Benito Díaz
Sustancias como la heroína o la cocaína producen con el tiempo estados de dependencia en quien las consume. Con el uso recurrido de estas drogas, los usuarios ponen en peligro su salud física y mental, ocasionando situaciones terribles. Para el tratamiento de estas adicciones, se dispone en la actualidad de distintas terapias, como la conductual, la farmacológica o la mezcla entre ambas. No siempre fue así.
La psicología ha avanzado a lo largo de su historia a base de ensayo y error, dada su naturaleza de ciencia deductiva para la cual no hay una prueba empírica registrable, al contrario que para otras ciencias, por ejemplo, la química. Debido a ello, algunas técnicas aplicadas en nombre de la psiquiatría y la psicología pueden resultar atroces vistas desde la óptica actual, como los tratamientos a pacientes mentales dados en sanatorios con base en contrastes de frío-calor, el uso de cadenas o correas o la terapia electroconvulsiva.
Terapia de sustitución
En nuestros días, como apuntábamos, existen distintas formas de abordar los problemas físicos y mentales de la adicción a las drogas. En concreto, nos referiremos a la que propone cambiar la sustancia adictiva por otra más fácil de controlar, que impida al paciente caer en un estado peligroso para su salud. Este enfoque farmacológico incluye medicamentos como la Metadona, la Buprenorfina y la Naltrexona, para el tratamiento de adicción a opiáceos, así como existe la opción de preparados de Nicotina en parches o chicles, para las personas adictas al Tabaco, así como la Vareniclina y el Bupropión.
La frontera entre lo que consideramos “droga” y “medicamento”, no siempre ha sido tan clara como en nuestra época. Así nos explica la psicóloga clínica, Paula Borrego, cuando dice que hoy existen organismos competentes que regulan la administración de medicamentos de forma segura, exentos así de peligro y cuyo valor terapéutico está avalado con estudios y pruebas científicas.
El Signo de Magnan
Borrego nos presenta el caso del doctor Ernst Fleischl von Marxow, un médico austríaco de finales del s.XIX especializado en el campo de la neuropsicología. Debido a un accidente durante una disección, sufrió una herida en un pulgar, la cual se infectó y el dedo terminó siendo amputado. El médico sufrió dolor crónico derivado de esta amputación y comenzó a tratarse con morfina, medicamento que se recomendaba como analgésico en aquel momento. El consumo prolongado de la morfina se convirtió en una profunda adicción a la sustancia.
Sigmund Freud, el conocido padre de la psicología moderna, era amigo íntimo de Von Marxow. Viendo el estado que acuciaba a su colega, le recomendó cocaína para reemplazar la morfina en el tratamiento del dolor. Freud había hecho grandes descubrimientos sobre los efectos de la cocaína como analgésico, a partir de las aplicaciones de moda en la época. Freud describió la sustancia en su faceta euforizante, como analgésico y afrodisíaco, pero también la proponía como tratamiento eficaz contra la adicción a la morfina, como sustitutivo. Von Marxow comenzó así a tratarse con la sustancia y, con el tiempo, se convirtió en adicto tanto a la cocaína, como a la morfina.
Lejos de ayudar a su amigo con su recomendación, el tratamiento de Freud empeoró la salud física y mental de Von Marxow. El experimento condujo al médico a un estado psicótico en el cual se describía siendo atacado por insectos y gusanos que devoraban su interior y trazaban canales bajo su piel, una situación llena de angustia y dolor que llevaba al paciente a realizarse cortes en el cuerpo para intentar extraer esas voraces criaturas. Sin embargo, nadie más que él era capaz de ver esos insectos. Remitido a Valentín Magnan, el médico francés experto en psiquiatría y adicciones acuñó el término. Von Marxow nunca mejoró y solo descansó a su muerte, el 22 de octubre de 1881, con 45 años.
“Freud fue pionero en los estudios de la cocaína. Se le ocurrió que, si enganchaba a su amigo a la cocaína, pasaría la abstinencia de la Morfina, que es a lo que estaba enganchado. Pero le salió mal y así se describió el síndrome de Magnan. Fue el primer caso. En lo posterior, se ha dado este tipo de trastorno por consumo de Cocaína, aunque es raro. Hay que consumir mucho durante mucho tiempo. Es un tipo de psicosis que desencadena la Cocaína cuando destruye mucho tejido de la sustancia negra cerebral, que provoca alucinaciones táctiles dolorosas, por la que se percibe la presencia de cuerpos extraños bajo la piel”, relata Borrego.
Este mal, retratado también en la obra de Philip K. Dick, “Una Mirada en la Oscuridad”, así como en la película homónima, podría servir de exposición al respecto del uso de una terapia de sustitución equivocada, por ejemplo, la utilización de Benzodiacepinas en el tratamiento de deshabituación del Cannabis, que comentábamos en anteriores artículos.