ante el senado americano en 1858. En este alegato, el pro esclavista y pedófilo senador por Kansas defendía el algodón como el sustento económico de Estados Unidos –la exportación de algodón en esos días representaba casi la mitad de las exportaciones totales del país-.  Y realmente así ha sido desde entonces. El algodón sigue siendo el sector agrícola más importante en Estados Unidos, situado como tercer productor mundial solo detrás de China e India. ‘


En 1906, el cannabis fue incluido en el Acta “Pure Food and Drug”, donde se reconocía su farmacopea y se exigía su especial etiquetado. Posteriormente, fue oficialmente criminalizado en 1937 en la “Marihuana Tax Act”. Esta criminalización nunca hizo distinción entre el cannabis industrial -con un ínfimo porcentaje de THC, nunca superior al 0,3%- y la marihuana.

Estos dos hechos, aparentemente no relacionados, han supuesto más de un siglo de retroceso en cuanto a estudios y aplicaciones del cáñamo en la industria textil. Mientras que la industria del algodón era potenciada con ayudas y subvenciones, los productores de cáñamo han sido perseguidos y tratados como delincuentes durante gran parte del siglo XX. Solo a partir del año 2014 con la entrada en vigor de la ley “Farm Bill”, el gobierno de Estados Unidos autoriza el cultivo de cáñamo industrial, diferenciándolo de la marihuana y aplicándole una regulación especial.

Hoy en día, los expertos parecen no tener dudas en cuanto a que planta es más sostenible en términos ecológicos. El cannabis supera con creces al algodónUn estudio de 2005, publicado por el Instituto Ambiental de Estocolmo, compara los requisitos de agua, energía y tierra necesarios para la producción de poliéster, algodón y fibra de cáñamo. Olvidando el poliéster, que es un derivado del petróleo no biodegradable, los requisitos de agua y tierra del cáñamo son mucho menos exigentes que los empleados en la producción de algodón. El estudio estima que se necesita el doble de tierra de cultivo para producir una tonelada de algodón que la necesaria para producir la misma tonelada de fibra de cannabis. A la hora de cultivar, el cannabis necesita menos agua que el algodón para crecer, en torno a un 50% menos de agua de riego.  Pero si hablamos de todo el proceso del producto, desde que se planta hasta que la fibra esta lista para ser usada, el algodón necesita cuatro veces más agua que la planta de cáñamo.

El cultivo del cáñamo también es más beneficioso para la tierra que el algodón u otras fibras naturales. Hacia el final de la cosecha las plantas de cannabis han ido perdiendo muchas de sus grandes hojas,  estas van incorporándose como materia orgánica al suelo de cultivo a modo de compostaje, haciendo la tierra mucho más rica en nutrientes para las posteriores cosechas. Además las anchas raíces de la planta protegen el suelo contra los agentes erosivos y mejoran la transpiración de la tierra.

En lo tocante a la calidad de la fibra, todos los expertos parecen coincidir en que el tejido de cáñamo tolera mucho más el desgaste que el algodón. Además de la resistencia, la fibra de cáñamo es menos deformable que otros tejidos de fibras naturales. Por todo esto, una prenda de cáñamo durará más tiempo que una de algodón y además resistirá unas condiciones de uso más duras –las velas que llevaban las carabelas de Cristóbal Colón o el primer par de pantalones vaqueros Levy Strauss eran de tejido de cáñamo-. Debido a la naturaleza de la fibra de cannabis, más porosa que el algodón, es más transpirable y ventila mejor. Esto hace que las prendas de cáñamo sean más frescas en verano, mientras que en invierno crean una cámara de aire caliente que aísla del exterior, resultando mucho más abrigadas que otras fibras naturales. El cáñamo, como el lino, se suaviza y mejora con los lavados. Una prenda de cáñamo, con el tiempo y el uso, tendrá aspecto de ser más nueva que una de algodón.

Pero sin duda, una de las cualidades más curiosas y notables de la fibra de cáñamo es su capacidad antibacteriana y fungicida. Este estudio del departamento de Microbiología de la Universidad de Hazara  en Paquistán, pone de manifiesto la efectividad de los diferentes cannabinoides de la planta (cannabidiol, cannabigerol, cannabicromeno…) contra cepas de bacterias infecciosas como la tuberculosis o el bacilo escherichia coli. En concreto, los cannabinoides funcionan en la llamada fase exponencial del crecimiento bacteriano. Es esta fase, el número de bacterias se duplica en un determinado tiempo a ritmo constante y solo termina cuando se agotan los nutrientes de la colonia bacteriana. Es en este momento cuando los cannabinoides forman una barrera química alrededor de las bacterias impidiendo su proliferación.    

Esta capacidad antimicrobiana influye a la hora de cultivar el cáñamo. Mientras que una producción de algodón requiere un gran número de pesticidas y herbicidas para controlar las plagas y enfermedades, el cáñamo no necesita ningún producto extra. Los agentes naturales presentes en sus cannabinoides actúan como repelentes de plagas y enfermedades,  manteniendo a la planta sana y fuerte hasta el momento de la cosecha sin demasiada intervención del cultivador.

La ausencia de productos químicos en su cultivo y en su posterior procesado hace de la fibra de cáñamo una opción ideal para las personas con la piel sensible. Estos factores de cultivo ecológico se unen a las propiedades hipoalergénicas naturales de la planta para crear un tejido perfecto para personas con problemas en la piel tipo dermatitis, psoriasis, eczemas o incluso quemaduras.

Todas estas propiedades antibacterianas y antialérgicas no han sido pasadas por alto por la industria farmacéutica y cosmética. Ahora mismo existe una enorme gama de productos cosméticos naturales realizados con los aceites de la planta, con sus semillas y con sus hojas. Su alto contenido en ácidos grasos fortalece el pelo y las uñas. Regenera y vitaliza la piel debido a su riqueza en sales minerales y vitaminas. Es beneficiosa para las alergias de la piel, acné, psoriasis o herpes. Como uso tópico es un buen relajante y alivia dolores de tipo muscular.

Si como hemos visto a lo largo del artículo, el cultivo de cáñamo es más beneficioso a todos los niveles que el de otras fibras naturales, ¿por qué no se sustituyen los cultivos de algodón por cultivos de cannabis industrial? Sin duda la criminalización y demonización de la planta en el pasado siglo ha tenido bastante que ver. Se ha hablado la ‘conspiración del cáñamo’. La primera fuente de esta conspiración la podemos encontrar en el libro, The emperor wears no clothes, del famoso activista cannabico Jack Herer – traducido al castellano como, ‘El emperador está desnudo’ y prologado por Antonio Escohotado-. Esta teoría de la conspiración considera que la cesión de patentes de fibras sintéticas alemanas como pago de reparación tras la Segunda Guerra Mundial, las llamadas fibras Dupont, frenó toda inversión en la industria del cáñamo. Según esta teoría, la Marihuna Tax Act, fue una medida de lucha contra el cannabis tomada en virtud de intereses empresariales, en los que también participaban actores del sector petrolífero y de los productores de papel. 

Dejando atrás conspiraciones del siglo pasado, parece que hoy en día la industria de derivados industriales del cáñamo pasa por un buen momento. Cosméticos, medicinas, biocombustibles, materiales ecológicos de construcción, fibras, aceites, alimentación… la lista de aplicaciones de la planta es interminable. Esperemos que estos prometedores inicios del siglo XXI en lo tocante a la inversión y aplicación del cáñamo industrial sean la punta de la lanza de la expansión de una planta que como aseguraba el difunto Jack Herer,  es la única opción natural y renovable a las extenúes reservas de petróleo del planeta.   

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