Benito Díaz
Nueva Zelanda se prepara para abrir sus puertas al cannabis. Ya lo hizo con el terapéutico y ahora recorre el camino para admitir también el recreativo vía referéndum.
Unos grados por debajo del Trópico de Capricornio, en las coordenadas 41 grados, 17 minutos, 20 segundos sur; 174 grados, 46 minutos, 38 segundos este; se encuentra esta isla, una de las australes más impresionantes del mundo. La nación de Nueva Zelanda, cuna de Peter Jackson, es el noveno país en el ránking mundial de consumo de cannabis.
El pasado 11 de septiembre, el gobierno neozelandés aprobó una enmienda a la Ley de Abuso de Drogas, por la cual reconocía los beneficios de la marihuana terapéutica y permitía su venta en locales especializados a enfermos con receta. Así, el país oceánico se sumaba a la larga lista de países donde el cannabis medicinal ha sido admitido, tales como Luxemburgo, México o la cercana Tailandia.
La enmienda a la ley, que pasó la tercera y última lectura en el Parlamento neozelandés, elimina la definición del cannabidiol como droga controlada y la convierte en un medicamento bajo prescripción.
Días más tarde, el 18 del mismo mes, la premier neozelandesa, Jacinta Ardens, anunciaba su decisión de cumplir su promesa de iniciar una votación consultiva vinculante, donde se expondrían las preguntas necesarias para llevar a cabo una legalización integral del cannabis en el año 2020, a la vista de una encuesta de opinión en la que dos tercios de los ciudadanos estarían a favor.
«Sabemos cuándo será, tenemos el compromiso de que será vinculante, y ahora es solo es cuestión de cómo completar los detalles desde ahí», afirmó el ministro de Justicia, Andrew Little, tras conocerse la decisión del gabinete. «Las regulaciones, normas para las licencias y los estándares de calidad serán fijados con el consejo de los expertos dentro del año de la entrada en vigor de la ley», explicó en un comunicado el ministro de Salud, David Clark.
Memoria
Ya en la época en la que era colonia británica, eran bien conocidas las cualidades del cáñamo que, sin embargo, no desplazaron a la fuente vegetal de fibras naturales autóctona, las plantaciones de harakeke. En 1927, Nueva Zelanda aplica la Ley de Drogas Peligrosas por la cual la flor del cannabis y sus derivados, tales como resina, tinturas y preparaciones, pasaron a ser sustancias controladas. Pese a ello, la aplicación medicinal del cannabis siguió estando permitida cuando se trataba de un medicamento recetado que lo contenía.
Es en 1967 cuando, en virtud de la Convención Única de Estupefacientes de 1961, Nueva Zelanda propone su propia Ley de Estupefacientes, prohibiendo la marihuana de forma definitiva, junto a otras drogas.
Nueva Zelanda no era entonces un gran consumidor de cannabis, de hecho es llegada la prohibición que su uso se generaliza entre jóvenes universitarios y artistas. En la actualidad, se trata de la sustancia más consumida en aquel país, noveno en el ránking de nivel de consumo mundial. Un estudio de las Naciones Unidas afirma que en 2003, el uso por parte de jóvenes de 15 a 45 años fue del 20%, viéndose reducido en 2010 al 19%.
En 1996 aparece el Partido Aotearoa para Legalizar el Cannabis. Se trata de un partido que nunca ha conseguido un escaño pero que demuestra la voluntad de una parte de la población de abordar el tema desde un punto de vista aperturista.
Diez años más tarde, en 2006, se propone una primera reforma de la ley para permitir el uso del cannabis medicinal. Esta medida, impulsada por Los Verdes, Laboristas y Partido Maorí, fue tumbada por la mayoría en el gobierno, el Partido Nacional.
En 2016, Los Verdes afirmaron que si llegaba el momento de realizar una coalición de gobierno en las elecciones de 2017, legalizarían el cannabis. La propuesta incluiría la posesión y el cultivo personal, además del cannabis terapéutico para personas con enfermedades crónicas. Así, Los Verdes impulsaron la idea del referéndum para 2020 en la formación del sexto mandato laborista en 2017.
Legalidad en la actualidad
Hoy en día, la marihuana sigue siendo ilegal y perseguida en Nueva Zelanda, solo permitida en el caso de pacientes víctimas de dolores crónicos y avalados por una receta médica especial.
Regulada por la Misuse of Drugs Act de 1975, la posesión de cualquier cantidad de cannabis es ilegal. La máxima pena aplicada por posesión es la cárcel por un período máximo de tres meses o una multa de 500 dólares neozelandeses. El cultivo está penado, con un máximo de siete años de prisión. Vender, ofrecer o suministrar cannabis a menores de 18, conlleva una pena de ocho años de prisión. Aunque existe el derecho de presunción de inocencia, deberemos esperar hasta 2020 para ver si se cumple la promesa de la regulación y legalización integral que ponga fin a las redadas e incautaciones a las que la población vive sometida de forma regular y que suelen atraer climas de violencia sobre la isla.