Benito Díaz
Tailandia se colocó a la vanguardia de la ola de legalización mundial el pasado mes de junio. Las imágenes que mostraban a personal gubernamental regalando plantas de marihuana para promocionar su uso terapéutico han dado la vuelta al globo. Pocos días más tarde, el ejecutivo comenzó a anunciar enmiendas, como la del consumo en lugares públicos. Se cree que estas modificaciones sobre la marcha continuarán por el momento.
La región había sido hasta el momento uno de los lugares más restrictivos con el cannabis. La Guerra contra las Drogas supuso un atropello constante de Derechos Humanos, llevándose a cabo registros, asaltos policiales, largas penas de prisión e incluso la condena a muerte para delitos de drogas. Cientos de personas fueron asesinadas o condenadas por posesión de unos pocos gramos de cannabis, siguiendo la estela de las políticas de drogas de los países vecino, profundamente marcadas por el genocida Rodrigo Duterte, heredero ideológico del dictador Ferdinand Marcos.
Las convulsas últimas décadas de la historia de Tailandia han estado marcados por crisis económicas que devaluaron su moneda, manifestaciones, violencia, acusaciones de manipulación de elecciones y golpes de estado. Sin embargo, la junta militar que gobernaba el país en 2018, fue la que dio un paso adelante y reguló el Cannabis de Uso Terapéutico.
Cannabis legal
Cafés vendiendo todo tipo de batidos y comidas elaboradas con cannabis, kioskos vendiendo flores a los viandantes o el ministro de Salud Pública, Anutin Charnvirakul, publicitando el cultivo de cannabis entre agricultores que le jalean, son algunas de las imágenes que más han sorprendido al público. El arquitecto de la nueva ley, el mencionado vice primer ministro, declaró al medio Bangkok Post: “Unas 700.000 personas ya han solicitado licencias para negocios relacionados con el cannabis y la app de registro de cultivo de cannabis se ha utilizado 20 millones de veces. Son números que superan el objetivo, quiere decir que la política es buena. El ministerio de Salud Pública la ha impulsado por sus beneficios económicos y de salud”.
El ministro añadió que el gobierno permitiría que las personas se registrasen de forma gratuita para cultivar cannabis en sus domicilios, mientras que los fabricantes de productos y derivados del cannabis, deben solicitar licencias y el contenido de THC de sus productos no debe exceder el 0,2% en peso, limitándose esta licencia a los usos terapéuticos, sirviendo a su vez como marca para los usos alimentarios. “Cualquier contenido superior se considerará sustancia narcótica”, explicó.
Charnvirakul afirmó estar esperando la aprobación de un proyecto de ley sobre el consumo de cannabis y cáñamo durante la siguiente sesión parlamentaria, en aquel día 14 de junio. “Hemos acelerado las relaciones públicas para informar a la gente sobre los méritos del cannabis y advertir contra el uso no responsable”, aclaró el político. Sin embargo, lo que salió de las sucesivas reuniones, fue una serie de arreglos sobre la norma original que, reconocieron las autoridades, se había realizado con premura y sin revisar los detalles por completo.
Ajustes y adaptaciones
La medida fue lanzada el pasado día ocho de junio. Los legisladores no tardaron ni una semana en detallar que el consumo en vía pública no está autorizado. Tampoco se permite que el olor del cannabis pueda molestar a la vecindad o a las personas próximas.
Las prohibiciones alcanzan a recintos universitarios, donde los alumnos y profesorado no podrán consumir cannabis, y no se podrán vender productos alimenticios ni derivados, recogimos en Cannabis.es del anuncio del ministerio de Educación.
Organismos judiciales han ampliado también el concepto de “disturbio público” para incluir las nuevas normativas del cannabis. La ciudadanía puede ser sancionada con una multa de 25.000 bahts (750 euros, cuatro veces el salario mínimo) por consumos públicos, además de optar a penas de hasta tres meses de cárcel si se aplica la ley en rigor, fruto de la represión de manifestaciones por parte de las anteriores administraciones militares.
El Oro Verde
Las razones por las que el cannabis ha triunfado como programa del partido de gobierno, tienen sus raíces hundidas en principios fundamentales para la población tailandesa, como la economía y la política. Según explica Jonathan Head, corresponsal para BBC en el sudeste asiático, el mencionado ministro de Sanidad, Charnvirakul, concibió la legalización de la marihuana como rasgo distintivo de su partido en las elecciones de 2019. Fue un movimiento destinado a movilizar a su electorado de base, situado en el noroeste del país, una zona rural y de explotación agrícola. La propuesta de un nuevo tipo de cultivo que traería enormes beneficios, como la explotación del cáñamo, resultó atractiva para los lugareños que subsisten con plantaciones de arroz y caña de azúcar. El ministro también utilizó la vertiente terapéutica para reclamar atención sobre las personas enfermas, que podrán cultivar su medicina en casa en lugar de recurrir a caros tratamientos farmacológicos.
La vertiente económica es, por supuesto, uno de los principales acicates para liberar el acceso a la planta. Expertos calculan que el mercado de la marihuana legal generará alrededor de 10.000 millones de dólares en sus tres primeros años, algo que aumentaría con el turismo del cannabis terapéutico, de forma notable.
El tercer factor que señala el analista es el replanteamiento del enfoque de mano dura contra las drogas. “El país tiene algunas de las cárceles más superpobladas del mundo y tres cuartas partes de los reclusos están allí por delitos menores de drogas. Esto no solo ha provocado críticas internacionales por las duras condiciones que tienen que soportar, sino también se lleva una buena parte de las partidas presupuestarias”, enuncia el periodista, señalando que al fin las autoridades se dieron cuenta de que la Guerra contra las Drogas había fracasado y que era necesario un nuevo punto de vista sobre el tratamiento punitivo contra los usos de la planta. El resultado es que más de 4.000 personas acusadas de este tipo de delitos están saliendo de la cárcel.
Tailandia trata ahora de poner cerco a la explosión de libertad que supone la regulación del Cannabis. Cabe desear que esta legislación sirva para que otros países tomen ejemplo, dejando atrás pesadillas de fracasos monumentales como las políticas de drogas llevadas al límite y monstruos que arrasaron con la vida de cientos de inocentes en pos de esas normativas.