Se celebra la XI edición bajo el tema “Siembra el cambio y cultiva tus derechos”. Llego a la céntrica Puerta del Sol algo antes de las seis de la tarde, aquí, en Madrid. Su acrónimo #MMMM2017 me sugiere una reunión deliciosa con activistas a favor de la regularización del cannabis…
Después de pasear un rato por la plaza, veo aparecer una horda de globos verdes bajando por la calle Carretas, proveniente del barrio de Lavapiés. Son los 1000 globos de la Asociación Madrileña de Estudios sobre el Cannabis, que son repartidos entre un nutrido grupo de manifestantes.
Junto a la pancarta de la AMEC, hablo con Lucky, veterano activista y presidente de la asociación (en la tercera foto). Su presencia en la primera edición de la marcha, le convierte en testigo de excepción de la evolución en la lucha por los derechos de los consumidores de la planta.
“El origen de la marcha fueron unas jornadas que se montaron contra algunas determinaciones de la ONU en el año 1996. Al principio solo éramos una asociación de Barcelona y nosotros. Ahora somos miles de asociaciones las que se unen, aunque la mayoría son clubes de fumadores. Que no distribuyamos, creo que solo quedamos Ave María de Vigo y nosotros. Somos los puristas” dice riendo. Resalta su alta estatura y su pelo cano ensortijado que luce al sol de este día de mayo.
“En todo el mundo, la marcha suele celebrarse el primer fin de semana de mayo, pero como aquí tenemos la fiesta de los trabajadores y luego toca San Isidro, pues nos quedamos con la fecha de en medio. Aún así, creo que este año coincidimos con bastantes sitios internacionales, como Lisboa por ejemplo”. Nuestra charla es interrumpida abruptamente por dos agentes de la local. Piden a Lucky algún tipo de requerimiento. Espero para seguir hablando.
Lucky asegura que se ha avanzado muchísimo en materia de derechos en estos últimos veintiún años, cosa en la que coincide con Martín Barriuso, de la Federación de Asociaciones Cannábicas. Encontramos a Martín tras la pancarta de la FAC. Pelo corto y sonrisa afable, se presta a atendernos unos minutos.
“Al principio teníamos más problemas y era mucho más pequeño. La policía acosando… afortunadamente ha cambiado mucho la cosa.” Me dice. “Gracias a las marchas, al trabajo reivindicativo, ahora hay efervescencia de propuestas, de Iniciativas Legislativas Populares, en senados autonómicos, en el parlamento… Se ha trabajado mucho desde las asociaciones y se ha ido creando conciencia social. Hemos salido del armario, hemos dado la cara y más gente se ha unido.”
La marcha comienza encarando la calle Montera. Veo centenares de personas jóvenes, hombres y mujeres, protestando a su manera: liando canutos a destajo. Allí y allá, porros de todos los tamaños y olores. Algunos ciertamente sobresalientes.
Una perfumada humareda se adueña de la Montera. Miles de globos verdes se mecen con el viento, contrastados con el azul del cielo en una metáfora de libertad. La marcha continúa lentamente ascendiendo la cuesta. Paramos delante de la comisaría sita en esa calle. Abucheamos el edificio. Pitamos contra él.
“La policía ya nos conoce.” Me había dicho Lucky. “Llevamos 21 años, somos los de la marihuana, los de mayo. Recuerdo una vez que íbamos por la calle Mayor. Íbamos muy apretados entre los policías. Hasta que hubo tal afluencia de gente que tuvieron que dejarnos toda la calle para seguir avanzando. Ahora no solemos tener problemas, alguna multa, algún policía que se lo toma muy en serio, pero es una jornada festiva, la policía suele mostrarse razonable. Hay que reconocer que la mayoría aquí se comportan.”
La galería de canutos, camisetas con la hoja de María y las banderas de colores rastafaris se sucede. Petardos gordos como mi brazo aparecen empuñados por miles de activistas en pro de la legalización – regularización de la planta.
Su lema lo deja claro: “Siembra el cambio, cultiva tus derechos”. No en vano, uno de los organizadores de la marcha es la Iniciativa Regulación Responsable. En su definición ideológica encontramos los Cinco Pilares para una Regulación Responsable, acuerdo sobre el cual quieren incluir al cannabis en la agenda política nacional, dado el fracaso de las políticas tradicionales y apostando por crear caminos alternativos. Estos pilares son los siguientes.
—Autocultivo.
— Cultivo colectivo y Clubes de Cannabis.
— Comercio con Licencia.
— Educación para un consumo responsable.
— Acceso a Cannabis terapéutico.
“Hablamos de defender los derechos de los consumidores mediante regulación trasversal. Queremos elevar nuestras propuestas al gobierno, iniciativas al senado, parlamento…” Me comentaba Lucky. “Entre los que se oponen a la legalización de la marihuana hay de todo: gente que tiene una imagen distorsionada y peyorativa del cannabis, intereses de tipo político y económico… Gente que gana poder con esto, tales como policías, comisarios, jueces antidroga... Toda la industria del control de drogas, farmacéuticas… Y luego la gente que, sencillamente, tiene una concepción prohibicionista de la vida y piensa que no tenemos por qué tener derecho a consumir. Gente con carácter autoritario y conservador.” Afirmó Barriuso.
Continuamos la caminata por la Gran Vía, dirección a Plaza de España. Avanzamos despacio, quizá llevamos un par de horas cuando nos detenemos frente al edificio Carrión y su legendario anuncio de Schweppes. Un muchacho de frondosa barba y largas rastas es entrevistado por un medio joven. Explica que su presencia allí se debe a la reivindicación de la marihuana terapéutica. En sus propias palabras, no se explica cómo es posible que, habiendo estudios que lo atestiguan, sigan cobrando una pasta por medicinas con grandes efectos secundarios, cuando un simple inhalador nasal con componentes de la marihuana podría mejorar mucho la calidad de vida de estos pequeños.
Esta protesta no me es desconocida, aunque resulta extraño volver a recorrer éste camino, codo con codo con otras personas que piensan igual que tú. Miro a mí alrededor. Muchas personas más se han ido uniendo a la marcha. Simpatizantes sonríen y bailan al ritmo de una batucada mientras bajamos la cuesta de Gran Vía. Turistas estupefactos sacan se fotografían al lado del gigantesco petardo de un joven. Algunos de los manifestantes portan pequeñas plantas en vasos de plástico blanco con leyendas que indican la clase de yerba que ahí se está paseando. El humo enseñorea el aire.
Llegamos a nuestro destino, la Plaza de España, donde el grupo se reparte por los bancos y las zonas de césped. La Marcha Mundial por la Marihuana de este año en Madrid ha durado unas tres horas. La afluencia varía entre las 1500 personas estimadas por la policía local y las 3000 que afirman los organizadores. Allí se lee un comunicado en el que las representantes llaman a abandonar la hipocresía que reina sobre la legislación contra la planta. Se exige una regulación que atienda a los consumidores y a los Derechos Humanos. Las pancartas exhiben lemas tales como “La prohibición del cannabis perjudica seriamente la economía de tu país” y “autocultivo medicinal libre”.
En la plaza, conozco a una joven periodista. Pilar Rodríguez me ofrece una respuesta para la pregunta, ¿por qué has venido aquí hoy?: “Estoy aquí porque soy fumadora habitual y creo que es necesario cambiar las leyes. He tenido algún problema con la policía por llevar unos porros y no me gustaría que eso le pasase a más gente. Creo que la gente debería tener acceso a la marihuana como lo tiene al alcohol o al tabaco, teniendo una educación previa que les permita consumir responsablemente. Además, creo que ha habido suficientes avances en medicina como para decir que la marihuana terapéutica es un hecho.”
La organización dice que nos podemos quedar fumando en el parque hasta las diez. Por mi parte, volveré a casa. Mucho que escribir, mucho que procesar. Una XXI edición de Marcha memorable por las sensaciones positivas y la reivindicación. Volveremos el 28 de mayo, en la Mani-Fiesta Acción. Pero eso, será otra historia.