Benito Díaz
El debate alrededor del cannabis alcanza muchos niveles de interpretación, hasta el punto que no existe un consenso entre los expertos al respecto de la posible capacidad adictiva de la sustancia. Científicos, psicólogos y psiquiatras se dividen entre los que afirman que es una sustancia de riesgo y los que la clasifican cercana a lo inocuo.
En este artículo tratamos de exponer los argumentos de forma organizada por voz de dos fuentes de autoridad, que sostendrán posturas contrarias. Con ello, intentaremos huir de la parcialidad de otras publicaciones sobre el tema.
Diferencias de conceptos
Antes de la exposición de los argumentos, deberíamos conocer algunos términos para orientarnos. Para empezar, lo que distingue la dependencia y la adicción. José Antonio Sánchez, médico psiquiatra por la Universidad Complutense, explica: “Se tiende a pensar que la adicción es un fenómeno físico, mientras que la dependencia es un estado psicológico, y es justo al revés. La adicción se refiere a un comportamiento compulsivo que hace que la persona busque repetidamente un estímulo específico, y la dependencia se refiere a un estímulo fisiológico en el que el individuo no puede funcionar sin consumir una sustancia concreta”. Eso quiere decir que la dependencia de una sustancia implica por necesidad una respuesta corporal, en consecuencia a la ausencia de la sustancia.
“Debemos destacar distintas formas de emplear sustancias, tanto psicoactivas como no”, explica Paula Borrego, docente y licenciada en Psicología por la Universidad de Málaga. “De esta forma, el “uso” de sustancias se refiere a utilizar estos elementos de forma esporádica, social, entre grandes intervalos de tiempo. El “consumo”, estaría caracterizado por llevar a cabo una rutina con la sustancia, para dormir algunos días o de forma social los fines de semana, por ejemplo. Por último, el “abuso” de estas materias estaría definido por su toma de forma descontrolada, que da como resultado una interferencia en la vida de la persona afectada. Le impide cumplir con su vida social, familiar, laboral, por ejemplo, en el caso del alcoholismo”.
Síndrome de abstinencia
El primer punto en la discrepancia entre los expertos viene dado ante la definición de este conjunto de reacciones físicas o corporales que suceden cuando una persona rebaja su dosis o deja de consumir sustancias a las que es adicta. “No se conoce con exactitud qué porcentaje de pacientes desarrollan dependencia, se ha descrito que el 10% de los consumidores de cannabis tiene riesgo de desarrollar dependencia. En ocasiones es difícil poder distinguir si existe un auténtico abuso del cannabis, ya que el concepto de abuso de sustancias no es igual en todas las clasificaciones, como en el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales V Texto Revisado (DSM-V- TR) y la Clasificación de Enfermedades (CIE 10). En el DSM-V-TR, a diferencia del CIE 10, no se acepta que el cannabis produzca un síndrome de abstinencia. Ahora bien, existen abundantes descripciones clínicas de cuadros de abstinencia al consumo intenso”, refiere el Dr. Sánchez. “La sintomatología aparece a los 1-3 día, alcanzando su máxima intensidad entre el día 2 y el 6 y desaparece entre el 4 y el día 14. Los síntomas que aparecen en el síndrome de abstinencia del Cannabis son: disforia, irritabilidad, ansiedad, temblor, náuseas, abdominalgia, sudoración, anorexia e insomnio”.
La doctora Borrego, por otra parte, sostiene que el Cannabis no crea síndrome de abstinencia. “No tiene efectos fisiológicos. Aunque en la actualidad se ha banalizado el término “adicción”, creo que debo utilizarlo para referirme a un trastorno de control de impulsos, más que a una cuestión de síndrome de abstinencia, término que se aplica más que nada a las cuestiones físicas, como en el caso de la heroína, en el que el paciente refiere dolor, fiebre, síntomas posgripales, toda una patología que requiere su hospitalización. También en el caso del alcoholismo, en el que, si el paciente detiene su consumo, puede verse afectado por el Delirium Tremens, incluso morir”. En los trastornos por control de impulsos, como la adicción al móvil, al juego o al cannabis, el cese del consumo no lleva al cuadro clínico de un síndrome de abstinencia, “no son necesarias estas sustancias para vivir”, expone la psicóloga.
“¿Por qué se producen estos síndromes de abstinencia?, se pregunta Borrego. “Por el deterioro del sistema nervioso central y periférico. En el caso del Cannabis, a diferencia de otras sustancias como la Heroína o la Cocaína, el cerebro cuenta con células específicas, los receptores cannabinoides, que se encargan de procesarla, sin producir daños. Todo contando con que se trate de una muestra pura, sin adulterar, problema del que derivan muchos de los casos considerados graves en el consumo de Hachís, un producto que suele estar adulterado con pegamentos, bencenos, estiércol, etcétera”.
El cannabis no es adictivo
“La dependencia fisiológica del Cannabis, en su uso y consumo, no se ha demostrado. Tan solo un 2% de los consumos considerados abusivos, revela ciertos síntomas a nivel fisiológico”, declara Borrego. “A nivel psicológico, es comparable a la adicción que pueda tenerse por el café. Al dejar de tomarlo, se pueden producir ansiedad o nerviosismo, pero es la ansiedad propia que afecta por no tener esa sustancia, que habíamos convertido en rutina”. Depende mucho de la persona en cuestión y de sus hábitos, para unas personas puede ser muy duro y para otras, algo molesto que se supera sin mayor trascendencia, revela la doctora.
El cannabis es adictivo
Al presentar un cuadro con consecuencias físicas, el Dr. Sánchez opina que sí existe un riesgo de adicción, aunque “desde luego, no como otras drogas”. El profesional se muestra abierto a una regulación del Cannabis Terapéutico-Medicinal, pero advierte que “desde la óptica médica, el Cannabis tiene efectos secundarios que afectan a la salud: presenta síndrome de abstinencia y en casos graves, sería necesaria la intervención y tratamiento. Es lamentable, pero no existe un consenso en la comunidad médica a este respecto, falta investigación y estudios que brinden seguridad”.
Gestión del síndrome de abstinencia
“En muchos pacientes no se requiere una intervención farmacológica específica. En otros casos, los tratamientos propuestos son psicoterapia y psicofármacos. Los tratamientos psicológicos usados son psicoterapias de orientación cognitiva conductual, incluyendo técnicas de prevención de recaídas, entrevista motivacional y terapia familiar”, analiza Sánchez. “En pacientes de cuadros de abstinencia graves debe realizarse un tratamiento somático con benzodiacepinas si predomina la ansiedad durante dos a cuatro semanas, ajustando la dosis según la intensidad de los síntomas evitando un uso prolongado”.
La doctora Borrego, por su parte, afirma no haber tenido que tratar nunca una deshabituación de la flor del Cannabis, aunque sí del Hachís. “Deberíamos tener en cuenta que, para dejar una sustancia, es precisa primero una desintoxicación. Esto, cuando se trata de un síndrome de abstinencia físico, se suele hacer en un par de días en el hospital, monitorizando al paciente, en los casos mencionados de la Heroína y el Alcohol, por ejemplo. Tras eso, la parte difícil es la deshabituación, un proceso que puede durar meses o años, en el cual la persona debe evitar recaer en sus hábitos. Esto no se hace en hospitales, se recurre a grupos de apoyo y a terapias que cambian con cada persona”, declara Borrego.
“Desde mi experiencia, recomendaría una terapia de sustitución, cambiar el hábito por otra cosa que le de placer, tomar comida con azúcar, practicar deporte y desahogarse, por ejemplo. El Cannabis no engancha tanto como para tomar medidas más drásticas y prefiero agotar todas las vías antes que recomendar fármacos”. Borrego también nos refiere que el peligro en la toma del Cannabis tendría que ver más con la responsabilidad personal, en el aspecto de prevenir ciertos accidentes por encontrarse bajo la influencia de la sustancia, por ejemplo, en personas mayores con la tensión baja que, al tomar Cannabis, pueden marearse y caerse, con el resultado de una lesión en la cabeza. También practicar la conducción habiendo consumido, con la consecuente merma en los reflejos del conductor o conductora.