Pese a los rigores que impone la actual coyuntura económica, Madrid vive un momento espléndido con el afloramiento de una nueva hornada de formaciones jóvenes (The Cooltrance, Paradise Phantoms, The Hightowers, The Silverbacks…) que, de forma paradójica, centran sus miras musicales en artistas, productores y grabaciones de música afroamericana que cuentan con unos cuantos decenios. Tal es el caso de Mighty Vamp, una banda de corto recorrido pero espléndido futuro que transgrede los corsés del funk más ortodoxo al incorporar a su repertorio de cosecha propia algunas piezas archiconocidas del cancionero popular español con voluntad de juguetear con ellas, para “echarnos unas risas”.
Parece innegable que, aunque la banda deambula por territorios sonoros plagados de sonidos groovadélicos, unos de vuestros innegables ascendentes son organistas del calibre de Jimmy Smith, Brother Jack McDuff, Jimmy McGriff o Richard “Groove” Holmes. ¿Cómo entrasteis en contacto con su música y qué sensaciones os transmitió cuando accedisteis a ella? ¿Teníais en mente que el sonido de la banda girase en torno al órgano desde vuestros inicios?
La banda se formó como trío con esa idea de centrar la atención en los bajos grasientos del hammond y su sonido estridente, entremezclado con rifs y fraseos a dúo con la guitarra y ritmos de batería “tropicales” para caminar con gracia, agregando posteriormente el saxo tras un año de andadura para dar un nuevo timbre muy recurrido en el estilo. Y, ciertamente, todos los integrantes hemos estado en contacto con la música negra, en concreto el funk, boogaloo o soul desde jóvenes, por lo que es un estilo en el que nos encontramos cómodos y felices.
Habéis decidido abordar y registrar diversos canciones que integran el imaginario popular como en el caso de “Mi gran noche” de Raphael o “Escuela de calor” de Radio Futura. ¿Está necesitado el cancionero popular de una revisión para dotar a esas canciones de alma, de pasión, de groove en definitiva? ¿Fue complejo el proceso para arreglar estos temas y adaptarlos a vuestro estilo?
La verdad es que no fue trabajo sencillo. “Mi gran noche” costó unas cuantas horas de local para encontrar la fórmula que nos convencía; la rearmonización fue un trabajo muy divertido con este tema. “Escuela de calor” también fue toda una aventura: comenzamos con la idea de versionarla con una tarde de ensayo de plazo antes de la grabación, desechamos la idea, intentamos 40 temas más del “cancionero español”, y, después de desistir, volvimos para convencernos con “Escuela”. Fue un ensayo sudoroso ciertamente.
¿Qué requisitos debe tener una canción para que al adaptarla no desentone con el jazz-funk que os caracteriza como banda?
¿Los requisitos? Nunca se sabe lo que se puede llegar a versionar en esta vida, la verdad, a veces un tema parece imposible y de repente aparece en tu cabeza una versión increíble. En cuanto a dotar de alma o pasión este tipo de versiones, la verdad es que para nosotros es algo que se centra más en la diversión de hacerlo, de tocar un tema de toda la vida y darle nuestra vuelta, y, en cierta forma, “echarnos unas risas” mientras lo hacemos en el local y posteriormente en directo con la respuesta de la gente. El alma en cierta forma ya nos viene dada con el tema original; digamos que nosotros le ponemos un toque de especias.
Vuestra relación con Santi Martín (bajista en Clan Club, Celofunk o The Sweet Vandals, responsable del estudio de grabación Funkameba) viene de lejos, y su rol ha sido trascendente al haber sido él quien os propuso, a través de una llamada, registrar el álbum. ¿Hasta dónde alcanza su implicación en la producción y dónde podemos percibir su toque en vuestras grabaciones? ¿Es de esos productores que respeta las ideas del artista y solo aporta consejos y directrices útiles para encauzarlas, o va más allá? ¿Hasta qué punto sigue siendo necesaria la figura del productor en el panorama musical actual?
La verdad es que trabajar con Santi es una auténtica maravilla. Es toda una enciclopedia musical y un maestro y artesano tanto del estilo que tocamos como del tipo de grabación que llevamos a cabo. Dentro del estudio ha respetado totalmente el trabajo que traíamos del local y siempre ha tenido sabios consejos cuando nos ha visto atascados. La verdad es que currar así es algo que también saca lo mejor de ti. La figura de alguien externo implicado de forma real en la banda, es siempre importante, un punto de vista más, lo que es difícil es encontrar a dos Santis en la vida.
Registrar un álbum en directo, en analógico y a cinta magnética es un proceso que comporta la asunción de una serie de riesgos (que queden plasmados errores en la grabación), pero también ayuda a captar la frescura de las canciones, las improvisaciones y la interacción de los componentes de la banda. ¿A qué se debe esta apuesta por grabar en directo y hasta qué punto es más representativa de la idiosincrasia de la banda? ¿Realizasteis muchas tomas antes de optar por las definitivas?
Nos metimos unas cuantas horas en el estudio y hubo algún tema que se nos “atragantó” más, pero realmente era algo que queríamos hacer de esta forma. Para el sonido de la banda es, sin duda, el mejor formato, y aunque realmente se pueden apreciar errores, en cierta forma es un disco que muestra la realidad. Así es como sonamos porque así tocamos esos días en el estudio, no hay trampa ni cartón. Fue toda una experiencia y esperamos volver a hacer algo así en un futuro.
Una banda como la vuestra está concebida fundamentalmente para lucir composiciones propias y arreglos de canciones ajenas en directo, de ahí que no extrañe que hayáis registrado el álbum de ese modo, pero cuenta con un hándicap. ¿Hasta qué punto supone un desafío para una formación instrumental no contar con repertorio vocal que el público pueda identificar y corear? ¿Cómo hacéis frente a este “contratiempo” al plantear vuestro directo? ¿Las versiones de temas conocidos antes mencionados tratan de “paliar” esto?
La banda lleva muy poco tiempo de trayectoria ahora mismo, este ha sido nuestro primer trabajo y la verdad es que tenemos muchas cosas en mente para el futuro, desde el tema de la voz hasta introducir nuevos sonidos, pero eso formará parte del futuro. En el presente la realidad es que sí es un desafío de cara al público, pero también es una forma de luchar por un concepto que creemos que también gusta entre la audiencia, aunque sea puramente instrumental. Nos encanta introducir tonterías en medio de nuestros temas, y también nos gusta escuchar a la gente cantando “Mi gran noche”, por supuesto, igual que a ellos…
En paralelo a lo que sería una actuación “al uso” de Mighty Vamp, habéis estado realizando una “jam session” en la sala Tempo Club de Madrid bajo la denominación de Mighty Jam. ¿En qué medida difieren uno y otro proyecto? ¿Aprovecháis la “jam session” para ir testando ideas, versiones o temas propios, y sondear así su receptividad por parte del público de cara a incorporarlos al repertorio de la banda? ¿En qué medida es útil para un músico el interactuar con músicos que no son de su banda con intención de refrescar ideas, generar colaboraciones…?
La idea de esta jam desde el principio fue “hacer sonido de banda”, y para ello elegimos un repertorio distinto al que tocamos en nuestros directos, basado puramente en versiones de grandes clásicos del acid jazz, funk y boogaloo. En algunas jams abrimos con uno o dos temas nuestros, pero la intención era diferenciar entre la banda y la jam.
En vuestra reciente entrevista para la revista Enlace Funk trataban de catalogaros, englobándoos dentro de la nueva hornada de bandas y solistas del soul-funk que lleva unos años tratando de emerger. ¿Qué dificultades encuentra una banda joven que enfoca su sonido hacia la música afroamericana para salir adelante hoy día? ¿Consideráis que sigue existiendo en este país un cierto prejuicio hacia la música negra o ya hemos superado esa fase?
La verdad es que estamos teniendo una respuesta maravillosa por parte de festivales y programadores teniendo en cuenta lo que llevamos juntos. Es verdad que no es fácil salir a tocar fuera de Madrid, estamos constantemente mandando información a contactos para hacerlo y, aunque cada vez va mejor, no es trabajo sencillo conseguir fechas, las dificultades en la mayoría de las ocasiones son costear los gastos de viajar y estar fuera y volver con algo para casa.
¿Consideráis que existe una escena real, organizada y bien articulada de bandas, publicaciones, portales web, programas de radio, festivales y salas que aporte cohesión y respaldo a una formación como la vuestra?
La escena de música negra parece que se está ampliando, o eso queremos pensar, y ya podemos ver a algunas bandas del panorama entrando en grandes festivales.
Fotografías: Javier Suárez