Benito Díaz
El pasado 21 de mayo, la página Scientific Electronic Library Online (Scielo), en su capítulo de Brasil, publicó una comparativa entre artículos científicos que demostraría la eficacia de los cannabinoides en el tratamiento del Trastorno del Espectro Autista (TEA). El TEA es una enfermedad del neurodesarrollo y no tiene tratamiento en la actualidad, por lo que se opta por medicamentos y psicoterapia para minimizar su impacto.
El análisis pormenorizado, llevado a cabo por Estacio Amaro Da Silva, del departamento de Psicología de la Universidad de Paraíba, y Katy Lísias Gondim Dias de Albuquerque, del departamento de Fisiología y Patología de la misma institución, ha comparado estudios realizados tras una criba metodológica (revisión sistemática), provenientes de Israel, UK, Brasil, Austria y EEUU.
Las tesis del estudio se basaron en cuestionar la eficacia, seguridad y tolerabilidad del cannabis y los cannabinoides en el tratamiento de los síntomas del TEA, así como hallar los principales instrumentos utilizados para evaluar la evolución de los síntomas y la mejoría clínica.
TEA
El informe define la enfermedad como un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por déficits persistentes en la comunicación social y la interacción social, “en múltiples contextos, asociados con la presencia de patrones de comportamiento, intereses o actividades restringidos y repetitivos”.
“En un estudio epidemiológico multicéntrico realizado en 2012, que involucró a nueve países, la prevalencia promedio estimada de TEA fue de 62 individuos por cada 10,000 habitantes. Los niños con autismo suelen presentar comorbilidades como hiperactividad, autolesiones, agresión, inquietud, ansiedad y trastornos del sueño. Este tipo de comportamiento favorece la exclusión social y limita las capacidades del niño, provocando más angustia a los cuidadores”, afirma el personal experto.
Algunos de los síntomas que esta investigación buscaba contrarrestar fueron las automutilaciones, ataques de ira, hiperactividad, problemas de sueño, ansiedad, agitación psicomotora, irritabilidad, agresividad, hipersensibilidad sensorial, cognición, déficit de atención, problemas de interacción social, cambios en el lenguaje, inquietud y depresión.
“El tratamiento médico convencional”, refiere el texto, “incluye varios fármacos psicotrópicos tales como antipsicóticos atípicos, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, estimulantes y ansiolíticos; no tratan los TEA, pero tienen como objetivo eliminar comportamientos inapropiados, como la agitación psicomotora, la agresividad y los síntomas obsesivo-compulsivos”. Estos tratamientos, “pueden dar lugar a efectos secundarios graves como nefropatía, hepatopatía y síndromes metabólicos, entre otros. Por desgracia, el 40% de los niños con autismo y conductas disruptivas no responden bien al tratamiento médico y conductual estándar. Esto conlleva un alto costo para el individuo y la sociedad, lo que hace que la esperanza de vida se reduzca en 20 años en los pacientes con autismo en comparación con el promedio de la población”.
Un punto clave en los estudios analizados es la toma en consideración del papel del Sistema Endocannabinoide, al respecto de su actuación sobre el sistema nervioso central y el cerebro. “El Sistema Endocannabinoide es un sistema biológico único que afecta a una amplia gama de procesos biológicos, incluido el desarrollo y funcionamiento del cerebro”, dilucida el personal experto que expone que se componen de receptores cannabinoides, como los CB1 y CB2, además de enzimas para la síntesis y degradación de uniones moleculares. “Los endocannabinoides son moduladores clave de las respuestas socioemocionales, la cognición, la susceptibilidad a las convulsiones, la nocicepción y la plasticidad neuronal, todos los cuales se ven afectados en el TEA”.
La información prosigue confirmando que los compuestos endocannabinoides, generados de forma natural por nuestro organismo, regulan las principales funciones cerebrales que se ven afectadas por el TEA. “Existe una fuerte evidencia que sugiere que los niveles alterados de Anandamida (AEA), que ya se manifiestan en la infancia y persisten en la adolescencia y la edad adulta, pueden estar asociados con síntomas autistas, lo que proporciona una justificación preclínica para un papel potencial de la señalización de AEA como un nuevo objetivo terapéutico para el tratamiento del TEA”. La Anandamida es una molécula endocannabinoide, cuyo déficit en este caso sería relevante al considerarse un biomarcador para el diagnóstico de la enfermedad. “Considerando que el sistema endocannabinoide modula las respuestas emocionales, el estado de ánimo, las reacciones conductuales al contexto y la interacción social, los investigadores han comenzado a formular la hipótesis de que los cambios en este sistema estarían presentes en el fenotipo autista”.
Cannabis terapéutico
Esta investigación, pasa por encontrar soluciones veraces y aplicables. De esta forma, “los investigadores comenzaron a explorar otras alternativas terapéuticas, como el uso de sustancias derivadas de Cannabis sativa. El Cannabidiol (CBD) representa uno de los componentes principales de la planta, habiendo sido estudiado en varios trastornos. En la actualidad, la evidencia preliminar sugiere que el CBD puede aliviar la espasticidad, dolor, trastornos del sueño, mejorar la movilidad en la esclerosis múltiple, además de aliviar los síntomas de ansiedad y la fobia social”.
La utilización del Cannabis y del CBD, además de otros cannabinoides en el tratamiento de enfermedades y dolencias relacionadas con el sistema nervioso central, no es nuevo. Desde hace décadas se viene apuntando su utilidad en ciertas enfermedades de tipo grave. De esta manera aparece reflejado en los estudios consultados, los cuales aseguran que “el CBD, y algunos otros compuestos de la planta, interactúan con el sistema endocannabinoide y pueden modular diferentes aspectos relacionados con la cognición, las respuestas socioemocionales, la susceptibilidad a las convulsiones, la nocicepción y la plasticidad neuronal, que a menudo se alteran en el autismo”.
Conclusiones
Tras el examen riguroso por pares científicos, el equipo experto concluye que el cannabis y los cannabinoides tienen efectos muy prometedores en el tratamiento de los síntomas autistas y pueden utilizarse en el futuro como una importante alternativa terapéutica para el alivio de esos síntomas, en especial, los relacionados con episodios de automutilación e ira, problemas de sueño, ansiedad inquietud, etc., mejorando las funciones de lenguaje, cognitivas, la capacidad de atención como escuchar música y se rehúyen menos los contactos físicos y la interacción social. “Además, es importante señalar que el CBD también puede cambiar los niveles de glutamato, glutamina y GABA, sustancias que contribuyen a la regulación de la neurotransmisión excitatoria e inhibitoria tanto en individuos neurotípicos como autistas”.
Los datos reflejan que “el cannabis se ha recetado solo de forma individual, siendo el autismo la segunda enfermedad más grande con uso disponible, superada solo por la epilepsia. Por lo tanto, es fundamental analizar lo que tenemos hasta ahora en la literatura científica, ya que el cannabis ya se está utilizando en todo el mundo como fitofármaco o como extracto de cannabis rico en CBD para el espectro autista”.
El personal científico recuerda, sin embargo, que se necesitan más estudios que comprueben los resultados, así como más investigación en el campo clínico, con ensayos “aleatorizados, doble ciego y controlados con placebo, así como estudios longitudinales, para aclarar los hallazgos sobre los efectos del cannabis y sus cannabinoides en personas con autismo”, a la vez que recuerdan que el Cannabis Terapéutico también puede encerrar efectos secundarios. “Los productos de cannabis utilizados en pacientes con TEA mostraron efectos secundarios leves y moderados, como trastornos del sueño, inquietud, irritabilidad moderada, diarrea, aumento del apetito, hiperemia conjuntival, problemas de comportamiento, disminución de la cognición, fatiga y agresión/agitación”, aun así, no tan severos como los observados con las drogas clásicas, nos resumen.