Por Green Bird
También el agua presenta sus posibles peligros en nuestro cultivo. Bien, la necesitamos para regar, obviamente, pero no acaba allí la historia, no es tan fácil.
La primera medida respecto al agua es nuestra seguridad personal. Como ya hemos explicado en los apartados sobre electricidad, no dejaremos nada eléctrico en el suelo, siempre por arriba, tanto los aparatos como los cables. Los balastros tienen que estar atornillados a la pared, y todo el material eléctrico tiene que estar lo más lejos posible del suelo. Nunca, pero nunca, entramos en el cultivo descalzo, siempre con zapatos, y si tienen suela de goma, mejor.
El cultivo en tierra no suele presentar problemas, ponemos un plato debajo de la maceta, y solucionado. Sin embargo, si trabajamos con un cultivo hidropónico, toda precaución es poca. También está el casi obligatorio equipo de osmosis inversa, que hay que instalar de manera profesional. Luego el aparato de aire acondicionado, que puede generar fácilmente de 30 a 40 litros al día en los meses de verano.
Como medida fundamental es muy recomendable extender un plástico grueso debajo de la superficie del cultivo. Si ponemos unos listones de madera de unos 4 x 4 cm en los bordes debajo del plástico, creamos una especie de bañera, de modo que en caso de una salida del agua por debajo de las macetas este no se filtra hacía abajo (ver foto superior).
El caso del cultivo hidropónico es más complicado. Aunque compremos un sistema profesional con el depósito debajo de la bandeja donde ponemos las macetas, siempre existe la posibilidad que se suelte un manguito y la bomba de riego siga funcionando y nos inunde el cuarto. Una solución económica puede ser un sensor de agua en el suelo, conectado a un relé, que interrumpa el funcionamiento de la bomba en cuanto detecte la presencia de agua. En comercios de electrónica, como también en Ebay, se vende el modelo Vellemann K2639, con relé incorporado, que sale por unos 20 a 25 euros. Podemos conectar la bomba a través del relé y se para en el caso emergencia. También se podría avisar mediante sistemas de alarma vía SMS o email.
En la mayoría de los casos el agua del grifo no sirve para el riego, ya que el contenido de calcio y otros elementos es demasiado alto para mezclar luego con los fertilizantes. En la costa mediterránea sale con unos 1000 micro-Siemens, lo que prácticamente nos impide añadir fertilizantes. Ante esta situación se impone la necesidad de un equipo de osmosis, unos filtros y una membrana, que nos deja el agua limpia ya que elimina el 95% de residuos. A esta agua luego hay que añadir micro-elementos como calcio y magnesio, o mezclarla con un 20% de agua de grifo. Este equipo se tiene que instalar bien, preferiblemente por un profesional. Existe la posibilidad de instalarlo debajo del fregadero, con un depósito de unos ocho o diez litros, con un grifo aparte para el agua limpia. Esta es una de las soluciones más seguras y probadas. Otra posibilidad sería instalarlo en un lateral de la bañera, así por lo menos tenemos un desagüe cerca, en caso de rotura de algún manguito. En una ocasión se soltó un manguito del equipo en casa de un amigo, y aunque solo estuve suelto unos minutos, inundó la cocina de la vecina de abajo, con el consiguiente escándalo. Así que toda prudencia y precaución es poca.
Otra posible fuente de problemas puede ser el aire acondicionado. Los aparatos generan enormes cantidades de agua condensada, pueden llegar hasta 40 litros al día. Éste agua es muy limpia, casi igual que el del equipo de osmosis. Se puede aprovechar perfectamente para el riego, pero hay que añadirle calcio y magnesio, aparte del fertilizante. ¿Cómo la recogemos? La solución más segura me parece un bidón o un cubo de basura grande de jardín de unos 100 litros y lo ponemos debajo del aparato. Este tamaño nos da un margen de seguridad suficiente para poder estar fuera de casa para un par de días. Aparte, el resto del año lo aprovechamos para hacer la mezcla de riego.
Para estar completamente seguro de que no se desborde, podemos instalar un mecanismo de protección. Consiste en una bomba de acuario con una manguera, un sensor flotante y un relé de luz de escalera, que tiene que ser de activación por corriente continua (VCC). Instalamos el sensor al nivel deseado de agua, cuando esta sube cierra el contacto del sensor y activa el relé de escalera, que suelen ser programables para ajustar los minutos de funcionamiento. Se pone en marcha la bomba, y la manguera la llevamos a un desagüe cercano, o en su defecto a un segundo depósito de emergencia. Como siempre, el bricolaje eléctrico lo dejamos para los expertos, por favor.
Igual que con el sensor de líquidos en el suelo, se podría activar una alarma por SMS o email, sistemas que trataré en un futuro artículo.