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Gigatrón: Jevi metal, cachondeo y mucha caña

Gigatrón: Jevi metal, cachondeo y mucha caña

Son los reyes con greñas del rock más cañero y molón. Sus conciertos son una fiesta infernal y la tralla que descargan no es de este mundo. Sí, son ellos: Gigatrón. Y traen nuevo disco


«Los Dioses han llegado»«Mar de cuernos»«Atopeosis 666»… Un puñado de discos que son leyenda del heavy metal más cachondo. Y ahora, «The aluminium paper album», su nuevo trabajo con caña por un tubo y canciones tremendas como «Viking bugui» «Alluminati 1: el papiro de aluminio». Sus directos son un akelarre satánico de juerga, disparate y rock´n´roll, los fans acuden en manada armados con cascos vikingos y hachas de plástico, dispuestos a ganarse el Valhalla a lo largo de dos horas de combate a volumen brutal.

El camerino de la bestia

Charly Glamour, cantante, fundador y mesías de Gigatrón, nos abre las puertas de su camerino tras la última batalla en vivo y en directo delante de cientos de enloquecidos fans. Nos espera metido en un jacuzzi, dándose un baño de espuma y haciendo gárgaras con salfumán para afinar la garganta. El concierto ha sido lo más parecido al Fin del Mundo y toca cuidarse para el próximo desembarco de las hordas del metal.

Charly, ehhh… ¿Estás haciendo gárgaras de salfumán?

Sí. Me gusta cuidarme. Los productos de limpieza son buenísimos para el organismo aunque tengan mala fama.

¿Ese es tu secreto para aguantar dándolo todo durante más de dos horas de concierto animal?

¿Acaso lo ignorabas? Tienes que estar ya quemado y oxidado nivel Dios de la Fiestaca, para que te siente bien el enjuague bucal. No sólo me ayuda el salfumán, tampoco sabría qué hacer sin mi reblandecedor cáustico de uñas, mi disuelve-bragas o el KH7 para quitarme el requesón. Soy muy limpio.

Te felicito.

Gracias tron. ¿Te doy un poco?

Valhalla, pillaje y greñas de futbolín

Charly, vuestros conciertos son una auténtica fiesta. El de hoy ha sido una locura. 

Nuestros bolos son como una mezcla entre ritual satánico, pillaje vikingo y bronca de bar. La gente viene con las pintas que no le dejan llevar al curro. Vienen a gritar y a coleguizar con los suyos. Intentamos que, más que un show, los conciertos sean una ceremonia que te arregle la semana y te de fuerza para enfrentarte a esta mierda de mundo hasta la próxima descarga. El metal logra ese efecto: endurecerte para resistir los embates de la puta sociedad.

Esta noche habéis presentado temas de vuestro nuevo disco. ¿Qué demonios es «The aluminium paper album»?

Es nuestro quinto hit, ha sido el más trabajoso y nos ha llevado hasta la cárcel. Y todo porque en él destapamos estilos prohibidos para el metal, como el epic kingqui, el mambo death, el barroco láser o el viking bugui.

¿Cuándo sale a la venta?

Ya mismo. En mayo estaremos recorriendo la piel del torete presentándolo y el mundo entero repartiendo caña, discos y haciendo bastardos en el camerino. No os lo perdáis porque la UNESCO nos ha amenazado y a lo mejor nos vuelven a encerrar. Desde mayo la peña puede encargarlo en nuestra mazmorra on-line: gigatron.biz/mazmorra.

Hierba, sapos y chupitos de mistol

Nunca te has cortado un pelo a la hora de hablar de las drogas. ¿Las utilizas para componer?

Por supuesto. Sin drogas no hay paraíso. Está claro que hay gente fofa a la que las drogas le sientan mal, pero son ese mismo tipo de mierdas que toman leche sin  lactosa, café descafeinado y cerveza sin  alcohol. Las drogas son un instrumento para comunicarte con lo divino y no todo el mundo puede usarlas. Yo ahora me he moderado mucho, pero no hay mañana que no me prepare mi batido energético con siete huevos, diez papayas, cuatro hígados cirróticos y un cóctel de especias a base de popper, meta, keta, espiz, coca, tripis, mistol, vaselina y foie-gras.

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¿Qué prefieres, fumar marihuana o chupar sapos?

Lo malo de chupar sapos es que al final te pones cachondo, te los acabas tirando y a la mañana siguiente es muy raro despertarte junto a un batracio que fuma y te pone ojitos.

¡Amo la marihuana! ¡Joder! La hierba sabe bien, huele mejor y te da un  subidón muy pacífico y creativo. Te abre las puertas de la percepción… y el ojete también. El único peligro de fumar mucho es volverte hippie y que se te atrofien los puños, por eso recomiendo combinar el fumar con montar broncas para contrarrestar el molesto efecto «buenrollismo».

Una de las canciones más legendarias de Gigatrón es «Caballón». ¿Es un homenaje a los caballitos del tío-vivo?

Sí, más o menos… (risas). Es un canto optimista a las drogas duras y a la indigencia. Las drogas duras, al contrario que los porros, tienen mala fama sólo porque pueden joderte la vida.

Mi rollo es el rock

¿Qué os pasa con los pijos? En todas vuestras canciones no acaban demasiado bien: ofrecidos a los Dioses en una pila funeraria, despeñados por un barranco… 

Los pijos son un problema serio, pero también una fuente de diversión: Es la dualidad de la vida, algo paradójico. Me gustan esas movidas filosóficas. Yo, por ejemplo, tengo una granja ecológica de pijos y allí ni les torturo ni nada, sólo los engordo con pop de los años ochenta, nada de mierdas latinas ni indie-pop adulterado. Como ves, no me va el maltrato animal. Eso sí, si me cruzo un pijo por la calle lo escalabro antes de que me pique.

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A lo largo de todos estos años, Gigatrón ha tenido formaciones diferentes. ¿Es difícil aguantar toda la caña del grupo?

Gigatron es un ente que está por encima de los músicos y que los convierte en Dioses con su dedo mugriento. En tiempos remotos hemos tocado con gente como Robespierre o Tesla, y en épocas más cercanas con engendros geniales como Frank el Tachas Luigi Casiotone. Los Dioses más estables hemos sido Mike Ferralla al bajo, Dave Demonio a la guitarra y el menda molando. Los baterías son una raza aparte y hemos tenido bastantes que han acabado idos de la perola por aporrear sin control. El más mítico ha sido Mazinger Molina, un neanderthal que nos dejó para pastorear yaks en el Tíbet, pero también hemos tenido a Micky Muñón, fruto de una noche de pasión entre un futbolista tarado y el bateras manco de Def Leppard, o Salfumán el Turbio, un mago despistado de doscientos años capaz de hablar con los electrodomésticos. Ahora tenemos a Johnny Cochambre y estamos felices con él. Es una criatura repugnante pero una ametralladora a las baquetas.

El futuro es de geriatrón

¿Qué es lo más loco que te ha pasado sobre un escenario?

Cuando subimos a un escenario es como si soltaras una plaga de langostas-carcoma surgidas del culo de Cthulhu: normalmente quedan reducidos a escombros. Antes, salíamos tan pedo que lo destruíamos a la primera canción. Ahora, nos hemos aburguesado y preferimos acabar el bolo para cobrar. Una vez subieron unas falleras a darnos un premio, comenzaron a volverse locas, lanzar buñuelos a la peña y se montó una trifulca. Nuestros bolos son como el fútbol: la gente que parece normal se vuelve loquísima.

¿Y el futuro? ¿Hasta cuándo Gigatrón seguirá enarbolando la bandera del metal?

Gigatron nunca morirá. Hemos montado Gigatrín, nuestra Escuela de Dioses, para hacer cantera. Cuando estemos echos polvo dentro de mil años seguiremos con Geriatrón. Y si palmamos, montaremos Zombitrón. Nunca nos detendremos mientras haya un pijo al que amedrentar.

Pues nada más, muchas gracias por la entrevista.

Gracias a ti, amigo plumilla. Amo vuestra revista online. Es genial, casi tanto como amo a mis fans. Una vez me dijo Julio Iglesias en un after algo que me marcó: los fans siempre son guays mientras vayas colocado.

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