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Martín Barriuso: “Las propuestas de regulación del cannabis ya no suenan marcianas”

Martín Barriuso: “Las propuestas de regulación del cannabis ya no suenan marcianas”

Benito Díaz

El primer recuerdo que tengo del cannabis puede ser algún porro de mis amigos del barrio, cuando era adolescente. No fumaba, tenía 14 años en 1979, en el barrio de Recalde de Bilbao. Una barriada obrera con elevadas tasas de paro y muy golpeado por la heroína. Una zona pobre de Bilbao”.


Martín Barriuso nació en 1965 en Bilbao. Licenciado en Filosofía, ha ejercido de profesor de euskera, conserje funcionario del Ayuntamiento de Bilbao y como gran representante del movimiento cannábico de nuestro país, casi desde el momento de su creación. Durante ocho años lideró la Federación de Asociaciones Cannábicas, posteriormente CONFAC. Ha sido responsable de la constitución de varias asociaciones pioneras y simbolizó la lucha por la libertad del cannabis cuando la asociación que presidía, Pannagh, fue intervenida por la policía.

Inicios hasta Pannagh

Primero nos organizamos en Kalamudia en 1997. Llevamos a cabo la primera cosecha legal en aquel año y organizamos las primeras movilizaciones contra las intervenciones policiales a la ARSEC en Cataluña bajo el slogan ‘Contra la prohibición, me planto’. También estaban la AMEC, la ARSECA, SECA en Zaragoza… Nuestros cultivos eran de conocimiento público, asociativos”, recuerda Barriuso. “De ahí surgieron distintas divisiones. Kalamudia era a nivel autonómico y creímos que sería más adecuado a nivel operativo tener distintos cultivos. Nos fuimos con la BHANG y luego, con la diferencia de opiniones sobre todo en el tipo de cultivos, creamos la Pannagh en 2003”.

Barriuso se refiere a aquella época como la “prehistoria”: “No había derechos. Kalamundia nos permitió romper el tabú social. A partir de entonces se pudo llegar a otros sitios. Además, aquella asociación fue pionera junto con Energy Control en el análisis de drogas y gestión de placeres. Estas investigaciones dieron lugar más tarde a Ailaket, que sigue en activo”.

La intervención de la policía en julio de 2018 de la asociación PANNAGH ha resultado un caso clave para la comprensión del movimiento cannábico en nuestro país. Martín Barriuso era presidente de la asociación y estaba allí el día de la primera redada. “Creo que llegaron de casualidad. Acabábamos de recoger la cosecha y, aunque entraron sin violencia, fue muy desagradable. Nos llevaron a mí y a otros tres compañeros, esposados todo el camino entre Durango y Bilbao. La primera fue en 2005 y la segunda en 2011, ya absueltos. En ésta última, se nota que habían estado montando un operativo de vigilancia estrecha: sabían quién entraba, quién salía, dónde estaba el almacén… Llegaron sin orden policial y entraron de forma sucia, estropeando el sistema de cámaras de la entrada mientras se hacían pasar por socios”, relata el activista. “Venían a fastidiar, por pura venganza por el archivo del caso. Ya nos conocían, me detuvo el mismo policía que la primera vez”.

El proceso judicial

Barriuso narra el proceso judicial que siguió a aquello con amargura. “Lo más destacable fue lo largo, caro y desesperante que es encontrarte en manos de la justicia”.

Describe el proceso judicial como “previsible”, pues la Audiencia Provincial reconoció las evidencias en el caso, que se trataba de una asociación real, privada, sin ánimo de lucro y que solo dispensaba a socios y socias en un circuito cerrado. “Durante el proceso, tanto el Gobierno como la Fiscalía General se empeñaron en criminalizar el movimiento, incluso llegando a distribuir una instrucción por la cual a las Asociaciones Cannábicas había que acusarlas y juzgarlas por ‘organización criminal’, lo que implica unas penas superiores a cinco años de cárcel. Esto es porque el Tribunal Supremo tenía ganas de influir en el asunto, pero no podía desde su posición. Con la acusación de “organización criminal” pasa de la Audiencia Provincial a la Nacional y de ahí al Supremo”, explica Barriuso.

El Supremo no nos condenó a la cárcel, pero si a la ruina económica con una multa de 800.000 euros, fianza de 1 millón… Me esperaba un susto tremendo, pero no la cárcel. Querían dar ejemplo”. Por suerte, el Tribunal Constitucional absolvió a los acusados dada la notable vulneración de derechos que fueron dados durante el caso. “Quiero decir que tanto Mª José Carrera como todo el equipo de Brotsanbert se portaron de maravilla con nosotros, apoyándonos, currando muchas veces a cambio de casi nada. Estamos muy agradecidos”, comenta.

A su experiencia como representante de la CONFAC se refiere como “muy buena”, con un cambio en el pensamiento social sobre la percepción del cannabis, su posición del debate sobre la mesa, planteamientos alternativos en la organización de Clubes Sociales de Cannabis y asesoramiento. “Los cannábicos somos gente poco dada a organizarse asociativamente. Creo que podríamos haber hecho más si hubiéramos contado con más apoyo popular y político. Pero lo recuerdo con cariño y estoy orgulloso de aquella época”, declara.

Licencias para cuatro, derechos para nadie

En referencia a la actualidad del movimiento cannábico, Martín Barriuso explica: Veo que el cannabis se ha normalizado mucho, sobre todo en ciertos tramos de edad, la gente más joven, que lo encuentran ya tan normal como el tabaco o el alcohol. Es cuestión de tiempo que se regularice, aunque es un momento en el que las autoridades han reprimido con dureza el asociacionismo cannábico para dar lugar a un panorama desastroso. Han desaparecido muchas asociaciones, pues existe una intención clara por parte del Estado para evitar planteamientos alternos y así evitar la competencia con grandes empresas que sí consiguen las licencias para cultivar. Así solo se pueden conseguir regulaciones a gusto de los que mandan” asegura. “Estamos frente a una mercantilización tremenda, guiada por intereses económicos que pueden resultar legítimos a pequeña escala, pero son factores de distorsión que afectan a la visión general”. Señala como gran problema los “falsos clubes”, empresas organizadas para ganar dinero sin principios que causan alarma social, actuando en detrimento del movimiento. “También se ve más dinero que viene de fuera pero no más normalización social por parte del Estado. Tampoco legislación ni regulación”.

Elecciones a la vista, ¿divisando la regulación?

Con las nuevas elecciones a la vista, Martín Barriuso reconoce nuevas posibilidades, pero tilda a los políticos españoles de “mediocres”. “Del Partido Popular no se espera nada, siempre han sido unos reaccionarios. Ciudadanos se declaró antiprohibicionista, pero solo en apoyo al lobby farmaceútico, promoviendo por parte de Francisco Igea una regulación única para el tema médico, dejando el recreativo de lado. Podemos ha estado mareando la perdiz con el cannabis, considerándolo un tema polémico y sin querer entrar de lleno en el debate. Llegan tarde con sus propuestas programáticas. Se cargaron el 15M. Hay gente válida pero los dirigentes se han montado un chiringuito. El PSOE ha apoyado un modelo represivo sin contemplar alternativa. Son unos “cagaos” que no se atreven a reconocer que sus bases ya tienen asumido el asunto del cannabis. Solo tienen en cuenta a los del dinero”.

La situación del cannabis alrededor del mundo sigue tendencias diferentes, según Barriuso. “Existe una inclinación hacia la regulación, al menos en América y Europa. Esa propensión cambia cuando nos adentramos en Asia. Muchos países se están acercando a una regulación legal y equilibrada pero no hay que olvidar la importancia de un movimiento hecho para usuarios, no para clientes. Canadá es un ejemplo importante, con luces y claros. Se comporta como un motor”.

En cuanto a nuestro país, Barriuso asegura que se encamina poco a poco hacia la legalización. Es una tendencia social imparable, los políticos lo saben. Pero, ¿con qué fuerza cuentan los cannábicos? Los representantes y las asociaciones están llegando con mucho esfuerzo, criminalizados y acusando cansancio. Y son voces necesarias, necesitamos mantenerlas y dar lugar a otras nuevas”.

Aquí, el gobierno vasco ha dado la razón a los enfermos. Está muy condicionado con lo que pase en España. Sin reforma del código penal y la derogación de la Ley Mordaza no se puede hacer mucho, no depende de Euskadi. Además, casi no hay tejido asociativo, se han cargado a muchas asociaciones este verano. Las que quedan, creo que prefieren pasar desapercibidas, no abrir la boca”.

Martín Barriuso se despide diciendo que, aunque ha dejado la primera línea política, sigue estando disponible para la militancia. “Sigo siendo cannábico, dejo la actividad representativa, pero sigo yendo donde me llaman. Quiero seguir echando una mano donde pueda. Hay que ayudar en lo que se pueda para que esto cambie”.

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