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Dimech, reguladora del cannabis en Malta: «Empoderar en lugar de controlar y castigar»

Dimech, reguladora del cannabis en Malta: «Empoderar en lugar de controlar y castigar»

Arnau Alcaide

«Es fácil controlar y castigar; es lo más fácil, piensa la gente. Sin embargo, el verdadero trabajo es cuando en lugar de control pones empoderamiento; en lugar de avergonzar a una persona, caminas con la persona y entiendes su viaje. Es un cambio de esa envergadura». La presidenta de la Agencia Reguladora del Cannabis de Malta, Mariella Dimech, señala que, después de una trayectoria profesional de 30 años en el tratamiento de personas con problemas de adicciones, «este programa de cannabis por primera vez solo se enfoca en la reducción de riesgos y daños». Y da la vuelta al paradigma punitivo de la prohibición: «No eran las personas usuarias de drogas los que tenían que cambiar, nosotros teníamos que cambiar primero».

Dimech, psicóloga nombrada con la creación de la administración específica de cannabis tras la legalización en el pequeño país europeo, primero de la Unión Europea y que ha incluido el modelo asociativo, ha dedicado a Cannabis.es algunas palabras al respecto de la situación con el cannabis en el país, su trayectoria profesional hacia una nueva política de drogas y sus siguientes pasos hacia la reglamentación de los pequeños detalles de la ley.

Autocultivo en marcha y faltan los reglamentos para asociaciones

«Vamos a crear una política de procedimientos para cada aspecto del cannabis. La política correcta para el cultivo, la seguridad, las pruebas de análisis, el control del suelo, los pesticidas, el almacenamiento del mismo… Tenemos que ser muy claros: vamos a hacer pruebas de calidad, medir las cantidades de THC, regular los niveles de THC que se le pueden vender a cualquiera, regular detalles sobre precios e impuestos, etc. Los datos y el control se recogerán de forma centralizada».

De momento, y en ausencia de estos reglamentos, aún no se pueden crear las asociaciones cannábicas, aunque Dimech nos expresa que es sabedora de que mucha de la ciudadanía ya se ha lanzado al autocultivo con la aprobación de la ley, que incluye 4 plantas y 50g de acopio domiciliario. Preguntada por esta cifra baja de almacenamiento, que bien puede ser producida por una única planta, señala que existen mayores riesgos en este que en el acceso por la vía de la asociación, porque recibirán formación y capacitación en esta para asegurar la ausencia de metales pesados, hongos o la adecuada eliminación de pesticidas de usarlos.

«La gente está esperando a las licencias y todo el mundo está cultivando plantas en casa, pero no creo que la cannabis sea tan fácil de cultivar y habrá poca gente haciéndolo en el futuro», identifica de la popularidad potencial del autocultivo en su país. «Probablemente irán a una asociación. El cannabis en una organización así va a ser controlado, va a ser seguro. El cannabis que se cultiva en casa necesitaría ser revisado. Estamos en el proceso de darnos cuenta y pensar y comprobar que el autocultivo es una idea factible. Para mí es más importante la seguridad que la cantidad. En las asociaciones se capacita a la gente, se hacen pruebas de calidad, etc.». Aunque por otro lado abrir las vías de acceso es una forma de quitar el estigma sobre la planta. «También hay que quitar el estigma, que está ahí, y la gente está mal informada al respecto de la planta. Queremos trabajar con todos los colectivos», ha querido mostrar de su política inclusiva.

Sin asociaciones cannábicas antes de la regulación

«Nunca ha habido asociaciones cannábicas en Malta», nos señala preguntada por ello, al mencionarle el estudio que identifica su presencia en 13 países de la Unión Europea, muchos en apariencia meramente informativos, y que no había podido identificar asociaciones en Malta. «Han sido diferentes los países europeos donde hay clubes sociales, coffee shops, diferentes nombres y formas de distribuir y cultivar el cannabis. En Malta nunca han sido clubes sociales. Ni siquiera informativos como preguntas. Ha implicado hasta hoy el riesgo de prisión, totalmente, y la reprobación de la conducta de cualquier asociación que así se plantease».

«Primero se despenalizó en 2015 y luego se introdujo la marihuana medicinal en 2018», nos repasa de la trayectoria histórica de Malta en la política de drogas. «El avance fue eliminar el delito del uso del cannabis y cambiar hacia un enfoque diferente en los tribunales, del sistema legal al completo para las personas que se relacionan con el cannabis. Y la marihuana medicinal se introdujo pues en Malta con una penalización ya mucho menor de la planta. Ahora bien, este es el gran cambio. Con la introducción del cultivo de cannabis en Malta y su almacenamiento y dispensación. La autoridad regulará y al mismo tiempo apoyará a una comunidad que está abordando, y seguirá haciéndolo, la reducción de riesgos y daños».

Visita a Barcelona

No es casual que Dimech utilice la terminología reducción de riesgos y daños pese a que la entrevista se condujese en inglés, lengua en la que la terminología habla solo de reducción de daños y no recoge la perspectiva de reducción de riesgos, basada en la información y contraria a la prohibición, ya que esta elimina la información disponible en el acceso a las sustancias y su calidad y practica políticas contrarias a los resultados sanitarios probados de la reducción de daños.

Hace unos diez días, Dimech visitó Barcelona para asesorarse sobre el modelo de clubes o asociaciones y visitar algunas ella misma. «Barcelona tiene todo preparado para ahora tener el cannabis regulado: un sistema muy organizado e individualizado en el trato que se hace de forma segura y profesional, aborda la reducción de daños y los derechos humanos, la recopilación de datos… El enfoque es algo del que podemos aprender mucho».

«Desafortunadamente, no está regulado de manera que un sistema tan adecuadamente descentralizado en el acceso al cannabis tenga un sistema centralizado detrás que se encargue de la generación de datos y de decisiones políticas que por separado no pueden abordar. En Malta, la concesión de licencias y la dispensación de cannabis seguirán el mismo sistema, descentralizado en manos de la comunidad, siempre en entornos no comerciales y sin fines de lucro y, por lo tanto, sin que existan riesgos derivados de una industria, siempre habilitando el consumo a través de la reducción de riesgos y daños y la reducción del estigma», compara de su aprendizaje al paso de la ciudad con más CSC de España.

Sondeando para crear los primeros datos de consumo de Malta sin el estigma de la prohibición

Su experiencia profesional le lleva a buscar nuevos datos tras la regulación, que no se hayan recogido a través del filtro estigmatizante de las clínicas de adicciones, como reconoce han sido los datos hasta ahora en Malta y en la mayoría de países. «Llevo 30 años con programas de rehabilitación y estudiando la prevalencia del consumo de drogas. En Malta se evalúan los datos que se empiezan a recolectar de las personas que acuden a tratamiento de adicciones. También hay una encuesta de población general en la que se tratan de medir los consumos de sustancias, pero en la que se ocultan estos consumos por el estigma asociado. La nueva forma de medir los datos supone un cambio drástico para las personas: el alcohol y el cannabis han sido las sustancias más comunes en décadas«.

«Si ves las estadísticas, en Europa es lo mismo. En 2019, una de las últimas investigaciones realizadas, el porcentaje fue alto, y sin embargo la calidad de la información no es buena. Lo que estamos haciendo ahora, antes de otorgar las licencias, es realizar un estudio de prevalencia del consumo, con el cannabis ya legalizado, del que obtendremos respuestas más honestas. Todavía hay mucho estigma y creemos que en este contexto ya podemos disiparlo un poco más y obtener datos más fiables», indica. La regulación ya permite eliminar los antecedentes penales por cannabis, que constaban en un registro en el país, sistema común también de otros países y señalado por organizaciones pro derechos humanos como contrario a estos por resultar discriminatorios.

«Ahora que hemos regulado, llevamos a cabo este estudio de encuesta para tener una línea base de lo que se está haciendo en este momento. En tres años tendremos los resultados. Ahora es el momento adecuado porque hubo un cambio real cuando se despenalizó el cannabis y se legalizó la marihuana medicinal, la desestigmatización hizo que la gente fuera más honesta y es lo que estamos esperando que se cristalice ahora en los datos», revela de su curso de acción.

Es este mismo sondeo el que les permitirá dilucidar si los límites de la regulación permitirán arrebatar la oferta al mercado ilícito o este todavía se mantendrá ante la imposibilidad de los cauces legales de cubrir toda la demanda, nos explica, después de preguntarle por el escaso acopio permitido en el domicilio, de 50g, la misma cantidad que pueden dispensar mensualmente a cada individuo las asociaciones, limitadas a un acopio de 500g.

Contraria a los mecanismos coercitivos que propone la política comunitaria e internacional

Preguntada por si consideraba la imposición de la conducta por la fuerza o con el uso de mecanismos coercitivos en el trato y tratamiento de las adicciones, contestaba rotunda un repetido no. «¡No, no, no y no!. A fines de los años 80, cuando aún no habías nacido -arriesga con acierto-, fui a hacer prácticas para ir a trabajar, pues fui la primera mujer en trabajar en rehabilitación en Malta. Había un problema de heroína como en Europa. Fui a entrenar durante 6 meses a Nueva York y cuando te digo que fue la peor experiencia de mi vida porque el enfoque era muy conductista y abusivo… Le ponían un letrero a alguien que decía lo malo que es para que lo marcaran. Así que cuando regresé a Malta, este fue el entrenamiento que tuve. Yo no impuse esa basura, pero ese era el trasfondo que tenía. Desde entonces me he reeducado una y otra vez. Es fácil de controlar y castigar, es más fácil que que la gente piense por sí misma, sin embargo, el verdadero trabajo es cuando en lugar de control pones empoderamiento. En lugar de avergonzar a una persona, caminas con la persona, entiendes su viaje. Es un cambio así, de esa envergadura. Trabajé con el uso de drogas durante más de 30 años y aprendí mucho a lo largo de este tiempo de cómo se deben hacer las cosas, y cómo no».

«El enfoque que aprendí en Nueva York es conductista y abusivo, la peor experiencia de mi vida. Yo no impongo esa basura, pero es el trasfondo que tenía y desde entonces me he tenido que reeducar una y otra vez»

Mariella Dimech, presidenta de la Agencia reguladora del Cannabis en Malta, sobre el estado de la «ciencia»

«Después de 30 años, este programa de cannabis por primera vez solo se enfoca en la reducción de daños; no eran los usuarios de drogas los que tenían que cambiar, nosotros teníamos que cambiar primero», deja como gran frase para la Historia de los derechos civiles en la Unión Europea al consumo personal seguro de cannabis, sin afección a terceros pero sobre todo sin recibir la violencia del estado para la imposición de la conducta y contra el derecho al libre desarrollo de la personalidad. En esta dirección anunció la regulación hace unos meses el ministro de igualdad y derechos sociales, Owen Bonici, al posicionarse para su nombramiento y apelar a una transformación en el seno de la UE liderada por Malta, como ya hizo con «los derechos de la comunidad LGTBIQ».

Las y los pacientes seguirán solo por el cauce de las farmacias

«El cannabis no es gratis para pacientes en farmacias; pagan y no tienen permitido el autocultivo. Considero que la marihuana medicinal debe estar bien monitorizada y que resultaría confuso confundir los accesos. Cuando tomas por razones no médicas tienes que aprender a hacerlo de forma responsable, pero no necesitas estar monitorizado», valora del autocultivo o las asociaciones cannábicas para pacientes, una vez regulado, pues entiende el matiz de España sin regulación medicinal.

Olvidamos preguntar el precio, por lo que no sabemos por su parte la cantidad de su salario que dedican las personas pacientes a tratarse por esta vía, pero Malta Today habla de 16€ el gramo a finales de 2020, y el salario mínimo no alcanza los 800€. El tratamiento anual con dos gramos al día, 11.000€, resulta inasumible para cualquier persona que cobre cerca del SMI, pues es la totalidad del salario.

¿Teme algún recurso ante el Tribunal Constitucional que pueda interferir con esta regulación? ¿Quizás de la oposición?

«Soy muy consciente de que esta es una gran agenda política. No soy política en absoluto, estoy en la meta, en el objetivo. Estamos muy dispuestos a informar tanto a la ONU como a la UE de cada paso que estamos dando. Nos gustaría trabajar como un estudio piloto, rendir cuentas. Porque si esto funciona a pequeña escala, podemos mejorar el nivel de la política nacional y europea. Esta es una oportunidad. Siento un sentido de responsabilidad, no solo por Malta, porque soy muy consciente de lo duro que está trabajando la gente para crear un enfoque de reducción de daños», ha querido desmarcarse de la posibilidad de que un recurso lleve la legalización a la inconstitucionalidad, al considerarla el tribunal contraria a los tratados internacionales.

«Nos han contactado desde estos organismos internacionales, por supuesto, y estamos en contacto y les vamos a informar sobre todo lo que estamos haciendo, encontrando la manera de ser solidarios y complementarios. El hecho de que Malta sea un país tan pequeño significa que podemos ser un excelente estudio piloto. Nos gustaría compartir nuestras lecciones sobre errores en las políticas, en los datos, que aprenderemos en el camino», apunta, mostrando así que no hay incumplimiento de la norma, en cuanto que todos los pasos se dan en colaboración, al menos informativa.

«Positivo» el rol de una nueva Agencia Europea de Drogas para informar y asesorar a los Estados Miembros

«Ya conocí a un grupo de investigadores de diferentes países del EMCDDA», el Centro Europeo de Monitero de Drogas y Adicciones. Este es el organismo que será dotado de nuevas competencias informativas y asesorativas, no vinculantes políticamente, por la Comisión Europea, creando así la nueva Agencia de Drogas. «Y básicamente ya hemos formado un grupo de trabajo y vamos a compartir datos para informar públicamente sobre el progreso, el proceso, etc. Su rol siempre ha sido positivo. Ellos son los que comenzaron a recopilar datos sobre los programas de rehabilitación en la UE, siendo esta organización centralizada la que necesitamos para la Unión, pero siguiendo dependiendo de las personas en el terreno que les brindan datos. Hasta ahora esa ha sido mi experiencia con ellos y tengo muchas ganas de ir a su próximo encuentro en Lisboa para compartir con otros investigadores que piensan en estas políticas regulatorias», concluyó con nosotros en materia internacional.

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