Además de un músico prolijo, Fela Kuti era un militante comprometido con la liberación del pueblo africano y un precursor de un género que con el paso del tiempo ha terminado asociándose irremediablemente a su figura: el afrobeat -literalmente el latido de África-. Muchas son las bandas que siguen el camino por él emprendido, y entre ellas se encuentra la formación liderada por el baterista nigeriano Akin Onasanya.
Su segundo álbum, “Koko Iroyin”, se aleja de la ortodoxia del género con el fin de sondear puntos de encuentro con personas afines y géneros como el rock, la tradición del Magreb o la herencia cultural latinoamericana. La música sigue su curso y la hibridación garantiza este avance.
Cuando hablamos de afrobeat todo el mundo tiende a referirse a Fela Kuti, pero el claro referente vivo del género es su baterista Tony Allen, sin el que “no existiría el afrobeat” (Fela dixit). ¿Qué innovaciones introdujo Tony y cuál fue su rol en el desarrollo de este género?
En efecto, el papel de Tony Allen en el desarrollo del afrobeat es fundamental, como creador de la mayor parte de los ritmos característicos del estilo. Su labor era la de recopilar ritmos africanos y mezclarlos con estilos como el funk o el rock para crear bases absolutamente originales, que son la esencia del afrobeat.
¿Qué influencia ejerce en ti, Akin, como baterista líder de la banda?
La influencia de Tony en mi estilo es muy grande: es uno de los bateristas de referencia al que llevo toda la vida escuchando, analizando y disfrutando.
Uno de los elementos que definen el afrobeat como banda sonora de Nigeria es la cultura Yoruba que conecta, a través de la santería con Cuba, del candomblé con Brasil, del vudú con Haití, y uno de cuyos orishas (deidades) es Ogun, el orisha guerrero y dueño de los metales. Akin, ¿en qué momento entras en contacto con esta cultura y sientes esa conexión especial que hoy trasladas a la música a través del proyecto Ogun Afrobeat?
La primera conexión con Ogun viene de mi familia, originaria de una ciudad con ese mismo nombre, de donde era también Fela Kuti. Cuando era pequeño recuerdo que cada año íbamos todos a Ogun State para tocar en la fiesta en honor del “orisha del hierro”.
¿Por qué esa identificación con ese orisha en concreto?
Ogun es un orisha con un fuerte carácter, poderoso, y creemos que nuestra banda transmite eso en el escenario, de ahí la relación con el nombre.
¿Has pensado en explorar esa conexión nigeriana-cubana a futuro, de cara a generar colaboraciones o canciones?
La conexión yoruba ya existe, al contar en la banda con músicos de Cuba, Nigeria y Colombia, tres lugares donde esta cultura está arraigada. Aún así, nos gustaría que esa conexión fuera todavía más grande en el futuro.
Mientras en vuestro primer álbum “The Observer” os ceñisteis más al afrobeat puro, en este segundo trabajo “Koko Iroyin” se percibe una mayor amplitud de influencias que enriquecen el sonido. ¿Era algo que teníais claro a la hora de componer y concebir el álbum? ¿Os ha resultado sencillo encontrar puntos de conexión hacia otros géneros musicales?
En “The Observer” estaba implícito un claro homenaje a Fela, y, aunque había temas menos ortodoxos, lo cierto es que hicimos tres versiones de Fela, por lo que el disco suena más clásico. En “Koko Iroyin” teníamos claro que queríamos dar un paso más en la mezcla de estilos. Lo sabíamos al componer los temas y al plantearnos la idea de las colaboraciones, que nos obligaban a acercarnos a estilos menos relacionados con el afrobeat. Se nota también en los arreglos y en la elección de instrumentos menos habituales en este estilo.
Hemos visto proliferar numerosos proyectos en torno al afrobeat en nuestro país, desde bandas como Alma Afrobeat Ensemble o Eskorzo Afrobeat Experience, hasta la iniciativa de divulgación del género de Dj Floro, Javi Zarko y Sagrario Luna, Afrobeat Project. ¿Os sentís parte de esa escena global que podríamos denominar “internacional del afrobeat” y que actualmente celebra la Felabration?
Nuestra esencia es afrobeat, pero estilísticamente nos sentimos muy abiertos a influencias más amplias, como la música tradicional nigeriana, del Magreb, de Senegal o de Etiopía y, creemos que, en este sentido, vamos más allá del puro afrobeat, que es lo que hacen la mayoría de las bandas a nivel internacional. Estamos en contacto con todos estos grupos y Dj´s, pero pensamos que todavía queda mucho camino por recorrer para poder hablar de una verdadera escena afrobeat en España.
¿Con qué otros proyectos os identificáis y qué otros descubrimientos habéis tenido en este sentido?
Por supuesto, hay artistas y proyectos que nos interesan, como Dele Soshimi, clásicos como Orlando Julius o Ayinde Barrister. Y bandas que han visitado nuestro país recientemente y que nos han gustado mucho, como London Afrobeat Collective (UK) o Jaribo Afrobeat Arkestra (Japón).
Buena parte de las bandas que hoy adoptan el legado de Fela, lo hacen ciñéndose de forma estricta a la música y desdeñando quizás el componente político y social que costó tantos disgustos al denominado “Presidente de África”. ¿Creéis que el afrobeat actual puede y debe mantener ese compromiso firme en mejorar el entorno que le rodea y denunciar las injusticias que se cometen?
Consideramos que es muy importante tratar todos estos temas porque siguen estando igual de vigentes que en los 70. Nosotros lo hacemos en nuestras canciones, a pesar de que muchas están cantadas en Yoruba y el mensaje llega de otra manera. En cualquier caso, el objetivo es que la gente se exprese y dé rienda suelta a lo que siente a través del baile. Digamos que la parte rítmica y musical prevalece por encima del mensaje que queramos expresar.
¿Os habéis involucrado en alguna iniciativa de carácter social o político como banda o sopesáis hacerlo en el futuro próximo?
No nos interesa especialmente la política, pero estamos al lado de la gente que sufre injusticias, que tiene limitados sus derechos y que es perseguida por su forma de pensar o de sentir. Colaboramos con cualquier iniciativa que nos parezca positiva en este sentido.
La mayor parte de los componentes de la banda compagina la militancia en Ogun con proyectos en paralelo como Cosmosoul, Forastero, Sinouj… lo que ocasiona que las actuaciones de Ogun se realicen con cuentagotas. ¿En qué medida se retroalimenta Ogun con ideas, canciones y componentes del resto de proyectos? ¿Esbozos de canciones desechadas para una banda os han resultado útiles para Ogun, o la parcela que abarca cada proyecto está bien definida y acotada?
Sí, la música que hacemos con otros proyectos nos influye como músicos, y eso seguramente se transmita a la música que hacemos con Ogun, al igual que el resto de músicas que nos hayan podido marcar más o menos a lo largo de nuestras vidas. Lo que no ha ocurrido, al menos hasta ahora, es adaptar para Ogun algún tema pensado para otro proyecto. Pero nunca se sabe…
Hace poco os establecisteis en la sala El Intruso de Madrid con una sesión periódica en la que habéis ido invitando a personas afines (Alana Sinkëy, Seydina Mboup, Justin Tchatchua, Mohamed Bouzidi, Bilal Artiach, Frank T…) a participar durante una noche en vuestro proyecto. ¿Qué balance hacéis de esta experiencia?
El balance no puede ser más positivo, en primer lugar porque todas y cada una de aquellas sesiones fueron mágicas. Además, queríamos probar en directo algunas de las colaboraciones que queríamos incluir en el disco y el ciclo en El Intruso fue el laboratorio perfecto. De hecho, muchas de las ideas que luego han entrado en el disco, surgieron en aquellas sesiones.
¿La repetiréis en futuras ocasiones?
Las colaboraciones con otros artistas suponen siempre un trabajo extra, pero son enormemente enriquecedoras. Repetiremos seguro.
¿Qué proyectos han surgido del intercambio con otros músicos en el marco de esta u otras experiencias similares que hayáis tenido?
Por otro lado, los músicos estamos colaborando continuamente en los proyectos de otros músicos, tanto en discos como en directos, este tipo de intercambios es muy habitual.
Habida cuenta de que habéis tenido ocasión de girar el proyecto más allá de nuestras fronteras, ¿en qué medida es distinta la reacción del público español a la que pueda tener un holandés? ¿Cuesta más establecer esa conexión o una vez que comienza a sonar la música, el baile fluye sin remedio?
El afrobeat le llega igual a un holandés que a un español (y lo hemos comprobado últimamente). La reacción siempre es la misma, da igual el lugar, el idioma, la raza e incluso la edad: la gente acaba bailando sí o sí.
Fotografías: César Lucas Abreu