Benito Díaz
El Centro Internacional para la Educación Etnobotánica, Investigación y Servicio Público (ICEERS), presentó el pasado miércoles su estudio sobre los usos y consumos de la Ayahuasca en nuestro país. El informe, concluido en septiembre de este año, extrae datos a través del estudio de indicadores de salud de una muestra de 380 personas con consumos regulares.
El equipo técnico, con una experiencia de más de 30 años en la investigación de estas plantas y enteógenos, cuenta con el doctor José Carlos Bouso, experto en farmacología, Genís Oña o el doctor Miguel Ángel Alcázar-Córcoles, entre otros. En la presentación vía telemática, también participaron la directora de Ley, Política y Derechos Humanos, Constanza Sánchez, Ignacio Cano, María Belón y Marta Molina como moderadora, entre otras aportaciones de interés.
La Ayahuasca, como explicó Bouso al principio de la intervención, se trata a la vez de una planta que crece salvaje en la Amazonia y el preparado que se elabora con partes de su tallo y hojas. Este caldo, macerado o infusionado en agua, tiene propiedades psicotrópicas debido al contenido de DMT que puede encontrarse en su composición natural. Aunque su uso puede acarrear una serie de molestias en forma de vómitos o descomposición intestinal, ha sido usado durante milenios por los pueblos originarios latinoamericanos como medio para conectar con los espíritus y dioses de su mitología, es decir, como enteógeno en rituales religiosos y parte de la medicina tradicional amazónica.
Es el potencial terapéutico de la experiencia psicotrópica para el tratamiento de desórdenes mentales, tales como la depresión, drogodependencias o casos de estrés postraumático, la razón principal para que esta encuesta haya sido elaborada por profesionales de notable experiencia, que aportan datos científicos para sustentar sus tesis.
El informe
Una de las novedades del estudio radica en la utilización de indicadores de salud, usados de forma común por gobiernos y organizaciones sanitarias, para conocer el nivel sanitario de los participantes en las ceremonias de Ayahuasca. También se contemplaron factores sociodemográficos, frecuencias de toma, estilo de vida y estado de salud mental, entre otros.
La participación de mujeres en estas reuniones, según la muestra, sería menor que la de hombres, con un 47% frente a un 53% de participantes masculinos. También es mayoría la población activa, con un 97% de personas con trabajos variados. La edad media se situaría en los 44 años y priman los urbanitas, con un 63% de participantes frente a un 37% provenientes del entorno rural.
Un 38% de los encuestados aseguró haber colaborado en rituales de ayahuasca una o dos veces en los últimos seis meses, contra un 9,3% que lo habría hecho en más de 20 en el mismo período. Otros indicadores, tales como percepción de salud objetiva, índice de masa corporal, presencia de enfermedades crónicas, visitas médicas o consumo de medicamentos, retratan a una persona con buena opinión de su salud, que carece de problemas de colesterol y con baja incidencia de dolencias crónicas. Esta persona practica deporte de forma habitual, cuida su dieta, viaja en automóvil y realiza actividades para mejorar su salud mental.
“Estas actividades no están carentes de riesgos, no son inocuas. Hay que tener en cuenta su contundencia emocional y prepararse en consecuencia”, advertía Bouso durante la presentación. “Por eso, nosotros nos hemos nos referimos en nuestro estudio a grupos ayahuasqueros que consideramos que ejecutan buenas prácticas y cuentan con compromisos éticos”. De esta forma, sería necesaria la elaboración de códigos por parte de profesionales de la psicología, que garantizasen un seguimiento de los casos, así como una minuciosa autorregulación.
Legalidad y religión
La Ayahuasca no es una planta fiscalizada, como sí la molécula de DMT que alberga su preparado. Sin embargo, su importación en grandes cantidades puede disparar incautaciones administrativas que alegan preceptos de daños contra la salud pública, y su posesión puede llegar a causar problemas legales. «El informe pone de relieve la necesidad de una política de drogas pública en cuanto a la Ayahuasca” declaró Constanza Sánchez. “Se necesita un cambio de enfoque por parte de la Administración para afrontar un tema tan complejo. Este informe supone un paso adelante, un movimiento de abajo hacia arriba para dar a conocer a la opinión pública todos los factores que se relacionan entre sí».
El entramado, la complejidad de la cuestión de la Ayahuasca puede dividirse en cuatro grandes contextos. En primer lugar, la situación de consumo por parte de los pueblos originarios en LATAM, en tiempos previos a Colón. Después, según un enfoque que el experto Ignacio Cano denominó “vegetalista”, dado el conocimiento tradicional extendido a la población mestiza latinoamericana que seguía utilizando el caldo de la Ayuahuasca para tratar ciertas aflicciones “del alma”. En tercer lugar, la escena espiritual-religiosa, cuyos sacramentos incluyen el consumo de la planta. Por último, el contexto de la investigación científica y sus posibles aplicaciones como terapia en salud mental.
España cuenta con algunas religiones que practican estos ritos ayahuasqueros, como la Iglesia del Santo Dime, originaria de Brasil. Esta concesión, registrada legalmente como orden religiosa, cuenta con al menos una decena de puntos de encuentro y sufrió intervenciones policiales en el pasado. “No se permite la importación de la Ayahuasca. No hay vías legales seguras. Aunque los problemas se suelen solucionar de forma favorable, hay gente que se ha tenido que enfrentar a problemas legales”, argumentaba Sánchez.
“Ésta no es una sustancia para evadirse de los problemas. Más bien es para enfrentarse a ellos y superarlos de alguna forma. No se usa de forma recreativa, sino para trabajar en ella y en la resolución de conflictos personales”, comentó Bouso. “Desde luego, es desaconsejable para personas que sufran trastornos mentales graves, como esquizofrenia o psicosis, pues debido a sus dolencias, no hay una estructura de la personalidad lo suficiente fuerte como para sostener esta experiencia”.
Controversia
Durante la presentación, algunas personas con comentarios bastante airados, acusaron a la organización de estar fomentando una pseudociencia que pone la salud mental en manos de curanderos sin ninguna titulación en psicología. Bouso se refirió de nuevo a la necesidad de la elaboración de códigos éticos y en la preparación de profesionales para administrar este tipo de terapias. Por otra parte, se señaló el aumento de las investigaciones sobre la efectividad sustancias psicotrópicas en el tratamiento de la Salud Mental, tal como las microdosis de LSD para tratar la depresión, terapias también conocidas como Medicina Psicodélica.
“Por desgracia, no hay evidencias por el momento de la eficacia de la terapia con Ayahuasca. Tampoco se pueden comparar estos niveles con los de un medicamento elaborado en un laboratorio, pertenece a la medicina tradicional de un pueblo”, confesó Bouso. “Pero estamos tranquilos. Nuestro trabajo ha sido comprobado y publicado en revistas científicas tales como Nature, lo que para nosotros aporta el sello de calidad”.
Puede encontrar más información sobre ICEERS y descargar su informe en su página web.