Benito Díaz
La palabra “Craving”, del inglés suplicando o implorando, define una situación en la cual una persona siente deseo irrefrenable de volver a consumir sustancias adictivas o a jugar. También como la ansiedad o los cambios físicos que se puedan dar en el sujeto, tales como cambios en el ritmo cardíaco, sudoración, etc. El manejo de este contexto es muy importante en el caso de que la persona quiera abandonar por completo su consumo, pues es el factor más importante en las recaídas.
El concepto nace en los años cuarenta, en revistas sobre psicología. Se refería a la “la urgencia intensa y agobiante para el uso de opiáceos durante la abstinencia”, términos que variaron a lo largo de la historia, pasando por las definiciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta nuestros días, en los que psicólogos especializados han llegado a la conclusión de que el Craving incluye tanto factores subjetivos como objetivos, así como distintas pautas dentro de la estructura cognitivo-conductual de las personas afectadas.
¿Qué es?
Distintas autoridades en el campo de la psicología, han tratado de acotar los términos para su medición y estudio, dando como resultado quizás a la más completa descripción del Craving por parte del especialista Early P. Este asegura que se pueden distinguir hasta cuatro tipos de deseo asociados a la abstinencia: por uso reforzado, el cual aparecería durante el consumo y desaparecería al abandonarlo. Interoceptivo, el que tendría lugar en el mes posterior al corte en el consumo y estaría desencadenado por factores físicos y/o pensamientos. Después, el encubierto, que se presentaría hasta dos meses después de finalizar las tomas de la sustancia adictiva. Está caracterizado por una intensa inquietud, sumada a la falsa sensación de que ya no se necesita el alcohol, el juego o el opiáceo, sustancias principales en las investigaciones sobre el Craving desde su definición histórica. Por último, podemos señalar el cuarto tipo de deseo, que se alarga hasta dos años después de su último consumo y que el experto basa en condicionamiento en señales externas e internas. En este estadio, el deseo o la ansiedad vendrían dados por estímulos exteriores, tales como indicaciones visuales, olores, sabores, sonidos (cierta música, por ejemplo) o internas, como pensamientos, recuerdos y sensaciones (la relajación tras la toma de opiáceos, etc.)
En la actualidad, siguen sin haberse definido con claridad los mecanismos de formación del Craving en los pacientes de desintoxicación. Esto se debe a que se trata de una sensación que cambia en la subjetividad de cada persona y afecta de forma distinta en cada situación terapéutica.
Punto clave en la recaída
La importancia del concepto es notable en la explicación de las recaídas durante la desintoxicación y deshabituación. Si una persona trata de abandonar el consumo de alguna sustancia, como el alcohol o el tabaco, es muy posible que experimente el Craving y que este sea un factor determinante en su vuelta al consumo. Las posibles terapias de tratamiento, por tanto, son importantes y es necesario conocerlas.
El Craving y los impulsos hacia el consumo suelen ser automáticos y responden a unos estímulos que han sido calificados en muchos momentos como condicionados y hasta autónomos, es decir, que pueden continuar aunque la persona que los sufre intente suprimirlos.
Según los expertos, es necesario realizar un abordaje de la situación desde un enfoque multidisciplinar, que incluya tanto el apoyo psiquiátrico, mediante medicación, como el psicológico, con terapias cognitivo-conductuales. Según el Dr. Hernán Palma, son adecuados los auto-registros, así como formular preguntas sobre el tipo de Craving que se siente, cuánto dura, cuánto le afecta, en qué situaciones se da, cómo hace para manejarlo el paciente, etcétera.
Identificado el tipo de Craving, se pasa a elegir un tipo de terapia, basada en la detección del pensamiento, también conocidas como bloqueo o parada de pensamientos relacionados con el estímulo; técnicas de distracción para evitar situaciones como el aburrimiento o la incomunicación social, control y programación de actividades, entrenamiento en relajación, técnicas de imaginación y visualización de objetivos, desensibilización progresiva de los tóxicos, lista de autoinstrucciones en el caso de verse sorprendido por la ansiedad o la discusión de ideas irracionales que pueden darse en esos estados.
Las medicaciones y fármacos son la vía menos recomendada para el tratamiento de una adicción. Sin embargo, se cuenta con una amplia gama de químicos que son usados de forma habitual en estos casos, véase la adicción al alcohol o a los opiáceos, cuya deshabituación puede resultar mortal en ciertas circunstancias de consumo crónico. Por ejemplo, en el estudio publicado en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, los profesionales del Hospital Psiquiàtric de Salt. Institut d’Assistència Sanitària de Girona, remiten al Disulfiram, Naltrexona, Acamprosato, la conocida Gabapentina, Antagonistas Dopaminérgicos, antipsicóticos como el Haloperidol o la Risperidona, o medicaciones serotoninérgicas en el caso del Alcohol, como reconductores de la serotonina, como la Buspirona.
Craving y cannabis
En un artículo anterior, conversábamos sobre la capacidad adictiva del cannabis. Según las conclusiones obtenidas, el cannabis no es una sustancia que cause un grado de adicción físico, aunque sí en el plano psicológico, por tanto, es susceptible de causar craving en sus consumidores. Cierto por el consumo del cannabis con tabaco, una sustancia de alto factor adictivo, como por su consumo social que puede tornarse abuso, el Cannabis puede ocasionar las circunstancias psicológicas que llevarían al Craving, en mayor o menor medida. Es siempre recomendable mantener un equilibrio en el consumo, así como dedicar tiempo a descansar de la marihuana, al menos de tres a cinco días al mes, ya que esto podría revelar el nivel de compromiso de nuestra situación.