Benito Díaz
El pasado 26 de junio, la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito (UNODC) presentó su informe anual sobre la situación de las sustancias fiscalizadas. El estudio revela un aumento del consumo del 30% en diez años, alcanzando a 35 millones de personas declaradas con problemas y analiza el impacto del COVID 19 en los mercados.
El informe registra un aumento del consumo de Cocaína, Heroína, Opiáceos y Cannabis, con respecto a los datos registrados en 2017. A su vez, advierte de la expansión del mercado de las sustancias sintéticas y de la complejidad de los mapas de distribución con los que cuentan las redes de narcotráfico.
Tendencias
El estudio apunta al Cannabis como la sustancia más utilizada en todo el mundo, con un consumo estimado de 192 millones de personas. También señala a los opioides y sedantes clínicos como las sustancias más perjudiciales ya que, durante la última década, el total de muertes relacionadas con su uso aumentó un 71%, un 92% de incremento entre mujeres, contra un 63% entre hombres.
La tendencia dominante anota a adolescentes y adultos jóvenes como los mayores consumidores en países desarrollados, siendo aquel el colectivo más afectado por problemas relacionados con su uso dado su cuerpo todavía en desarrollo.
Las incautaciones de Heroína y Cocaína marcaron hitos históricos en 2017. Solo ese año se capturaron 1275 toneladas, siendo la mayor cantidad de Cocaína registrada y que supone un incremento del 13% respecto al año anterior. El foco principal de las incautaciones de Cocaína se sitúa en el continente americano, donde en 2017 se situó casi el 90% mundial. Las pesquisas cercanas al lugar de fabricación son cuantiosas, siendo así que Colombia requisó el 38% del total global. Aumenta su consumo en Norteamérica y en Europa Occidental y Central.
La Heroína y otros opioides inyectables han experimentado una subida en su consumo, dados nuevos datos obtenidos en naciones tales como la India y Nigeria, países con una alta densidad de población. Así, unos 53,4 millones de personas en todo el mundo habrían consumido opioides en 2016, un 56% más que ese año. De ese porcentaje, 29,6 millones habrían consumido Heroína y Opio, un 50% más con respecto a estimaciones a 2016, año en el que se registraron 19,4 millones y estableciendo un retrato mucho más preocupante de la situación de consumo mundial.
La crisis del COVID 19 se une a la que padecen millones de personas consumidoras de sustancias por vía intravenosa. Según el análisis, están expuestas a un riesgo mayor de sobredosis y se ven afectadas de forma directa por enfermedades de transmisión sanguínea, tales como VIH y Hepatitis C. Las cifras mundiales de personas que se inyectaban sustancias alcanzaban los 11,3 millones. Es destacable que el mayor número de personas que se inyectan se concentra en un pequeño grupo de países, como China, Rusia y EEUU. La UNODC denuncia que las medidas para impedir la propagación de estas enfermedades se han tomado con demasiada lentitud. Estima que 585.000 personas murieron debido a su consumo en 2017.
COVID 19
Los efectos de la pandemia en los mercados de drogas internacionales no se conocen todavía por completo. Si se puede apuntar a que las restricciones de movimiento y fronterizas ha provocado escasez en el mercado negro, lo que ha dado como resultado un alza de los precios y un descenso de la calidad del producto.
“Los grupos marginados y en situación de vulnerabilidad, jóvenes, mujeres y personas en situación de pobreza pagan el precio por el problema global de las drogas. La crisis por el COVID-19 y la recesión económica amenazan con agravar aún más los efectos de las drogas en un momento en que nuestros sistemas sanitarios han sido llevados al límite y nuestras sociedades están luchando para hacer frente a esto”, declaró la Directora Ejecutiva de la UNODC, Ghada Waly.
Ante la situación de confinamiento acordada en muchos países, el narcotráfico ha tenido que buscar nuevas vías de distribución. El movimiento a través de la Deep Web o la Darknet, compaginados con un aumento de los envíos por correo, han facilitado que la actividad continúe, a pesar de la interrupción del suministro postal a nivel internacional en algunos casos.
El documento achaca a la escasez de opioides, el aumento de personas que recurren a otras sustancias más disponibles, como alcohol, benzodiacepinas o mezclas de drogas sintéticas, dando como resultado patrones de consumo más perjudiciales.
Cannabis
En lo referente al Cannabis, la publicación de la ONUDC contradice otros estudios realizados con anterioridad, asegurando que existe un crecimiento del consumo en el contexto de la regularización.
“El número de personas que consumen cannabis en América del Norte es mayor que en la década anterior, pero el aumento ha sido aún más pronunciado en lo que respecta al consumo habitual (no médico) de esa sustancia. Por ejemplo, en los Estados Unidos el número de personas que consumieron cannabis en el año anterior aumentó en aproximadamente un 60 % entre 2007 y 2017, mientras que el número de personas que lo consumen a diario o casi a diario se duplicó con creces en ese mismo período. El mayor porcentaje del cannabis consumido corresponde a ese grupo de consumidores habituales”, especifica el estudio.
Las nuevas situaciones jurídicas y legislativas que se están abriendo para el Cannabis en el mundo, según la UNODC, perseguían en primer lugar la desarticulación del mercado ilícito y de grupos organizados criminales que buscaban lucrarse con la planta. El escrito afirma que todavía existen pujantes mercados ilegales en EEUU que permiten el consumo de Cannabis no-médico, en especial en las zonas de Colorado y Washington, las dos primeras jurisdicciones que permitían el consumo no-médico en 2012.
Concluye recomendando la vigilancia estrecha de los mercados regulados de la marihuana y entregando las decisiones a los gobiernos y debates públicos. Observa un aumento de los productos derivados y un ascenso de la potencia de los mismos, presentes en vaporizadores, concentrados, comestibles, etcétera, y pone en el punto de mira en la población más vulnerable, en especial menores de edad.