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¿Sacerdotes esnifando? Católica Cocaína

¿Sacerdotes esnifando? Católica Cocaína

Ayer noche un buen amigo y autor en esta página, me envió una noticia que me encantó. Me hizo volver a revivir una vieja conversación que tuve con otro más viejo todavía amigo, sobre drogas y teología. Al grano.


La cosa es que han pillado -o se la han jugado- a un cura en el Reino Unido y le han grabado metiéndose unas lonchitas de cocaína. ¡¡OH MY GOD!! Yes, baby. El sacerdote, en lugar de abusar sexualmente de menores como haría uno respetable, está esnifando farlopa tranquilamente mientras charla con un amigo. No hay desmadre, ni alteración, ni nada extraño en el comportamiento de este párroco. El comportamiento no, pero su entorno es algo más preocupante: parece la casa de Lemmy –Lemmy es Dios– de los Motörhead. ¿La casa está muy guarra? A Lemmy tuvieron que comprometerse a limpiarle la cocina, antes de que les diera permiso a unos amigos para grabar un documental sobre su vida. Pero no es eso. La casa está normal. Lo único que en el vídeo se observa un águila de metal -que podría ser el peluche de Hitler- y una gorra que podía habérsela robado a Lemmy en un descuido: parafernalia NAZI.

¿Qué hace la casa de un párroco decorada con parafernalia nazi? Según él, es que la casa es vieja y tal, si eso ya tal (porque la casa no es TAN vieja). Pero bueno, volvamos a nuestro tema que si no, se lo lleva el viento. Unas rayas de -supuestamente- cocaína puestas en una bandejita delante del cura, a quien se le oye decir una frase que todos hemos dicho cuando nos ponen delante unas rayas de cocaína y nos dan un billete enrollado: “no debería”. No debería pero se mete la loncha de un tirón, como todos. [No puedo evitar escuchar esta música en mi cabeza al leer esto.]

¿Y qué? ¿Qué tiene de malo? Para mí nada. Y en realidad, para la doctrina de la Iglesia Católica, tampoco, pero eso os lo cuento luego. Para los ingleses, que son tan impresionables, está cometiendo un pecado imperdonable, un delito de consumo (porque allí consumir una droga prohibida, es delito y no tu derecho) de una droga de clase A y además, el agravio de haberse realizado en “suelo santo” o en terrenos de la iglesia. Como he dicho antes, ya que el consumo de drogas es algo que la Iglesia Católica en su doctrina -actual- no tiene sancionado, es otro reparo de clase moral, y al final todo queda en eso, porque nadie le va a pedir al cura que se someta a una prueba de drogas y tampoco ello demostraría que ese vídeo es del consumo de esa droga.

Que sí; que es blanco, con plumas, flota en el río y dice “cuac”: es un pato. Pero otra cosa es que aunque todos “sepamos” lo que es ese polvo blanco que esnifa, podría ser cafeína que es legal. Y por eso nadie le puede decir nada en el plano legal, aunque lo van a trizar al pobre hombre.

No se metió unas rayas dando misa, o en la sacristía antes de empezar para consagrar a toda hostia, no. Lo hizo tras “su trabajo”, como muchos policías, jueces y funcionarios de prisiones se meten rayas y lo que haga falta, tras su trabajo (los responsables, los otros no distinguen de horarios). ¿Qué problema hay?

Cocaína, el nombre del problema tan blanco como la sotana del actual Papa Paco. Que ahora no está de moda la farlopa en el Vaticano, aunque no siempre fue así. No hay texto sobre la cocaína que no mencione al famoso Vino Mariani y al Papa León XIII, quien como gran aficionado al vino con farlopa le concedió una medalla papal al fabricante de tan delicioso -y católico, porque estos no dan medallas al enemigo- producto: vino farlopero. No es que la Iglesia Católica no haya perseguido las drogas: lo ha hecho con ahínco, que le pregunten a Sudamérica desde hace 500 años. Ha perseguido las que no le servían, gustaban o controlaban, y que no eran su santo vino.

Vin Mariani

No es casualidad que el primer milagro de aquel que estos señores dicen que era Dios, fue porque su madre le pidió que surtiera de drogas a un banquete de bodas: “hijo mío, ya que tienes poderes, trae droga para todos los invitados, cagando leches, que se nos termina la fiesta”. Y Jesús, obediente él, agarró unas garrafas de agua y las convirtió en -lo que los asistentes creyeron que era- un vino de la hostia, nunca mejor dicho. Es decir, lo primero que hizo fue una droga dura. ¡Coño, seamos sinceros! ¡Que era un menor! ¿Ya nadie piensa en los niños hace 2000 años o qué?
Iglesia Católica Revisited. 😉

Ya sé que la Iglesia Católica actual -el colegio gerontocrático que está en el poder en dicha secta- no ve con buenos ojos a “las drogas” como ente genérico y no pretenden entrar a hacer distinciones tampoco. Pero a nivel “legal dentro de la Iglesia Católica” o nivel canónico, el consumo de droga (no se distinguen legales o no, salvo su vino) siempre que no resulte incapacitante para quien lo efectúa -lo que sería equivalente en cierta forma a un suicidio lento a nivel moral para el magisterio católico- no llega ni a pecadillo venial. Es mucho más grave, pregunten a cualquier sacerdote BIEN FORMADO en teología y derecho canónico, hacerse una paja. Pecado mortal.

Hace unos -muchos ya- años tuve el honor de entrevistar a Xabier Pikaza, que junto con el temible Edu Hidalgo fueron las dos primeras personas que entrevisté en mi vida, sobre este tema de las drogas y otros, a raíz de las declaraciones (opiniones) más extemporáneas que oportunas de un obispillo sobre el temita. Xabier Pikaza es un teólogo, de los que muchos llamarían “teólogos malditos”. Ha sido sacerdote mercedario (Orden de la Merced que, originariamente, se intercambiaban ellos mismos a cambio de prisioneros de los musulmanes, tras las cruzadas, para liberarles) la mayor parte de su vida, y siempre estuvo enfrentado con Roma (o Roma enfrentada con él). Tanto es así que era profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca (uno de los bastiones teológicos del pensamiento) sin que Roma le hubiera concedido el “Nihil Obstat” o “no hay problema” (un permiso), para que pudiera dar clase de ciertas asignaturas: demasiado peligrosas las ideas de este tipo…. que llegó a cuestionar la virginidad de la virgen, o a decir que lo más probable que pudo haber ocurrido con el cuerpo de Jesús, fue que acabase en una fosa común con el resto de cadáveres que el sistema romano generaba. Y ya sabéis que la Iglesia Católica y la sinceridad absoluta, pues no se llevan del todo bien. Al final Xabier Pikaza, acabó por dejar los hábitos de una secta que le trató más como un enemigo que como a uno de los suyos, aunque sus ideas fueran complicadas de aceptar y fuera una voz crítica.

Cuando le pedí que me explicase un poco lo que -en realidad y no a nivel de cura maniqueo- decía la Iglesia Católica sobre las drogas en su doctrina (lo demás, son opiniones personales) me aclaró que la doctrina católica no tiene nada contra las drogas, sino contra aquello cuyo uso dañe al individuo, llegando a plantearlo como un problema sólo cuando es equivalente a una forma de suicidio: muy similar a lo que hace un fumador crónico con su cuerpo o un alcohólico con el suyo, la sustancia no les importa a día de hoy, porque en el pasado llegó a haber penas hasta de muerte por consumo de sustancias que hoy en día encontramos en cualquier bar del país.

Y los sacerdotes, no dejan de ser humanos. Si el Papa podía meterse cocaína sin que ello fuera un problema, cosa que seguramente haría en suelo santo porque vivía -como el resto de Papas- en el alicatado Vaticano… ¿qué ha hecho mal este cura metiéndose unas rayas de cocaína? ¿No las bendijo antes? La carne es débil, comprendamos. Y este ministro de Dios no ha “molestado” a ningún niño. ¿Quién le va a tirar la primera piedra por haberse dejado engañar y ser grabado metiéndose una loncha mientras charla con un amigo?

Como me dijo en su día Xabier Pikaza, y se ocupó de dejarme muy claro, de existir Dios y si ese Dios era Jesús, “para Jesús no hay más que un pecado, que es no amar, es decir, no compartir la vida con los demás, en un sentido activo y receptivo”. Dicho de otra forma: si Dios existe se va a preocupar mucho más de cómo has tratado a tus semejantes que de las rayas que te metiste cuando el ser humano decidía tener la cocaína como delito. A Dios, Jesús, Alá, o Buda, se la pela mucho lo que te metas mientras no te estés matando con ello, vamos, que tampoco es que aplaudan el suicidio químico, pero no se meten en lo que te metes, valga la redundancia.

Si alguna vez te topas con un cura ladrando contra las drogas, pídele que se ciña al derecho canónico y a la doctrina oficial -magisterio- de la Iglesia Católica. Es más fácil eso que el que te encuentres uno metiéndose cocaína. Y nosotros, no tenemos la culpa de que esos ministros del crucificado no conozcan bien sus propias enseñanzas.

¡¡Ama, ama, ama!!
¡¡Y ensancha el alma!!

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