Benito Díaz
El canal de pago Netflix lanza una serie de documentales en los que se analiza el mercado de distintas sustancias, así como su producción y venta. Capítulos de unos 40 minutos que abordan una temática que se ha revelado como una de las más vistas de la cadena.
Presentado por Amaryllis Fox, una antigua analista de la CIA, la docuserie indaga sobre seis sustancias, entre ellas el cannabis. Además, se estudian la cocaína, las drogas de diseño, la metanfetamina, heroína y opiáceos.
Barreras de entrada
El programa revisa el sistema económico al respecto del Cannabis en EEUU, en varios estados en los que se encuentra legalizado. Uno de los primeros obstáculos que muestran son las elevadas barreras de entrada contra las que chocan los pequeños y medianos productores. Agricultores de zonas donde la legalización es un hecho no pueden hacer frente a los numerosos impuestos y tasas que les permitirían cultivar.
Al emprender cualquier negocio, se deben contar con unos costes de establecimiento, que incluyen estos impuestos y gastos. Sin embargo, los elevados costes desaniman a muchos pequeños agricultores, que vuelven a refugiarse en el mercado negro, con unos costes mucho menores.
Los costos de adecuarse a la carrera tecnológica para la producción de cannabis también deben tenerse en cuenta. En los últimos tiempos, la evolución de los sistemas de iluminación para cultivos de interior -capaces de gestionar el espectro de luz necesario, así como las mejoras en los sistemas de riego, nuevos nutrientes y eficiencia energética- lleva a un producto final de calidad suprema. Por otra parte, los precios de estas tecnologías son muy altos.
Tipos de negocio
La legalización del Cannabis en EEUU afecta de formas distintas según la región y su legislación específica, que pesará más que la norma general, aunque no cesen algunas contradicciones.
La explicación del documental se refiere a la potencia de este mercado. Tengamos en cuenta que solo el cannabis de California está valorado en 50.000 millones de dólares. El de Canadá, en 7.000 millones. “Por estos 35-45 kilos de cannabis me pueden dar unos 60.000-120.000 dólares”, deduce un agricultor. A la vista de esas cifras, se entiende que grandes corporaciones multinacionales estén interesadas en invertir.
La regulación actual en estas regiones fomenta que cientos de empresas, medianas y familiares, puedan ser engullidas por grandes centros de capital, limitando el mercado hasta algo cercano a un monopolio. “Lo que me quita el sueño por las noches es pensar en la irrupción de estos gigantes multinacionales, que les da igual tener grandes pérdidas o que se pueden permitir pasar años en números rojos”, explica otro cultivador.
“A pesar de ser estos pequeños y medianos productores los que más han luchado por la legalización, son estas grandes empresas multimillonarias las que al final van a salir beneficiadas”, afirma Richard Ormon, abogado de negocios de Cannabis.
Otros tipos de negocio van orientados a crear empresas con poca competencia, como las que se centran en extractos concentrados, comestibles o contenido para vaporizadores. Además, están apareciendo más empresas “conscientes”, que buscan objetivos de justicia social con comunidades oprimidas o minoritarias.
Crítica
Al ser una cinta que sólo se fija en la experiencia estadounidense, se queda en la superficie del análisis que pretende, es decir, el gran negocio de la Marihuana. Además, no hacen mucha gracia las declaraciones de una señora cuyo anterior trabajo era colaborar con una de las mayores agencias de espionaje del mundo, partícipe sin duda de la Guerra contra las Drogas.
La nula mención de otras regulaciones, como la de Uruguay u Holanda por ejemplo, sirve un producto muy limitado en su visión pero que cuenta con gran número de mensajes aplicables. Las barreras de entrada, los impuestos opresivos para los pequeños cultivadores o aparición de monopolios, son temas que los legisladores de cada país deben tener en responsabilidad.