Benito Díaz
El pasado viernes 25 de octubre, el gobierno francés, mediante una votación en la Asamblea Nacional, aprobó una enmienda propuesta por el diputado Olivier Véran, miembro del partido del presidente Emmanuel Macron. Se inicia así un periodo de experimentación con el cannabis terapéutico dentro de un entorno “científico, seguro y evaluado”.
El grupo de control estará formado por pacientes con patologías graves e incurables, alcanzando las 3.000 personas. El resultado de las pruebas determinará la implantación de estas terapias de forma generalizada.
El proyecto, que verá la luz durante el verano de 2020 y se extenderá dos años, permitirá a médicos y facultativos recetar aceites, flores o infusiones con el objetivo añadido de evitar la automedicación en enfermos con cuidados paliativos. Las primeras dosis vendrán seguidas muy de cerca y en hospitales, para ser facilitadas más tarde en farmacias.
“Seamos claros. No se trata de desarrollar un nuevo medicamento que reemplace al paracetamol, sino de encontrar un nuevo tratamiento coadyuvante y determinar el efecto y la eficacia en la vida real en una muestra de enfermos suficientemente amplia y en un marco científico plenamente validado y totalmente seguro”, expuso el promotor de la medida, Olivier Véran. “Recibo miles de correos de gente que sufre todo tipo de enfermedades y espera que el uso médico del cannabis le dé una respuesta”.
El tratamiento con cannabis es una terapia permitida en 17 países de la Unión Europea pero todavía no aceptado en el país galo, donde desde 2014 se aprueba la receta de fármacos derivados de la marihuana, solo después de complicadas peticiones a altos costes económicos.
Debate sobre el cannabis en Francia
Las informaciones arrojadas por el Observatorio Francés de Drogas y Toxicomanías de 2016 introducen que casi 17 millones de franceses de entre 11 y 64 años aseguran haber tenido alguna experiencia con el cannabis. Entre ellos, cinco millones dicen haberlo consumido al menos una vez al año y 700.000 reconocen uso diario.
En el ámbito de la salud, la propuesta aprobada fue lanzada en Septiembre de 2018 y ha sido revisada por un grupo de expertos designados por la Agencia de Seguridad del Medicamento de Francia (ANSM). El informe resultante, que incluía las opiniones de profesionales del mundo de la farmacología, oncología, neurología y prevención del dolor, ha propiciado que se lleve a cabo este estudio con el cannabis terapéutico.
Este movimiento del gobierno francés se explica solo si se acepta la existencia de una corriente de pensamiento con gran apoyo entre el pueblo. El pasado 19 de junio, por ejemplo, 70 personalidades de la política, medicina y economía, pedían la legalización de la cannabis desde las páginas del semanario L’OBS.
Las propuestas de regularización, a diferencia de otros países, llegan y se discuten en el Parlamento de la nación. Como informamos en estas mismas páginas, el gobierno francés ya había propuesto leyes de regulación para el cannabis, aunque la última, del día 20 de junio, solo fue secundada por catorce diputados de los 577 que componen la cámara de representantes. Pese a que no se ha producido todavía ningún debate en firme, su presidente, Richar Ferrand, se ha revelado conforme con tratar el tema en la Asamblea Nacional.
El desarrollo de una industria del cannabis francés se presenta en conjunto con la propuesta de creación de un organismo de gestión, estableciendo un monopolio estatal del mismo.
La Sociedad de Explotación del Cannabis (Société d’Exploitation du cannabis — SECA) se encargaría de la producción y distribución al por menor de la marihuana, revisada por el Consejo del Cannabis. La SECA se ocuparía de la aplicación de la regulación y el control de la producción, el comercio y la distribución del Cannabis en el territorio, así como de la prevención y lucha contra el tráfico ilícito.
Mientras el gobierno francés avanza en su planificación, el debate está en la calle. De esto se ha dado cuenta la plataforma de video en Streaming, Netflix, al lanzar la serie “Family Bussiness” sobre una familia obrera francesa, que de pronto ve una oportunidad de negocio en el cannabis. La comedia, por ratos divertida, solo propone un escenario disparatado con unos personajes histriónicos que, sin embargo, no dejan de sacar a la palestra la aceptación y difusión de la cultura cannábica en la sociedad de nuestro país vecino.